HISTORIA DE YOMAR
SUSPIRITO DE CULEBRA
SUS PADRES
SUS PADRES
CAPITULO 1.
YOMAR se compone de dos frases muy cortas,
pero de gran significado para salir
adelante, aun remando contra la corriente y con el viento en contra. YO,
porque es una mujer con un firme
deseo de formar una familia, tener hijos,
educarlos y verlos crecer en un ambiente de amor que no existió en su vida de
niña y adolescente. MAR por sus
dignos ancestros margariteños, que
ayudaron a poblar el oriente norte de Venezuela entre el 1600 y el 1900. La
niña bonita, solo ha encontrado pescadores interesados, en saciar sus
instintos animales para alimentar su maldad,
venganza, orgullo, envidia y beneficiarse egoístamente de su docilidad, esencia
espiritual y pureza de una mujer sin padre que le brindara la seguridad que
tanto necesitaba.
En este momento YOMAR
se encuentra parada en una nueva encrucijada en su vida, consciente de
las malas decisiones que ha tomado en su
vida, con su hermosa beba de dos años. Debe tomar una decisión para poner su
vida en orden y asegurar que su Florecita
apenas siendo un capullo y un
verdadero regalo de DIOS, no crezca y florezca en medio de un jardín llenos cardos y espinas, sembrados por sus familias
maternas y paternas de espíritu contenciosos y opuestas entre sí. Su nuevo mapa de vida, señala un camino
difícil, largo, desconocido, pero tiene la certeza que con su FE en
su Padre Celestial
y Jesucristo, será guiada por
medio del Espíritu Santo, para llegar
a puerto seguro y sembrarse en otro lugar que ha escogido para rehacer su vida,
distante unos 7.500 kms., desde el lugar donde nació en Venezuela.
SUSPIRITO DE CULEBRA.
En el llano venezolano
es muy común que les pongan apodos o
sobrenombres a las personas de acuerdo con su apariencia, física, habilidad o comportamiento. Es el caso de Yomar,
se trata de una niña nacida en el llano,
en un Hato sin fronteras, de lo grande que era, que llamaban el ALCARABAN;
especie de garza que anda pescando insectos y pececillos entre los pastizales
de las sabanas o pampas cubiertas de agua. Le pusieron el nombre de Suspirito de
culebra por lo flaca y estirada de tamaño y por el sobrenombre de la madre
apodada Cascabel. Nació y se crió, hasta
que dejo de ser niña, entre vacas,
ordeños, quesos, caballos, mulas, asnos,
garrapatas y culebras. Suspiro de culebra significa,
aspiración
prolongada y espiración profunda. Estos dos significados encierran la
vida de Yomar. Su vida ha sido una aspiración prolongada para
mantener su vida y una espiración
profunda por su esfuerzo para seguir luchando contra las muy duras
pruebas que ha tenido que afrontar a lo largo de su vida, ahora de 40 años. Ya
no es una potrilla, juguetona, corredora y traviesa, sino una yegua alazana
color caramelo, que ha dado dos hermosas
crías; Juan Carlos el potrillo ya tarajallo ahora buscando novia y Ester llamada por su
madre Florecita toda risita
la nenita, que siempre alegra con su traviesa cara toda la casa. Esta niña de
carácter dominante, pinta ser más recia
y brava que la abuela Lucinda, dominadora de hombres y no una esclava o
sometida por el llamado machismo criollo.
SUS PADRES LUCINDA Y
JUAN BAUTISTA.
Yomar es la Hija de un llanero grande de
estatura, fornido, tostado por el sol, bien parecido, simpático, entrador con
las mujeres y desconfiado de los hombres, que con sus altas botas de vaquero de
cuero, su sombrero muy usado pelo e guama que usaba bien calzado sobre su
cabeza. Mostrando su sudada ropa de
faena, imponía la necesaria autoridad y presencia sobre los otros peones del Hato, donde había
algunos indios resabiados y desobedientes, que tenía que estar arriando como
las vacas tercas que intentaban escapar y hacer los que les daba la gana. Este
llanero de pura cepa, cautivo los amores de una mujer muy blanca y
recia que llego por esos lares, proveniente de
unas tierras llaneras, muy distante del alto llano al oeste
del país. Algunos comentaban que por tu tez tan blanca que contrastaba
con el color más oscuro de las mujeres llaneras, posiblemente provenía de bisabuelos que fueron llevados al llano como
prisioneros desde Caracas, cuando el terrible, temible y sanguinario español José
Tomas Boves, tomo, asesino y saqueo la ciudad, llevándose las
mujeres, niñas y adolescentes como botín
y premio de batallas, ganadas por sus terribles llaneros, que peleaban contra
su propia bandera tricolor, cambiándola por una negra con una calavera blanca.
Muchas mujeres le servían como esclavas
y servidoras de sus necesidades. Obviamente no existiendo preservativos y en
manos de gente violenta que se emborrachaban luego de sus combates al regresar
al pueblo, con toda seguridad muchas mujeres y niñas salieron preñadas. Por eso
en el llano a los que son blancos, tienen los ojos claros y el pelo ensortijado
de color amarillo, los llaman los Bachacos por su disposición al trabajo rudo, y
porque su apariencia aunque llanera, no era de la región. A los hombres prisioneros, padres, esposos y
hermanos, para no tener que alimentarlos
y cuidarlos, Boves le ordenaba a su lugarteniente el indio Eulogio, colgarlos de camino a su campamento principal
en el llano, por el cuello en cada árbol
de Ceiba que encontraban en la vía de regreso. Allí dejaban algunos pataleando buscando aire, ante los nudos apresurados y
mal hechos para seguir la marcha hacia la fiesta que los espera con aguardiente, parrilla y mujeres, como vencedores de sus criollos patrones. A los meses al pasar de
nuevo por la misma trocha hacia nuevos combates, se veían los esqueletos
colgando como adornos de navidad, pulcramente limpiados y blancos por las bandadas de zamuros que seguían a
Boves y su gente, seguros de conseguir alimento.
Juanote así lo llamaban, cariñosamente
al padre de Yomar las mujeres, porque a pesar de su estampa de hombre rudo,
era un hombre colaborador, servicial, simpático y muy trabajador. Todo lo
que una mujer sola, busca para resolver su vida, cuando se quedan solas,
quedando preñadas por los padrotes de paso. Se casó siendo ya todo un hombre
hecho y derecho con todas las de la ley,
con la muchachota Lucinda que era más blanca que la harina de maíz pilado para hacer las arepas. Muchachota, porque así
la llamaban los llaneros del hato el Alcaraban, desde que la vieron llegar un atardecer sudorosa y con cara
de obstinada. Venia montada a horcajadas en la grupa del caballo zaino de nombre el tuerto de Juanote, que sonriente
llego al portalón de entrada y exclamo. “ojo pelaó con esta muchacha, me la respetan
y tratan como una princesa” a lo
cual Lucinda
sin bajarse de la agotada bestia
que resoplaba, agrego “no
me busquen ni me molesten porque de dónde vengo me llaman la cascabel, solo que Yo no toco maracas y no
aviso para zamparle una cachetada al que se meta conmigo.” Realmente
pese a ser baja de estatura, no
le faltaba ni le obraba nada, pero era de fuerte carácter, de armas tomar e infundía mucho respeto cuando se ponía
brava. De esa unión nacieron primero tres varones bien papeados quemados y muy,
parecidos al padre, con una clara genética dominante. No eran tan apuestos y simpáticos, pero tenían una
imagen varonil muy bien definida, que atraía a las mujeres, que rápidamente mordían el
anzuelo. Esa apariencia de galán llanero que manifestaba Juanote, se destacaba aún
más al bañarse, vestirse y perfumarse de manera dominguera, cuando dejaba de lado su dura faena llanera, que todos los días se
iniciaba al canto lastimeros de los gallos antes del amanecer en el Hato
Merecure a las 3 de la madrugada. Su trabajo era rutinario, revisar y mandar a recoger
el ganado, iniciar el ordeño de vacas, cortar pasto para los caballos mulas, burros,
que no soltaban a los potreros para ser
usados ese día para hacer a machete contrafuegos, para prevenir los voraces incendios que se
originaban en la sabana, ante la terrible sequía, que se ocasionaba en los
pastizales. Cuando ocurrían, solo se podía ver la candela avanzando a gran
velocidad por el viento y los pájaros revoloteando sobre el humo, observando
como morían sus pichones por el fuego.
Con el pantalón y la
camisa planchada por Lucinda, los viernes por la noche eran sagrados para Juanote y los peones del
Hato, que también se marchaban a galope tendido, al no estar de guardia, para cumplir con las faenas diarias del Hato. Juanote
partía de último esperando y recordando
los mandados que les daba Lucinda a última hora para abastecer
la casa. Era analfabeto, pero muy inteligente y no teniendo un papel escrito
por Lucinda
que si sabía leer y escribir, recitaba los mandados en el lomo del caballo,
hasta que las cervezas y el canto le hacían olvidar los encargos. Haciéndose el tonto y mirando de reojo a Lucinda
que lo observaba desde la puerta del rancho donde vivian, aparentaba
apretar la cincha del caballo. Cuando Lucinda entraba al rancho o se
descuidaba, se montaba de un salto en el tuerto como llamaban a su caballo, que
lo esperaba nervioso, pues también tenía una noviecita entre las yeguas que
amarraban en el frondoso Samán del Bar del español Antonio. Allí amarrados pasaban las horas dormitando de pie, mientras
sus jinetes cantaban, se reían y gritaban a coro los corridos y contrapunteos muy propios del
llano. Algunas mujeres decían cuando los oían gritar ¡Aiiiiii laira lai…..,! que tenían dolor de bolas ( testículos) o parecía que les dolía el estómago. El tuerto perdió
el ojo puyado por una espina, cuando Juanote intentaba sacar una becerra
entrampada en un mogote en la sabana, que no había llegado con la madre al
atardecer al corral, donde las recogían y contaban. Atanasio era un joven muy blanco, no bachaco, que
llamaban el menor, nacido en el Hato de una mujer que llego buscando trabajo
muchos años atrás, que venía del hato de Don José, la Samarrera. No
encontrando la baquilla fue castigado por Juanote ordenándole
ordeñar 20 vacas el fin de semana. Juanote al galope se escabullía apoyando su cuerpo y cabeza sobre el lomo de su cabalgadura, creyendo como
un niño, que los ojos de águila de Lucinda no lo verían o se
confundiría con otro peón del hato, que partía. Como buen jinete y mejor capataz, llegaba presuroso primero al pueblo que los otros peones, que hechos los
locos, lo esperaban, dejaban pasar al
paso de sus cabalgaduras, para ser brindados por su duro capataz durante la
semana, que cuando llegaba al Bar, le decían la “mamita”, porque le
pichaba o brindaba a todo el mundo. Lo admiraban por su destreza como llanero y
porque defendía a sus peones que borrachos se entraban a golpes con los peones
de otros hatos, peleándose por las mujeres, que los llenaban de cerveza para
sacarles los reales y se fueran. Juanote,
con su tamaño, manazas duras y curtidas de
atar vacas y domar caballos, zarandeaba a los de menor tamaño y flacuchentos,
terminando muy rápido las peleas, escuchando A Antonio el dueño del
bar que gritaba “María anota las botellas mesas rotas a la cuenta de Juanote,” que
tenía que pagar con el dinero que le había dado Lucinda para las velas,
jabón y víveres. Los perdedores tomaban sus sombreros del piso y se marchaban
vociferando, mientras Juanote se ponía la camisa de
cuadros que se había quitado para guindarse a pelear a veces con más de uno a
la vez.
Estando más prendido que una vela, se reía y decía “Ninguno
de esos muchachos puede conmigo” a
lo cual escuchaba a uno de sus peones que no tomaba por evangélico, que
murmuraba ¡solo la Cascabel le pega y se queda calladito¡.
El pueblo
más bien era un pequeño caserío, estaba
distante unas 4 horas a paso rápido de caballo
y a unas 20 horas a pie de ida y vuelta. Allí en encontraba con otros capataces y
peones de hatos cercanos para divertirse
y tomarse algunas birras, catiras o cervezas
con la imagen de un Oso polar que apilaban en la mesa firmes, como soldados en el bar del gallego español
Antonio, quien al final de la noche, con
algunos clientes ya borrachos, otros dormidos sobre la mesa
o hablando solos, contaba las botella y abultaba la cuenta que sus clientes le pagaban sin pestañear. Este había creado un ambiente con mujeres y
carne asada en varas, donde los llaneros
se encontraban para cantar, contarse sus cuentos de la semana y practicar
sus necesidades sexuales y amoríos. Algún llanero iniciaba la velada tocando el
cuatro llanero y Juanote lo acompañaba haciendo malabares con las maracas para
impresionar a las mujeres que se arrimaban para escuchar los contrapunteos que
intercambiaban los llaneros de hatos
diferentes intercambiaban. Se acordaba al agitar las manos, de su brava cascabel Lucinda y al hacerlo, sacudía
con más fuerzas las maracas, mostrando una tímida sonrisa recordando haberle
fallado y pensando en los ataques de su cascabel, que amaba a su manera tosca y
desinteresada. Ella lo esperaba amanecida tomando café recién colado, sentada en la puerta del rancho con su perro
el negro, que le avisaba cuando sentía al tuerto aproximarse con o sin jinete. La excusa de que el tuerto se soltó de la mata
de Samán donde amarraban los caballos y que por eso no había llegado temprano
al tener que caminar 10 o más horas teniendo presente las apariciones del Silbon y la Sayona conocidas como apariciones de almas en
pena, que deambulan por los caminos del llano de noche, ya no le
funcionaban. Otras veces a mitad de camino de regreso, fueteaba al tuerto para
que llegara primero solo, como justificando la llegada al día siguiente o al atardecer de ese domingo, cuando sin su sombrero llegaba
sudado pidiendo café recién colado y tirándose en la hamaca para descansar. Se ponía otro sombrero sobre su cara con un
ojo abierto para levantarse de un brinco, al primer movimiento que hiciera Lucinda con su vera, para amansarlo.
Lucinda quedaba muy enojada cuando se marchaba. Sus
cascabeles se escuchaban por todo el Hato gritando ¡no
regrese más, porque lo esperaré con la
vera en la mano,¡ con la cual era muy diestra y temible por todos. Tiraba
la puerta, recordando como Juanote
sigilosamente se le escapaba, dejando una larga polvareda al perderse en la
lejanía de la sabana, tras la búsqueda de los peones que habían picado adelante.NOTA:
AMIGO LECTORES, necesitamos de sus donaciones voluntarias, para que YOMAR la protagonista de esta historia real, pueda hacer realidad su sueño de viajar a otro lejano país, abandonando sus sufrimientos y con mucho dolor sus olores y raíces donde nació. Decisión inesperada y no deseada, por el gran holocausto que se vive en Venezuela, donde las posibilidades para una madre luchadora, que siendo profesional, se encuentran solas, frustradas y abandonadas. Su deseo sincero de abrazar y seguir a su Salvador, no ha sido posible por no haber encontrado la verdad y cuando la ha hallado espera ansiosamente por su bautismo. Ahora desea tomar el estrecho camino que la puede llevar al ARBOL DE LA VIDA, donde la espera el amor y la felicidad que tanto ha buscado. Allí la espera un PADRE CELESTIAL, Él le ofrece su amor verdadero, que le ha sido negada en esta vida temporal por hombres naturales, por sus propios hermanos tanto de carne como espirituales, en quienes ha confiado. Como sigilosas culebras algunos y otros como ponzoñosos escorpiones han abusado de su inocencia primero de niña, luego como adolecente y finalmente como mujer adulta.
Como
el escritor de esta historia, le dono mi
tiempo y el talento. YOMAR como
protagonista, ha relatado su historia. Pueden colaborar con sus generosas donaciones
en mi cuenta del Bank Of América, No. 898047890388 o a mi cuenta PayPal,
utilizando el e-mail felixjelinek2@gmail.com También
a mi nombre en Banesco cta cte. No 0134-1057-74-0001003092 Para más información
requerida, pueden utilizar mi correo jelinekv2@gmail.com, o el whatsapp
0414 9116887.
Por ello, los que deseen ayudarla a poner su vida definitivamente
en orden leyendo este relato, pueden hacer sus donaciones a la cuenta indicada
al final de cada capítulo publicado en https://felixjelinek2.blogspot.com
Estaré informando del desarrollo de este nuevo plan de vida a través de mi portal web
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