¿CUAL  ES LA  NATURALEZA DEL SACRIFICIO EXPIATORIO  DE

JESUCRISTO?

Zacarías Jelinek

28-3-22

 

Un  hermano estudioso  de las escrituras, realizó esta pregunta por la red DE INTERNET AMIGOS DEL BARRIO, al  cual  asistimos  los domingos de cada mes.

Me intereso  este tema,  que siempre he considerado de la mayor importancia, para conocer más a nuestro SEÑOR, que demostró un amor profundo e incondicional por sus hermanos espirituales, al sacrificarse  ofreciendo su vida por nosotros, Su acto recordó el anunciado sacrificio del cordero de Dios el Padre,  aboliendo todo otro tipo de sacrificio con animales en el pueblo Judío.   Respondí, pero seguí pensando y orando,  para obtener un mejor entendimiento sobre  la Expiación y cómo esta  puede o no influir en nuestras vidas.

La  Santa Cena es una ceremonia que nos recuerda la profunda esencia de manera individual todos los domingos,  de  ese sagrado momento sufrido pero de importancia trascendental,  una vez que aceptamos  bautizarnos, vivir voluntariamente  los  convenios,  aceptando de  seguir  a JESÚS EL CRISTO en nuestras vidas,  como nuestro maestro y redentor. Además nos promete bendiciones y sanidad para toda alma que participe en la ordenanza.    

Para ello decidí leer y escudriñar la oración que el Sacerdocio lee todos los domingos en la reunión sacramental, cuando se bendice el pan y el agua, para recordar la expiación de Jesucristo en el monte Getsemaní y luego en el cerro Gólgota en Jerusalén.  

Existen algunas enseñanzas que debemos escudriñar  y no tan solo recordar las palabras que se mencionan.

·         El texto de la oración la recibió el profeta José Smith,  mediante revelación del propio Jesucristo, cuando fue instruido cómo organizar su Iglesia  en el verano de 1829 y luego en  1830, a los pocos días de ser la Iglesia restaurada el 6 de abril.  

·         Siendo Jesucristo quien dictó la oración sacramental para recordarla siempre, nunca  se identifica  gramaticalmente en primera persona. Por el contrario deja  humildemente toda la  responsabilidad de actuar de manera clara y directa en silencio y reverencia,   por  quien participa de la Santa Cena,  cuando el sacerdocio  menciona la oración,  dirigiéndose al PADRE. Jesucristo solo actúa como un guía y maestro para nuestra edificación espiritual y personal.  

·         Se solicita en la ordenanza   primeramente que se bendiga el pan y lo santifique. El pan representa el cuerpo crucificado en la cruz,  cuya vida entrego para rescatarnos de la muerte física al resucitar al tercer día, completada su obra de restaurar también el evangelio y su iglesia en el mundo espiritual, donde existen miles de millones de seres familiares de nosotros, esperando su oportunidad de escuchar la palabra del SEÑOR y decidir a quién seguir. Toda bendición prometida,  viene del PADRE CELESTIAL y está referida siempre,  a recibir felicidad,  bienestar y prosperidad. En esos tres principios se resumen todas las bendiciones que podemos recibir a lo largo de nuestra vida temporal, participando todas las semanas dignamente de la Santa Cena. Por lo tanto, cuando participamos dignamente de la Santa Cena, al ingerir el   pan, somos merecedores de esas bendiciones para fortalecernos. Al comer el pan, estamos dispuestos a recordar siempre los sagrados convenios que hicimos al bautizarnos, guardando los mandamientos que Jesucristo nos ha dado,  para edificarnos espiritualmente de manera apropiada.  De esa forma,  también se nos promete recibir el ESPÍRITU de JESUCRISTO y que pueda morar  dentro de nuestro cuerpo-templo, avivando nuestra luz interior,  que recibimos al nacer del propio JESUCRISTO, siendo que el cuerpo  es un templo que recibimos por nuestro PADRE, para mantenerlo sano, limpio y purificado, para regresar a su presencia.

·         Luego se realiza la bendición del agua, en reemplazo del vino natural de la vid. El agua hace posible la vida. De   ella nacemos  y simbólicamente la bebemos para recordar el amor puro y la sangre derramada por Jesucristo  a través de su piel, por el  intenso dolor causado por nuestros pecados y errores, que perjudican  el progreso y la sanidad de nuestra alma humana.

Por lo tanto si  participamos en la Santa Cena, para cumplir solo un compromiso o formalismo, preocupados que el obispado nos  pueda observar no tomando la Santa Cena,  siguiendo un estricto protocolo de cumplimiento, realmente nos engañamos y  NO RECIBIMOS NINGUNA BENDICIÓN. ALGO COMO ATRAVESAR UN DESIERTO SIN LLEVAR AGUA PARA SOBREVIVIR EN EL VIAJE.  Es como salir de un hospital sin ser tratado de algunos síntomas que aquejan nuestra salud física; Solo que en este caso se trata también  de nuestra salud espiritual, que permanece enferma.  Seremos simplemente miembros hipócritas al recordar a JESUCRISTO, participando de la Santa Cena de manera indigna. En nada estaríamos ayudando a mejorar la espiritualidad y el poder del evangelio en nuestro barrio, estaca y país.  Si mejoramos nuestra actitud y sincero deseo de dinamizar la espiritualidad de nuestro país, barrio y Estaca, debemos hacer un acto de reflexión cada domingo para aportar luz y energía radiante al entorno que nos rodea. De nada sirve una batería sin carga. 

 

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