LA CONCIENCIA DIGNIDAD Y SANTIDAD.

CONCIENCIA

DIGNIDAD Y SANTIDAD.

ZACARIAS JELINEK

31-7-22



Tres  palabras diferentes, pero que se unen y entrelazan  bajo  el  principio de  libertad  y  la voluntad  de actuar, como seres  espirituales con profundo significado, para edificar estados de GLORIA por las ETERNIDADES. Sobre todo, entre aquellas personas, que voluntariamente han buscado o han sido encontrados por JESUCRISTO, asumiendo el compromiso de ser sus discípulos,  una vez que han escuchado su mensaje de salvación y redención. Al aceptar el EVANGELIO Y EL BAUTISMO, se conocen convenios, que  se pueden ejercitar y activar  de manera inmediata. Los  tenemos presentes  diariamente, pero el SEÑOR  COMO UN BUEN PADRE,  en su sabiduría, nos invita  semanalmente a recordarlos siempre  cuando participamos de la Santa Cena en los centros de reunión esparcidos por la tierra, donde se permite la libertad de conciencia. Además, nos entrega la permanente compañía del ESPÍRITU SANTO, para  ser guiados, orientados y edificados, ante la realidad de un camino lleno de avisos y obstáculos, para evitar nuestro avance y progreso.   

LA CONCIENCIA, es una facultad  natural espiritual, con la cual todo hijo de DIOS nace en este u otros mundos y dimensiones, que nos habilita y permite por medio de la luz o la energía cuántica, activar nuestra mente y cuerpo organizado   por JEHOVA, para   discernir  entre lo  malo y lo bueno.  Un proceso de selección  natural y personal, que muy pocos entienden, porque sólo  relacionan  la materia visible, con su uso, aplicación y utilidad sin darle  mayor importancia a las consecuencias de sus actos.  La conciencia tiene que ser bien alimentada, porque de lo contrario se adormece y se enferma, por el mal uso que hagamos de ella. Las consecuencias las observamos en nuestro mundo y en toda organización, donde nos relacionamos e interactuamos, como por ejemplo en las organizaciones espirituales y religiosas.

DIGNIDAD, es otra facultad espiritual que podemos desarrollar y mantener, cuando comprendemos  y aceptamos las enseñanzas de nuestro maestro JESUCRISTO.  Cuando estamos dispuestos a servir de corazón  con nuestros talentos y dones a nuestros semejantes, a DIOS, sirviendo y amando  de manera voluntaria a nuestros hermanos espirituales.

Muchos pueden ser portadores de esa palabra como simples etiquetas visibles, en sus trajes, documentos y registros,   que los califican  y habilitan  para actuar entre los hombres, pero NO  como siervos fieles y obedientes  en el Reino de DIOS en la tierra. Esa habilitación visible ante los  ojos de los hombres naturales, puede o no expresar la verdadera dignidad espiritual que expresa o manifiesta la persona  en un momento dado, o cuando  actúa en el nombre Sagrado  de JESUCRISTO,  o su servicio le es requerido. Algunos esconden su indignidad muy hábilmente, protegiendo sus intereses,  otros  callan y  se escudan en silencio, justificando su indignidad, pensando en la responsabilidad de velar y proveer para su familia, ante una sanción disciplinaria que pueda implicar la pérdida de beneficios laborales, imagen o niveles de autoridad y prestigio  ante terceros. El orgullo puede muy astutamente,  mantener atada a la conciencia humana a la indignidad, para que esta no se manifieste o sea reconocida. La indignidad  oculta, si no se trata y elimina, se convierte en un canceroso tumor en nuestras mentes, difícil de extirpar cuando crece de tamaño.

La sumatoria de la indignidad oculta, y la escasa SANTIDAD  entre los que  dicen ser miembros, fieles creyentes y discípulos  de Jesucristo, se puede observar en los resultados de  la organización, que representan,  cuando aseguran  testimonialmente ser dignos,  fieles y obedientes miembros. Esta realidad se manifiesta ante la poca acogida de la verdad predicada, la baja asistencia a reuniones para ser enseñados, la baja retención  y participación de  las personas, que en un momento dado, decidieron transitar por la vida,  aceptando el mensaje SALVADOR DE JESUCRISTO. Muchos  pierden  su Fe, otros permanecen en estado de pausa, otros con mayor esfuerzo y dedicación a la obra santificadora,  asumen  el esfuerzo de muchos.

SANTIDAD, es el proceso mediante el cual todo hijo de DIOS, que aceptó nacer en esta tierra para tomar cuerpos carnales, se edifica de manera permanente, para librarse de todo tipo de malas acciones o contaminación de hechos indignos, para mantener su cuerpo limpio, permitiendo que el espíritu de Jesucristo y la divinidad de sus enseñanzas,  pueda morar en nosotros. La santidad es el camino necesario para regresar a la presencia de nuestro PADRE CELESTIAL para alcanzar la EXALTACIÓN. Por eso los Templos en la tierra se edifican como la morada o casa del PADRE y se identifican con la palabra  SANTIDAD DEL SEÑOR. Un recuerdo de mucha importancia para recordarnos, que nuestra dignidad, pero aún mayor la  santidad es necesaria  para entrar a estos sagrados lugares, hoy edificados en todo lugar donde se respete la libertad de conciencia.

Un seguidor que se hace llamar discípulo de Jesucristo, puede tener niveles de dignidad visibles, que lo califiquen ante los hombres naturales,  pero carecer de la SANTIDAD, al no vivir los principios del amor, del servicio y trabajo desinteresado al prójimo.  En el peor de los casos, cuando de manera consciente, se carece de la  dignidad necesaria para servir y amar a su prójimo.  

 

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