LA RANITA QUE CAYO EN UN POZO SECO.

Fábula

 La ranita.

Que   cayó   EN UN POZO SIN AGUA.

Zacarías Jelinek.

12- 9-21



Una RANITA, cambiaba de lugar en un bosque, buscando un mejor ambiente húmedo donde quedarse,  cuando de repente  cayó en un pozo profundo oculto en las  hojas secas  sin percatarse. Las  ranas hermanas al ser avisadas se  acercaron y cuando vieron lo profundo y seco que el pozo  estaba,   le gritaron: te será    difícil  salir de allí hermana rana….  En lugar de ayudarla o buscar ayuda,  luego de un largo rato viendo que  la ranita  hermana, seguía indefensa y aislada,   decidieron seguir su camino,  murmurando entre ellas: "triste La historia de nuestra hermana  rana, la muerte le  llegará muy pronto  al quedar sola y sin nada". Sin embargo, la ranita seguía intentando salir con  todas sus fuerzas. Croaba y croaba, amplificando  su voz que se apagaba. Las  otras ranas,   pensando que sus esfuerzos serían en vano, también se marcharon,  en silencio. Otras murmuraban, sin importarles nada. Estaban seguras que  su vida se apagaría  y  que su  débil voz no se escucharía. Unos sapos  con autoridad  en los estanques, se acercaron a mirar que pasaba…., pero  tampoco  hicieron  nada. Solo uno interesado lo intentó, pero al poco tiempo en silencio dando  saltos se marchó.  La ranita no se daba por vencida, recordaba las palabras de sus hermanas muy  asustada; "Intenta salir hermana rana, porque  te secaras y de ti, no quedará nada" Los  grandes sapos  bien vestidos y silenciosos, observaban,  pero tampoco hicieron nada.

 La ranita logró  sobrevivir un largo tiempo, con el  roció mañanero y con, algunos insectos, que le servían de alimento. Entumecida,  seguía saltando, cada vez con mayor  cansancio, tratando de  alcanzar la cima,  quedando cada vez más seca y extenuada. Veía  a través del agujero,   la claridad del día y la oscuridad de la noche. Ruidos lejanos   escuchaba, en el viento, que llegaban a ratos  en el silencio. Su vida era muy solitaria y aburrida,  su existencia  muy  triste y afligida. El   croar de los   gordos sapos, escuchaba en silencio,   pensando como  ellos buscaban su alimento.   Un día al mediodía, la solicitaría ranita,  vio que la claridad diaria  que iluminaba el pozo desaparecía. Comenzaron a caer  largos hilos   de   agua, que la llenaron  de   alegría.  Calmaba su sed, recibiendo   insectos, que vorazmente comía.   Llovió largamente esa noche, acabando con su hambre y su sequía. Poco a poco   sintió con fuerza,  que era empujada  hacia arriba, por el agua  que   la sostenía. De repente, se encontró liberada y su reseca  piel se humedecía.  La ranita   al mirar a su alrededor con la luz del amanecer tempranero, encontró sus eternos compañeros.  Miró las flores, árboles,  mariposas y conejos, que al verla salir del agujero,  con alborozo la  aplaudían.    La ranita, nunca había estado sola.  La  soledad y la brisa fueron su fiel  compañía, pero su propia vida le hablaba y sostenía. Superó su prueba en aquel  pozo oscuro, donde la humedad poco a poco  se extinguía. Reseca, flaca y sola, sufría, porque nadie la  ayudaba y la atendía. Solo  la brisa, con su roció,  y  los insectos que traía,  calmaban su sed y el hambre que la consumían.  

La ranita, libre,  croaba con más fuerza  y alegría.  Sus amigos del bosque  al verla la seguían, dando palmas porque eran los únicos que realmente  la  querían.

A veces, como  la ranita,  caemos  en pozos profundos  que  nos apresan día tras día.  Muchos intentan  salir del pozo y mueren en silencio, olvidados y sin comida.  Otros siguen saltando,  escuchando risas, cantos y alegrías, mientras algunos    construyen peldaños,   resbalando día tras día.  Algunos curiosos mirones se  acercan  a la boca del pozo,  para saber cuántas  ranas aún Vivían. Los grandes sapos orgullosos y pedantes, sentados croaban  sin descanso, manteniendo sus sogas escondidas,  mientras  la ranita sola, y atrapada  lentamente se moría.   

Al  salir empujada por  la lluvia  milagrosa, la ranita se reencontró con sus   hermanas primorosas.   Les agradeció por  "su mal presagio, que  la  motivó a  luchar, sin  ayuda y compañía.".  Dio  también  gracias a la vida  por  haberla  sostenido  en su  agonía  Al  cielo  por la lluvia  salvadora,  que ese día, la rescató, sin las ranas,   los sapos   y sus sogas que tenían.

La moraleja de esta fábula nos enseña que aun cayendo en el fondo de un pozo, nunca estaremos solos, aunque las ranas hermanas y los sapos, mirones,  no  hagan nada.  El esfuerzo  nos ayuda a vencer, para aprender.   Siempre  dispondremos de   medios, aun cuando solos y abandonados, pensemos que todo ha terminado. Las  hermanas ranas primorosas y  los  orgullosos sapos  mirones,  serán llamados, a rendir cuentas  acongojados por  dormilones.












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