AMOR SEXUALIDAD Y CASTIDAD.

EL AMOR, LA SEXUALIDAD Y LA CASTIDAD.

Zacarías Jelinek

7-9-23




Comprender estos dones recibidos de nuestro PADRE CELESTIAL al nacer en la tierra,  nos ayuda a entender lo importante y sagrado del   propósito de nuestra vida, diseñada  para alcanzar el plan de felicidad, inmortalidad y vida  eterna. Ese sabio y detallado plan,  nos prepara para  multiplicar  familias que pueden ser exaltadas, guardando y superando leyes preparatorias terrenales, que conocemos como telestiales, por su orden menor  de luz, conocimiento,  ordenanzas y convenios,  que rigen este estado mortal.

EL AMOR es un  sentimiento profundo de atracción, emoción, afecto, cariño, protección, caridad y compasión entre personas.  También se puede sentir hacia la naturaleza  como las  plantas, las flores,  animales y todo este planeta organizado como nuestro hogar.

LA SEXUALIDAD. Es la condición anatómica, fisiológica y psicológica, que caracteriza la actuación, el propósito y el comportamiento de   cada persona, en este plano de probación, desarrollo y aprendizaje.

LA CASTIDAD.  Preciosa virtud individual de respeto y pureza  hacia el cuerpo, que cada persona  debe mantener para  preservar  su salud espiritual y mantener su mejor estado de dignidad. Gracia,  que DIOS requiere de sus hijos como templos  espirituales  para  tener dominio sobre sí mismo. Poder  ser probados, preparados e instruidos mediante el  conocimiento y la  experiencia personal, para   retornar a su presencia, santificados y purificados. Es la manera  para poder convivir en moradas celestiales  en  la presencia de seres exaltados,  donde la obediencia, el  amor y castidad son las  mayores virtudes para estar  en la presencia del Padre Elohim.

 

Nuestro entendimiento,  el uso  sagrado,   dominio de la sexualidad y el respeto en  la intimidad sexual,   son esenciales en el proceso de llegar a ser DIOSES   procreadores y creadores de mundos. Los seres humanos en su ignorancia, han desvirtuado el amor, la sexualidad y la castidad, actuando  más por instinto, que por amor. Ello  genera muchas veces angustia,  dudas y desconciertos. Desconocemos como seres inteligentes racionales, que el  propósito y  el cumplimiento de estos dones, son para  ser preparados con el   fin de proyectar la existencia humana  en el Universo,  para que cada quien,  pueda vivir  y compartir con semejantes en la  eternidad que desee construir.

El  propósito  en la intimidad sexual, no es solamente la reproducción  como está señalado en la  BIBLIA: CRECED Y MULTIPLICAOS Y HENCHID LA TIERRA, cuyo mandato es fundamental para crear la vida en los planetas de nuestro Universo. Elohim  como DIOS todo poderoso, diseñó el sexo para generar incontables formas de vida y  especies, resaltando entre ellos el  género humano, mediante  una union matrimonial autorizada,    efectiva y santificada. Los  cuerpos como moradas de los espíritus, nos permiten sentir para  auto gobernarlos y edificarnos como almas.    La sexualidad con amor sincero, es un medio para fortalecer la relación del matrimonio, generando una  conexión emocional, espiritual y física entre ambos cónyuges. La intimidad sexual  une a la pareja generando  confianza, lealtad,  devoción,  consideración y respeto mutuo.  La manera equivocada, apresurada  y  a la ligera como aceptamos la sexualidad, se refleja en esta sociedad que pretendemos gobernar. Orfandad, niños, abandonados, familias destruidas, traiciones infidelidades, divorcios, lujuria, pornografía, explotación sexual, etc. Todos conceptos y prácticas contrarias al orden establecido en los cielos por seres superiores, para desarrollar y habitar  mundos celestiales con seres de luz.  Observamos  el mal uso de estos elementos en este planeta y trabajamos en la destrucción de la familia, en una sociedad que vive en tinieblas,  motivados por el orgullo, la vanidad, el placer sádico y  lujurioso, unido al  el afán de poder y dominio sobre todo lo que existe.

El hombre caído en su condición natural, alejado de DIOS de su conocimiento y  sabiduría, práctica estos hábitos  de manera egoísta,  para sentir placer o satisfacción individual. Se trata de una entrega interesada consciente,  entre  el hombre y la mujer  sin  sentir AMOR verdadero. Se convierte la relación íntima en  actos materiales de uso rutinario  por instinto y conveniencia.  La trascendencia y su futura vida como familia, poco se recuerda  o ninguna importancia tiene.   La lealtad y la fidelidad para mantener unida a la pareja, "si es que existe", se quiebran ante la contención, el desamor y las críticas permanentes. Peor aun cuando la sexualidad se practica en seres del mismo sexo, en  contra de la ley  natural. El concepto de la unión para convivir entre parejas del mismo sexo,  solo busca el   aporte  físico  egoísta del uno hacia el   otro. No considera, el  respeto a la ley  moral y el orden espiritual requerido,  que debe mantenerse y ser respetado. Por costumbre general, se  practica el sexo  ejerciendo  injusto poder y dominio, buscando solo  el placer  temporal más que el amor  sincero que debe ser cultivado y alimentado siguiendo la ley que rige entre matrimonios. El amor es el núcleo central de la intimidad entre los matrimonios. El amor y la sexualidad se deben compartir sana y oportunamente,  alejados del cansancio, las frustraciones,  las angustias y preocupaciones y el interés personal. Estos intrusos  dañan la relación afectiva, cuando solo se busca la satisfacción pasajera y se pretende  un  mayor rendimiento,  utilizando medios contra natura, para justificar  y motivar la relación.    Esto deja de lado la trascendencia del ser y la visión de llegar a ser seres  de luz, cuando somos obedientes y vivimos las leyes de DIOS, a nuestra medida y conveniencia. Olvidamos las consecuencias y efectos de estos actos contrarios al orden espiritual como almas humanas que somos. El cumplimiento de La ley de  castidad por ejemplo, no es solo es para los solteros como se pregona,  sino  que  se debe respetar con mayor énfasis entre los matrimonios legítimamente constituidos.

La sexualidad con amor sincero entre matrimonios   los une en uno solo.  Los espíritus masculinos y femeninos,  dotados de cuerpos físicos,  se   complementan   el uno con el otro. Es la forma señalada por DIOS cuando Adán y Eva  tomaron  su cuerpo físico.  Por esa razón, la identidad sexual no cambia en las eternidades, ya que proporciona el fundamento del máximo don que el Padre Celestial puede  dar para multiplicar la vida, alcanzar la inmortalidad y la vida eterna en  este universo. Cualquier otra forma de unir parejas, es creación del hombre y la mujer  imperfectos  caídos, cuyo fin es completamente egoísta, temporal  sin espiritualidad y trascendencia alguna,  en abierta  desobediencia a las leyes del   PADRE CREADOR.

Dios nos permite escoger cómo viviremos. No nos obligará a seguir el sendero que Él ha establecido, para lograr la plena felicidad y el gozo en la eternidad. Los mandamientos y los convenios con ELOHIM, constituyen la senda que nos permite llegar a ser herederos plenos en Su reino y coherederos con Jesucristo en sus moradas glorificadas. Al tomar decisiones correctas, desarrollamos la naturaleza divina que está en nuestro interior. Las relaciones sexuales son una de las máximas expresiones de nuestro potencial y naturaleza divina. La adecuada expresión de  amor en nuestra sexualidad,  hace posible que el plan de Dios se lleve a cabo por  las eternidades,  haciéndonos merecedores de llegar a ser DIOSES como ellos lo son.  Dios promete la vida eterna a los fieles, la cual incluye el matrimonio eterno, la procreación  y todas las demás bendiciones de una familia eterna. Él tiene el control de su proyecto de vida, no nosotros

 Los sutiles  engaños de Satanás nos distraen y buscan  eliminar la necesidad de obedecer los mandamientos de Dios, en especial la ley de castidad, entre los jóvenes. Su influencia  opositora es fuerte, y sus  ofertas  a menudo son tentadoras. El mundo natural hace creer  "que todo el género humano se salvaría en el postrer día, y que no tienen por qué temer, sino que podían levantar la cabeza divertirse practicar el sexo libre, la lujuria y la pornografía, vendiendo el sexo como un negocio más o como solo un medio para lograr placer y autosatisfacerse.   Se justifica haciendo creer que JESUCRISTO  nos salvaría a todos, sin importar si hemos cumplido o no el necesario conocimiento de leyes preparatorias para cambiar de plano o nivel de conocimiento a otro plano de  manera apropiada, bajo la guía y orientación correcta y verdadera.   Bajo este falso  criterio desobedeciendo,   no tenemos ningún incentivo para reprimir nuestro apetito sexual, ya que se asume que no hay consecuencias eternas. Se ha sembrado por siglos el concepto, que  si quebrantamos la ley de castidad, no existe problema alguno y  no existiría razón  para arrepentirse.  Esta manera de pensar engañosa resaltando previamente al matrimonio,  la mal  llamada prueba del amor,  resulta para muchos lógica,  seductora y  atractiva. Podemos hacer cualquier cosa que queramos y deseamos, porque  no existen consecuencias eternas y mucho menos acciones disciplinarias para corregir las consecuencias de nuestras faltas o errores. El reino y la gloria de DIOS se  edifican con verdades, obediencia, orden y autodominios, basadas en la dignidad. Otra forma para justificarnos,  no tiene cabida en este nivel de aprendizaje y progreso.

La humanidad alejada de DIOS y sus mandamientos, considera que el sexo  es una necesidad   fisiológica libre, mental y  emocional, cuyo efecto mal entendido,  trae al mundo la anarquía familiar. La creencia generalizada,   es que todo hombre y toda mujer tienen la libertad de hacer con su vida lo que mejor le parezca, sin medir  sus propias  consecuencias y el daño que ejerce la irresponsabilidad.  Esta manera de actuar por lo general oculta,   promueve la desobediencia a la ley de castidad, debido a que el concepto de lo bueno y lo malo está pasado de moda y no tiene efecto alguno sobre los individuos y la familia humana. Acomodamos el diseño y la sabiduría de DIOS a nuestra conveniencia y sufrimos las consecuencias.

 No tenemos  que rendir cuentas por ningún daño o decisión  terrenal, ejecutada de manera egoísta, interesada, descuidada, como traer niños al mundo,  abandonarlos, no contraer matrimonio, divertirse, viviendo relaciones informales para evadir responsabilidades y saciar sus instintos. Se ignora,    el propósito sagrado  de la ley de castidad que para muchos parece anticuada,  innecesaria y no actualizada a la realidad del mundo actual, sumergido en las tinieblas.  La ley de castidad preserva la manifestación y la unión del amor puro para el momento adecuado y oportuno, sobre todo para las mujeres, que desean conformar familias  surgiendo de fundamentos  sólidos, seguros y estables.

Las leyes de Dios no son negociables. Él nos permite ignorarlas, pero no somos libres de crear e imponer nuestras propias reglas por las eternidades, al igual que una persona no es libre de crear sus propias leyes personalizadas.  Dios desea que seamos dignos herederos en Su reino. Es ingenuo esperar recibir Su herencia celestial mientras seguimos un curso diferente al que Él ha establecido.

 Un apóstol  de nuestra época,   contó una experiencia  cuando era médico cirujano del corazón. Señaló que   algunos de los pacientes decían: "Prefiero no tomar ningún medicamento" o "No quiero tener ninguna biopsia del corazón después del trasplante". Agrego,  "Los pacientes son libres de seguir su propio tratamiento, pero no pueden realizar un procedimiento inferior y esperar los mejores resultados.

Lo mismo se aplica a nosotros. Somos libres de escoger nuestro propio rumbo en la vida, pero no somos libres de elegir el resultado de seguir nuestras reglas. El Padre Celestial no tiene la culpa cuando, por desobediencia, no recibimos bendiciones relacionadas con el amor, la sexualidad y la ley de castidad. Dejamos de manera consciente su ofrecimiento  de llegar a vivir en moradas  celestiales.

En esta dispensación, el Salvador enseñó que las leyes eternas no son flexibles ni están abiertas a debate. Él dijo: "Y además, de cierto os digo que lo que la ley gobierna, también preserva, y por ella, se es perfeccionado y santificado. (Quien la obedece.)

Aquello que traspasa una ley, y no se rige por ella, antes procura acomodar la ley  a sí mismo, no puede ser santificado recibir misericordia y la ley de la justicia. No podemos reemplazar las leyes eternas por nuestras propias reglas al igual que un hombre que toca el fuego no puede decidir no quemarse.

Si no somos obedientes, solo gozaremos de lo que estamos dispuestos a recibir. Vivir estos dones, es  la manera correcta para autogobernarnos. Demostramos que estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario,  para recibir todas las extraordinarias bendiciones relacionadas con las familias eternas. Tenemos que elevar nuestra mirada del terreno que pisamos y mirar más hacia el horizonte que nos espera.

 

Las leyes de Dios, al final, siempre son justas. No todos los hijos del Padre Celestial tienen la oportunidad en esta vida de  vivir y experimentar estos dones  matrimoniales  Algunos están convencidos que sus circunstancias particulares hacen imposible vivir la ley del matrimonio, vivir el amor y guardar la castidad.

Sin embargo, debe asumirse desde la perspectiva eterna, que nos enseña Jesucristo. Cuando sentimos que nuestras circunstancias son injustas, es mejor recordar el consejo de un profeta de la antigua américa  quien dijo: "… quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad.

Al elegir guardar los mandamientos de Dios, entre ellos la ley de castidad, experimentaremos gozo y "la paz en este mundo, y la vida eterna. Seremos parte de una familia eterna, con antepasados y posteridad.  Al ser sellados eternamente como  esposo y esposa podremos  ser exaltados y obtener  gloria de la procreación.

Las leyes de Dios están diseñadas para nuestra máxima felicidad. Él desea que usemos nuestro cuerpo y nuestra sexualidad de la manera que Él  lo ha ordenado a fin de que podamos llegar a ser como Él. Hemos sido bendecidos en nuestro matrimonio con una confianza mutua al vivir la ley de castidad. La confianza que nos tenemos el uno en el otro y en nuestro Padre Celestial, crecerá  conforme  guardemos estos valores.  El plan de Dios es el único camino que conduce a la felicidad y gozo  pleno.

 

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