El tiempo, espacio y la velocidad como la entendemos no existen.
EL TIEMPO, EL ESPACIO Y LA VELOCIDAD
COMO LO ENTENDEMOS, NO EXISTEN. LE PONDRÍA LÍMITES A LO INFINITO.
ESTOS CONCEPTOS SON NECESARIOS PARA PODER COMPRENDER NUESTRO DESCONOCIDO UNIVERSO, Y UBICARNOS DENTRO DE ÉL.
Zacarias Jelinek
26-3-21
Comentario:
Cuando comencé a escribir a principios de este mes de marzo sobre este tema, me vi sometido a mucho malestar, fatiga, insomnio y dolor en el cuerpo, hasta el punto que se me hizo difícil pensar y escribir. Entendí que estaba sintiendo de manera escalonada, los síntomas del Coronavirus. Me vi obligado a suspender el tema varias veces, porque carecía de la claridad necesaria para poder armonizar mi conciencia espiritual con la memoria biológica. Recordé una enseñanza que habla, que nuestra mente se puede ofuscar cuando indagamos sobre un tema en particular. Pero también recordé, que todo buen deseo de conocer la verdad que proviene de Dios, nos permite recibirla precepto a precepto, paso a paso, si nuestro interés es sano y verdadero. Finalmente puedo compartir esta información, basada en el portal del mundo cuántico, que nos ayuda a ir disipando el conocimiento místico que tenemos sobre la perfección de seres, que como nosotros, han pasado por su proceso de aprendizaje. Es maravilloso conocer nuestra procedencia, de seres omniscientes, omnipresentes y omni poderosos, que han superado la barrera del tiempo, el espacio.
Partiendo del principio, que no existe nada como materia inmaterial, sino que todo es materia, aunque en niveles de refinación, pureza y energía diferentes, El Tiempo es la dimensión física que le damos en base a nuestro nivel de conocimiento, a una sucesión de estados, por los que pasa la materia tiempo, dentro de los límites del Universo conocido.
La existencia del tiempo como lo percibimos los humanos desde nuestro conocimiento terrenal, ha generado una gran confusión y un verdadero atraso en nuestra civilización. Calculamos el tiempo en función de la rotación y traslación de los planetas como lo hacían los Caldeos 4.000 a.C y las distancias planetarias en base a la teoría de la relatividad y de la luz a principios del siglo 20 del físico judío alemán Albert Einstein. La luz es el único medio conocido para poder acercarnos intentando tocar al menos virtualmente con nuestra mente, las estrellas y planetas, que nos resultan infinitamente lejanos e inalcanzables. A todo le ponemos un principio y un fin, que nos permite medir la verdad de nuestra existencia. Especulamos que un ser humano viajando a la velocidad de la luz a 300.000 kms/s envejecería más lentamente que otro que lo viera partir y se quedará en la tierra. Hasta calculamos que de regresar a la tierra habiendo viajado tan solo a unos 1000 años de distancia, el viajero conocería y participaría en el origen de la historia humana, pudiendo efectuar cambios para corregir su imagen y hasta sus genes en vista al futuro. El proceso de la muerte, podría aplicando un cálculo matemático aumentando la velocidad de la luz o de otra partícula cuántica aun desconocida, detenerse, con lo cual la teoría de Einstein, coincidiría con la afirmación del profeta alma en el libro de mormón escrito por sus ancestros Israelitas. Curiosamente es la luz de Cristo y no la luz del físico judío alemán, que hace posible podamos comprender y ubicar todas las cosas en este Universo. Sobre la primera muy poco conocemos y sobre la segunda no tenemos ninguna esperanza de conocer el Universo viajando solo a la velocidad de la luz, lo cual impone una limitante a nuestro conocimiento humano como hijos de Dioses perfectos.
Me resulta muy interesante reflexionar sobre la enseñanza que el profeta ALMA en el libro de mormón, le señalaba a su hijo CORIANTUM en el año 74 a. C en las américas. Podemos leer en Alma 40:8 al final del versículo, que solo para los hombres esta medido el tiempo y que para Dios todas las épocas son como un día. Alma se refería a la ausencia de los seres que habían muerto y que resucitarían muchos siglos después. Aplica su conocimiento, en la necesaria espera de un día para Dios y 1000 años según el cálculo de esta tierra. Más de 2000 años han transcurrido desde esa profética afirmación de Alma, que podemos analizar con la teoría de Einstein. 6.000 años de espera según nuestro cálculo, para resucitar, nos resulta algo muy difícil de comprender. Alma le aclaró a su hijo esa duda en la escritura señalada.
Hoy a las puertas del nuevo milenio, la respuesta la podemos encontrar, cuando estamos descubriendo la sustancia cuántica, como una energía originaria, que permitió la existencia de este Universo auto organizado. Este concepto, que no existe el tiempo, revolucionaria no solo a la ciencia y la tecnología, sino que en el buen sentido de la palabra, todos los conceptos religiosos del poder, la presencia y el conocimiento de los Dioses que regentan nuestro Universo, incluida la presencia y misteriosa función cuántica que realiza de ESPÍRITU SANTO. Todo ello implica actualizar el conocimiento pasado con esta verdad que parece nueva, pero que realmente siempre ha existido. Tardamos mucho en encontrar esta verdad pero obviamente no estábamos preparados para conocerla. Asocio ese conocimiento que nos permitirá entender la vida, la inmortalidad y la eternidad, con el árbol de la vida que el señor protegió en el jardín de Edén de nuestros primeros padres simbólicamente, colocando querubines con espadas encendidas, para impedir que el hombre se acercara sin estar preparados para recibir ese conocimiento.
En la sustancia o materia cuántica no existe el tiempo. Su presencia y la interconexión entre las diferentes partículas que la componen son inmediatas. Por lo tanto todas las partículas están presentes se separan o interconectan entre sí sin perder sus propiedades. ¿De qué forma, cómo está compuesta y cómo se comporta la sustancia cuántica?, es algo que tenemos que esperar. Esto también explicaría la traslación inmediata de seres de luz como JESUCRISTO, el propio ELOHIM y el ESPÍRITU SANTO. Un respetado y querido profeta de la restauración del evangelio en nuestro tiempo, definió LA LUZ DE CRISTO, COMO UNA SUSTANCIA CON PODER, ENERGÍA INFLUENCIA, PARA INFLUIR EN TODO LO QUE EXISTE EN ESTE UNIVERSO. Para ese momento 1901-1903 nada se conocía de la teoría de Einstein y mucho menos de la física cuántica. Aunque parezca increíble, los chinos están mucho más cerca de establecer con sus experimentos cuánticos desde el espacio hacia la tierra, esta verdad científica oculta, señalada en las escrituras. Resaltó el hecho, que sea en el libro de mormón donde encontramos esa afirmación que el tiempo no existe.
VEAMOS EL DESARROLLO DE ESTA TEORÍA EN LA DOCTRINA EN
LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SUD desde su organización en abril de 1830.
ü Para un ser de luz todo el espacio y todo el tiempo están el presente. Para Dios somos seres sin tiempo. Él percibe el tiempo, como nosotros el espacio. Nos ve tal y como somos no como vamos llegando a ser. Lo afirma y enseña permanentemente, conoce nuestros corazones y mente. Podemos entender la autodefinición del gran Jehová, cuando señalo YO SOY EL QUE SOY. Sin principios de días y fin de años. Que definición más exacta para un ser sin medida de tiempo, pero que sí existe.
ü Las partículas cuánticas se intercambian de manera continua e inmediata. Un proceso que tenemos que seguir estudiando.
ü En la sección de D.C. 38: 1 y 2, el señor Jesucristo en 1831, se identificó ante el joven profeta José Smith, como DIOS Y SEÑOR, el Alfa y el Omega, el principio y el fin de todo lo que existe. Quien contempló la vasta eternidad, antes de que el mundo fuese hecho. El mismo que conoce todas las cosas, porque todas están presentes ante sus ojos. Muy clara definición de un ser que no está limitado por el tiempo y el espacio.
ü En el libro de Moisés 1:6 encontramos al final del versículo que el SEÑOR le afirmó, que todas las cosas están presentes, porque todas las conozco. Es la manera correcta de poder gobernar sobre todo lo que haya creado y que no caiga una sola hoja y un pelo sin que exista un orden o acción preconcebida.
ü D.C: 130: 4-7 El Señor le enseñó a José Smith en 1843, que su tiempo y el nuestro se calcula en base al planeta donde residen, pero le observó: Que los ángeles que le sirven al Padre y viven en su presencia, lo hacen en un globo semejante a un mar de vidrio lugar donde se manifiestan todas las cosas pasadas, presentes y futuras y están continuamente delante del Señor. El simbolismo del mar de vidrio es a mí entender una semejanza con la sustancia cuántica, algo transparente en movimiento, muy dinámico donde todo está integrado y se puede observar todo lo que allí suceda y exista.
ü D.C. 88:41 en 1832 el Señor le revela a José Smith: Que Él comprende todas las cosas y todas las cosas están delante de Él, y todas las cosas están alrededor de Él, y Él está sobre todas las cosas y en todas las cosas y por medio de todas las cosas, y circunda todas las cosas, y todas las cosas son por él y de Él, si Dios, para siempre jamás. Esta escritura es muy clara y no deja duda alguna de su poder presencia, conocimiento que tiene sobre la materia cuántica.
ü Podemos deducir que la luz de Cristo es una sustancia cuántica, que irradia energía pura clara y transparente, teniendo una acción permanente sin tiempo en toda su creación.
ü La luz de Cristo es una sustancia con poder que se nutre de la energía del Padre e influye en todo lo que existe. Es la ley por medio de la cual se gobiernan todas las cosas en el universo y la tierra. El elemento vinculante o de interconexión entre ambos Dioses Elohim y Jehová y toda su creación es el Espíritu Santo, que conserva su característica cuántica como la sustancia más refinada y pura que existe en ese estado espiritual.
ü En el libro de mormón en Moroni 7:16 se señala que todos recibimos el espíritu y la luz de cristo, para poder discernir lo bueno de lo malo.
ü D.C 88: 6-13. En 1832, José Smith, recibió la siguiente revelación. Donde el SEÑOR indica claramente cómo comprendió todas las cosas, como puede estar en ellas en todo momento y como su poder e influencia aún está en toda su creación mencionando el Sol, las estrellas. Aun la luz que irradia la vida en nuestros ojos.
SI NO EXISTE EL limitante TIEMPO, TODA NUESTRA PERSPECTIVA SOBRE LA ESPIRITUALIDAD DEL SER Y LA RAZÓN DE SER DE NUESTRA EXISTENCIA CAMBIARIA, ACERCANDO CADA VEZ MAS NUESTRO CONOCIMIENTO DE LA VERDAD CON LA CIENCIA
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