LA HISTORIA DE LAS GUACAMAYAS EN EL VALLE DE CARACAS.
ORIGEN DE LAS GUACAMAYAS QUE SOBREVUELAN EL VALLE DE CARACAS.
Zacarías Jelinek.
29-12-21
JOAQUÍN y JOAQUINA. Los pica cables de Punta de Mata Estado Monagas 1955-1959.
EL PADRE DE LAS GUACAMAYAS EN CARACAS.
Fueron una pareja de hermosos guacamayos azules y amarillos ya adultas que le regalaron a papá Felix Jelinek Wedja, durante sus visitas a los campos de exploración petrolera al sur de Anzoátegui y Monadas. Los llevo a casa, estando viviendo en Punta de Mata al este de Venezuela. Tan pronto llegaron, a nuestra casa en el campamento llamado de los americanos, mamá les extrajo unas plumas de sus alas para evitar se escaparan. Las colocó en un frondoso árbol de mango que estaba muy cerca de nuestro jardín, que rápidamente treparon para pasar la noche. Durante el día bajaban y caminaban con su garrir o canto al jardín, subiéndose a otros árboles donde practicaban la poda indiscriminada, lo cual no le gustaba para nada a mamá. Papá se reía de sus travesuras y llamaba a Joaquín para que tomara café negro mañanera con él en un pocillo. Joaquín hurgaba el fondo buscando los restos de azúcar que le encantaba Con el tiempo recobraron su capacidad para volar y se marchaban por la mañana temprano, con sus gritos y regresaban por la tarde poco antes de ponerse el Sol. Papá supo por un jardinero, que los guacos habían cortado los cables exteriores de la casa de un gringo que trabajaba en la perforación de pozos. Este había informado de la avería y al verificar el daño se dieron cuenta que habían sido cortados los cables de la luz del exterior por el terrible pico de los Guacamayos. Durante un tiempo estuvieron confinados a jaulas que papá compró, para evitar siguieran generando cortes de luz. Mamá una mañana ante las protestas ruidosas para liberarlos, les abrió la puerta de la jaula y volaron buscando mangos que por días habían estado observando colgando de las ramas, estando verdes. En minutos habían mangos mordisqueados bajo la mata de mango Mamá protestando, ordenaba los recogí éramos y hacia jalea verde de mango, que realmente era riquísima. Espantados con palos y gritos, Los veíamos acercarse y posarse sobre la mata de mango por las tardes, no sin antes pedirle a papá el fondo de azúcar que quedaba en la tasa de café negro que le servía mamá al llegar del trabajo Joaquín era un fanático del azúcar y con tal de tenerla, permitía que papá lo pusiera con las patas para arriba, en sus piernas, le rascara su barriga emplumada y hasta se dormía. Era muy celoso con papá y mi hermana Alida y no permitía que otros se acercaran a ellos cuando les hacían cariño. Sobre todo cuando dormitaba en sus piernas y le rascaban la cabeza. Si observaba con un ojo que mantenía abierto, que alguien se acercaba a papá o a Alida, se bajaba y corría a los que estábamos cerca, tratando de mordernos con su peligroso y afilado pico, que más bien era una verdadera tenaza. Luego frustrado, regresaba a las piernas, haciéndose el dormido manteniendo un ojo abierto.
Un día por el año 1959-60, nuevamente se hicieron las maletas para regresar a Caracas. Joaquín y Joaquina hicieron el lago viaje por tierra de unas 8 horas en una jaula de metal enrejada, con techo rojo de lamina. Al llegar fueron colocados en el jardín al cuidado de mi hermana Flor Alida, hasta que un día decidió regalarlos a una señora de mucho dinero que vivía en el Country Club de Caracas Allí habían pájaros y una gran jaula que esperaba a Joaquín y Joaquina. Las bandadas de guacamayos que cruzan los cielos de Caracas desde los años 70, son descendientes de esa familia de guacamayos liberados por la señora, donde se encontraban Joaquín y Joaquina, quienes ya tenían prácticas de vuelos en pareja, cuando vivían en punta de mata estado Monagas y se habían familiarizados con la gente. Por eso se adaptaron rápidamente y comenzaron a ser alimentados por habitantes de apartamentos en las colinas de Bello Monte, que les hicieron nidos en sus balcones y así comenzaron a tener descendencia, la cual se supone que pasa de las 150 o 200 guacamayas que hacen vida en el valle de Caracas. Se pueden observar en libertad en el Parque del Este llamado Miranda, en los árboles cercanos a las jaulas donde una vez estuvieron encerrados, comiendo de las manos de los niños chogui, cotufas y algunas manís.
Hoy día los cielos al amanecer y al atardecer de Caracas, se ven volar en parejas bandadas de Guacamayas azules y rojas separadamentes. Algunas con sus pichones más pequeños que le siguen. Es frecuente ver llegar algunas muy tarde con sus gritos casi oscureciendo. Desde el techo de mi casa puedo verlas pasar y de repente lanzarse en picada buscando los árboles del parque del Este donde algunas hacen nidos en los troncos secos de los elevados chaguaramos.
En la zona residencial de la Carlota al este de Caracas, acostumbran ponerle comida en las ventanas de los edificios y se escuchan cuando llegan solicitando su comida por las mañanas.
Ver las guacamayas en el video que me hizo llegar un hermano de la Iglesia de Jesucristo obrero del templo de Caracas, que me recibió el 17 de diciembre pasado, justo en el día que casare y sellare a mis padres por tiempo y eternidad, en el Templo de Caracas personalmente, es otro testimonio muy profundo para mí, que papá y mamá están muy complacidos y alegres por esta sagrada ceremonia, que por razones desconocidas, no se había efectuado anteriormente por un error en el lugar donde nació papá en Austria en el año de 1900. Este error de registro fue detectado por el historiador familiar del barrio Los Ruices donde asisto, por otro hermano en Cristo Jesús Frank Uzcategui. Gracias a su deseo de servir y ayudar, pora realizar esta ordenanza en el templo, con la de mis abuelos y bisabuelos Adolfo, Cleo, María, Leopoldo, Matías y Bárbara. También a mi tía Hertha, hermana de papá.
Nota. Esta historia está indicada con el número 18 en el archivo las mascotas del TATA, publicado en mí página wed.
https://felixjelinek2.blogspot.com/
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