EXPERIENCIA ESPIRITUAL TEMPLO DE CARACAS.
EXPERIENCIA ESPIRITUAL
EN EL TEMPLO DE CARACAS
VENEZUELA.
Zacarías Jelinek
20-12-21
8-4-24
Después de más de 20 años ausente del Templo de Caracas, dedicado el 20 de agosto del año 2000, por el Presidente Gordon B. Hinckley y tras muchos dardos encendidos que tuve que enfrentar lanzados por personas que ejercieron injusto poder y dominio en la Iglesia de Jesucristo de los SUD para eliminarme de la obra del SEÑOR, por los años 92-2000, logre finalmente el pasado 17 de diciembre muy temprano, ingresar a la casa de Santidad del SEÑOR, para recordar y renovar mis sagrados convenios y sellamientos, que realice con mi familia en el templo de Salt Lake City en abril de 1986.
Ese día de reencuentro con mi Padre Celestial en su casa, fui muy bendecido tal y como lo señala mi bendición patriarcal, que recibí el 8 de julio de 1982 de manos del muy querido, inspirado y recordado ya anciano Patriarca Rubén Darío Pacheco. Me permito compartir parte de la experiencia de ese día, con mis hermanos espirituales, que por años observaron mi ausencia durante las visitas del barrio al templo, para realizar ordenanzas vicarias y las necesarias visitas regulares personales para ser edificado y fortalecido.
· Luego de las necesarias entrevistas, logré mi recomendación el 12 de diciembre de este año.
· Acudí muy temprano al templo, buscando cumplir con el protocolo de ingreso al templo, consciente que seguramente nadie me reconocería, para activar sin más esperas la recomendación, estando a la espera de ser operado en fecha muy próxima.
· Al pararme frente a la puerta de vidrio de ingreso al templo, mire buscando a alguien conocido que me atendiera. Mi agradable sorpresa fue, cuando vi acercarse a la puerta a un querido hermano, Emilio Ramírez con su traje blanco de obrero del templo, al cual cuando joven, le había otorgado el sacerdocio de Mayor, cuando tenía el llamamiento de Pte., del Distrito Pto., La Cruz por los años 78-83. Sin dudar me reconoció y enseguida me invitó a ingresar, solicitándome mi recomendación firmada, la cual verificó y activo en el sistema interno de control de acceso. De inmediato y ya sobre la hora para empezar la sesión del día, me llevó a los vestuarios, donde con mucha diligencia, espíritu de servicio y reverencia, me asistió y preparó para ingresar al salón Telestial, donde un grupo de hermanos esperaba el inicio de la sección.
· Ese mismo hermano, "el único que conocía" entre muchos otros que allí estaban, dirigió toda la sección con gran conocimiento, autoridad y majestad, asistido con otros hermanos, entre los cuales se encontraba su maravillosa esposa Amanda, que había sido una joven virtuosa en ese distrito de Pto., La Cruz. Tiempo después se casaron y formaron una familia maravillosa y fiel al SEÑOR, trabajando en el templo como obreros Consejeros de la Presidencia, que presidia el Elder Rivero, otro hombre conocido por mí, muy digno y trabajador como obispo en la Estaca Caracas por los años 84-87.
· La sección avanzaba ordenadamente y recibimos conocimiento sagrado de ese digno sacerdote obrero. Al llegar al lugar del velo, que simbólicamente separa el mundo terrestre del reino Celestial, me encontraba atrás, sentado entre los últimos asientos, esperando que fueran llamados los otros hermanos presentes para ser instruidos. Pensaba viendo el trabajo de los obreros del templo frente al velo, sirviendo a los hermanos que eran llamados, lo bueno que sería para mí con un velo de olvido en mi memoria espiritual, que me tocara ser asistido por ese buen y servicial hermano, que me había ingresado al templo, luego de largos y sufridos años de ausencia. Mi deseo se cumplió y haciéndome seña con la mano, me invitó a ponerme a su lado para recordar mi conocimiento ya algo olvidado. Al terminar de ministrarme, fui invitado a pasar al otro lado del velo. Al hacerlo, pude reconocer a otro muy buen hermano, Pablo Fajardo, que conocí por su dignidad y espíritu de servicio, ahora con canas, que se distinguían sobre su cabeza y rostro afrodescendiente. Lo conocí, cuando fui Presidente de la estaca Caracas en los años 1984-1987 y Representante Regional entre 1987 y 1992. Se cumplía la bendición prometida por mi SEÑOR al regresar a ese lugar sagrado, al reencontrarme con tres dignos siervos del SEÑOR trabajando en el templo, sin conocer de mi visita ese día y a esa hora. La promesa de mi SEÑOR había sido cumplida, que llegado ese momento, el espíritu del SEÑOR estaría conmigo para ayudarme a entender y comprender las bendiciones que recibiría en ese sagrado lugar por mi fidelidad y testimonio en Jesucristo. Después de tanto tiempo ausente, lleve conmigo mi bendición patriarcal para leerla en el salón Celestial, pero me fue sugerido no hacerlo, para concentrarme y reflexionar en las enseñanzas que recibiría en ese sagrado lugar, lo cual obedecí, y pude releer al llegar a casa.
Mis achaques de viejo, las secuelas por haber sufrido el Covid 19 y un fuerte sentimiento de soledad, al ver marcharse a Flor Esther mi nieta por adopción de 4 años con su madre a un lejano país, mejoraron notablemente luego de mi visita al templo. Me siento en paz, aceptado por mí SEÑOR y ello me fortalece y me hace muy feliz de que él esté allí siempre dispuesto a amarnos sin condiciones, de manera justa.
Poner nuestra vida espiritual en orden, teniendo FE en JESUCRISTO es muy importante, en estos tiempos borrascosos de pandemia, donde se utilizan vacunas con refuerzos, ante las nuevas variantes de ese virus criminal mutante, que según parece llegó para quedarse, sembrando el miedo y el terror que no es de DIOS.
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