HISTORIA DE PEDRO EL VIEJO JARDINERO
HISTORIA
PEDRO EL VIEJO JARDINERO.
Félix A, Jelinek Maldonado
21-12-19
En cada época de navidad por el recuerdo de la familia en casa, acariciando la piel del terreno milenario de las Flores de Mayo cuando barro y luego acaricio los troncos de los viejos mamones con el chorro abundante agua que llega por esta época de vacaciones, pienso en PEDRO el viejo jardinero, que mamá FLOR integro a las Flores de Mayo al ocaso de su vida. Para ese momento, ya era lento al caminar, trasladarse y cargar sus herramientas de trabajo en su vieja carretilla para jardines de los vecinos. Entre ellas cagaba la pesada podadora de grama manual.
Recordando el triste final de Pedro, cuando un día bajo engaño desapareció y no regreso más a las Flores de Mayo, relato parte de su historia, que viví con el ya anciano. Vivencia que termino de manera engañosa con su existencia en la propiedad de mamá Flor, Las Flores de Mayo. Como he relatado en anteriores escritos, la propiedad de mis padres en los Chorros Caracas, estaba sembrada de árboles frutales; la casa estaba rodeada de jardines y existían perros, gatos y aves. Por ello se hacía necesaria la presencia esporádica de un jardinero, que fuera eficiente, amara la naturaleza y respetara y cuidara las mascotas de la familia. Tenía que tener buen carácter para soportar el de mamá Flor, que era fuerte y muy directa para expresar sus disgustos, cuando algo le molestaba. A una cuadra de casa hacia la plaza, por el año 1950, había una bodega donde su dueño Vicente un hombre muy blanco como Pedro, de origen español descendiente ambos de canarios, vendía víveres, velas, kerosén para las cocinas y era un respetado criador de gallos de pelea. Allí llego mamá Flor un día preguntándole a Vicente, si conocía algún jardinero. Su respuesta fue inmediata y llamando hacia el interior oscuro del rancho que le servía de habitación, dijo: "PEDRO sal, tienes trabajo". Pedro era el hermano mayor de Vicente y otra hermana, que no teniendo familia y casa donde dormir, lo ayudaban con el cuidado de los gallos; de esa manera Pedro le retribuía a su hermano su ayuda por el alojamiento. Pedro siendo un hombre ya mayor de la tercera edad, comenzó a trabajar en las Flores de Mayo 2 días a la semana. Llegaba puntualmente muy temprano por la mañana y le escuchábamos cuando barría los patios y recogía las hojas. Luego podaba las matas, limpiaba el terreno de monte, abonaba, regaba y se marchaba a otros lugares donde cortaba la grama o realizaba su trabajo de jardinero. Dejaba todo limpio, ordenado y mamá Flor le tenía respeto y cariño. Cuando trabajaba en casa, le preparaba almuerzo y estaba pendiente de ofrecerle alguna medicina o algo que necesitara. Los años fueron pasando y en la medida que salía de mi niñez y crecía, conversaba con Pedro, que de plantas, flores y animales conocía mucho. A veces lo sorprendía conversando con las flores o algún pajarito que cantaba cerca donde estaba trabajando. Tenía especial interés cuando observaba los llamados Tucusitos o Colibríes que revoloteaban en las flores de Mamá. Papá también le tenía cariño y apreciaba mucho su trabajo. Pedro era yerbatero y poco a poco, fue sembrando plantas medicinales que mamá usaba en casa. Con el tiempo Pedro más viejo y cansado, hablo con mamá, para que le permitiera dormir en un pequeño depósito que había en un costado del terreno donde mamá le permitía guardar sus herramientas de trabajo. En una época siendo niño, lo construí como una gran pajarera, donde tuvimos muchos pájaros de variadas especies, que hacían nidos y volaban entre grandes ramas protegidos de la lluvia y de los numerosos gatos de la zona. Mamá siempre generosa y caritativa en reconocimiento a sus muchos años de servicio, accedió y Pedro en poco tiempo acondiciono el pequeño de lugar de 4x4 para dormir, cocinar y vivir. Entrar a ese mini cuarto, que se llenaba de luz al abrir la puerta, me llenaba de admiración al ver todo muy organizado, limpio, colgado al alcance de su mano para ser utilizado. Se alumbraba y cocinaba con una lámpara de kerosén y usaba agua de la manguera del jardín para su aseo y comida personal. Le regale un pequeño radio de pilas que uso durante un tiempo, sobre todo escuchando las noticias al amanecer. Observaba de vez en cuando, como Pedro los domingos salía con un traje tipo Liquiliqui de color blanco algo viejo, para sentarse en la plaza de los Dos Caminos, para conversar con los conocidos que llegaban para hacer apuestas en la gallera cercana. Jamás vi a Pedro tomando licor o fumando, su único vicio era mascar tabaco o Chimó que me resultaba desagradable, al verlo escupir una sustancia salivosa oscura una y otra vez. En una oportunidad le pregunte porque lo hacía y me respondió. Catire en el campo masticamos tabaco para tener fuerza y escupimos la saliva donde trabajamos, para mantener alejados las culebras y otros animales ponzoñosos." Agrego, "cuando le toque dormir en el monte, orine antes de acostarse unos dos metros alejado del lugar marcando el perímetro donde se acostara en el suelo. Ese es un buen repelente contra culebras e insectos rastreros". Algunas veces ya adulto recordé el consejo de Pedro, cuando iba al campo y luego construimos una gran casa colonial en la sabana llanera.
Pedro camino a los 90 años, salía diariamente y regresaba al cuarto por la tarde. Ya realmente no podía trabajar y mamá lo sabía muy bien. Algunas veces no salía, pero era muy pulcro haciendo sus necesidades, que recogía en bolsas de papel y botaba en el lugar de la basura en la calle. Mamá nunca tuvo queja alguna de Pedro. Vivía sus últimos días como un ermitaño. Poco se le escuchaba y mamá preocupada lo llamaba. A pesar de su sordera, los fuertes gritos de mamá lo hacían responder, pero un día mamá me comento que tenía temor que Pedro amaneciera muerto. Vicente su hermano había vendido su bodega y se desconocía dónde estaba viviendo. Le respondí que su preocupación era cierta, pero que fuera a la Jefatura Civil del municipio, al menos para prever esa posibilidad, informarse y delegar el hecho de producirse, a las autoridades competentes. Paso el tiempo y ya estando casado y viviendo en el interior, visite a mamá y le pregunte por el Viejo Pedro. Con ojos de tristeza, me dijo que lo habían llevado a un lugar distante de Caracas, donde le habían dicho que habían ubicado a Vicente su hermano que aún vivía. Bajo engaño, "pues Pedro pese a su edad estaba muy lúcido," lo llevaron en carro y lo dejaron en la puerta de la supuesta vivienda de Vicente en la Fila de Mariche al sur este de Caracas. Era un lugar rural, donde existía la costumbre de abandonar animales y personas incomodas. No pude confirmar si esa fue la verdad. Sabía por boca de Pedro que no quería ser una carga para su hermano, y que algún día cercano moriría en algún lugar como un pajarito. Pedro desapareció de nuestras vidas y nunca más se supo de Él. Realmente el viejo Jardinero Pedro, merecía otro destino, pero por decisiones de otros, mamá y Yo le fallamos. En alguna oportunidad intente averiguar el sitio donde supuesta mente había sido dejado, orientado por la información muy básica que me dio mamá, para saber de su estado, pero nadie de ese sector de gran tamaño, pudo darme alguna información.
Este fin fue muy doloroso para mí, porque Pedro era como el abuelo que nunca tuve, con el cual podía conversar durante mi infancia y adolescencia. Me enseño muchas cosas de las plantas y como cuidar y sanar a los animales. Siempre fue un ser muy tranquilo, de mirada dulce, hablar pausado con sencillez y humildad, trabajador incansable y siempre dispuesto a servir, cuando le era requerido alguna tarea o mandado. De haber sido consultado de ese plan, hubiera preferido lo llevaran a un ancianato cercano a los Chorros, "que los había", para terminar sus últimos días sin molestar a nadie o generar gastos siempre incómodos y reprochados por quienes asumen esa responsabilidad. Estoy seguro que mamá Flor o no supo del plan o le fue comunicado luego de haber sacado a Pedro el Jardinero de su propiedad, lugar, donde no molestaba a nadie, pero podía significar para los autores, un tropiezo para llevar a cabo otros planes en mente.
El conocimiento aprendido en la Iglesia de Jesucristo de los SUD, me brinda la seguridad del reencuentro con Pedro el Jardinero y la posibilidad de predicarle el evangelio de Jesucristo. Aunque estoy seguro que como persona noble y recta que fue, con toda seguridad ya debe haber escuchado y aceptado el evangelio. Seguramente espera que alguien de su familia haga la obra vicaria por él. De no ser así, se levantara en la primera resurrección y como ser resucitado allí tendrá la oportunidad de unirse a sus antepasados y seguidores de Jesucristo. Será de gran gozo reencontrarme en algún momento con PEDRO EL VIEJO JARDINERO y poder vivir el amor de Cristo que no pudo encontrar entre sus semejantes y familia en esta tierra.
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