Ley consagración-Orden Unidad milenio.

SISTEMA DE GOBIERNO EN EL MILENIO

 CON JESUCRISTO PRESENTE.

ZACARIAS JELINEK

 23-1-21.

SISTEMA DE GOBIERNO EN EL MILENIO

 CON JESUCRISTO PRESENTE.

ZACARIAS JELINEK

 23-1-21.

 

Faltan pocos años para que se cumpla la promesa de JESUCRISTO  de regresar a nuestro planeta, para culminar su obra salvadora entre sus hermanos, a quienes adopto como PADRE, al entregar su vida Y RESCATARLOS de la muerte. Cumple  con la misión recibida de nuestro PADRE CELESTIAL al ser presentado, llamado,  apartado y ungido,  para  ser nuestro protector y guía. Asumió voluntariamente el compromiso de velar por nosotros, para mantenernos  en el camino correcto. Asumió  nuestras, faltas  entregando su vida,  para restituir la nuestra por la transgresión de nuestros primeros padres terrenales.  Redimidos por su amor y misericordia, podremos  seguir viviendo,  aprendiendo y ganando experiencia, como seres resucitados, para servirle a nuestro PADRE CELESTIAL en lla edificación de su reino.

Los resultados por el uso indebido de nuestra libertad y  albedrio, usando la “sabiduría” y el conocimiento de hombres imperfectos, ha resultado un gran fracaso para miles de millones de nuestros hermanos espirituales y una gran bendición para muy pocos que han permanecido fieles a los convenios que hicimos durante nuestro primer estado antes de venir a la tierra, para de ser probados en todas las cosas. Por esta razón su evangelio de Salvación también llega hasta el mundo espiritual de los que han muerto, siendo culpables de daños, haber muerto  en la ignorancia o haber sido personas justas y correctas. De esta manera  JESUCRISTO  cumplirá su obra, sin que uno solo de los hijos de nuestro Padre Elohim,  queden desamparados.  Aceptamos  venir a esta tierra para prepararnos, aprendiendo y viviendo leyes que nos permitan regresar a su presencia, organizando familias, para compartir y vivir como hermanos la calidad de vida espiritual  que existe en las  moradas celestiales, que existen en este nuestro  Universo.

El gobierno de 1.000 años de  JESUCRISTO en la tierra, que comenzara muy pronto entre quienes lo  aceptamos seguir al nacer en la tierra, tendrá características diferentes a las de los hombres que hasta ahora han gobernado en la tierra. Han sembrado y cultivado por siglos el  egoísmo, la vanidad, la mentira y el engaño, centrando el interés  solo en nuestro propio bienestar. Han ignorado las enseñanzas y guías para lograr el bienestar y la felicidad común, que el SEÑOR predico para llegar a ser una civilización de seres libres, PUROS DE CORAZÓN, capaces de construir futuro por las eternidades y no de  destruirlo. Ninguna civilización puede sobrevivir en nuestro Universo, si sigue cursos alejados de DIOS, aceptando doctrinas falsas sin  esperanzas, mediante programas  engañosos, que solo ofrecen   un supuesto bienestar colectivo, que solo existe entre inteligencias privilegiadas y elites gobernantes, mientras una gran mayoría son esclavos, sujetos a la desigualdad,  a la falta de disponibilidad de los recursos que son para todos, que tenemos que buscar para sobrevivir,  alimentando con nuestro trabajo, procesos de retroalimentación con beneficios para unos pocos, dentro del sacrificio del tiempo y del espacio de cada hijo de Dios.

Esta ley de CONSAGRACIÓN ha sido establecida en cuatro oportunidades sobre esta tierra. Esto indica la gran importancia que Jesucristo le ha otorgado a esta ley, que aún sigue esperando por nosotros.  Obviamente ha intentado respetando nuestro albedrio,  que sea conocida y practicada libremente, para que podamos  apreciarla sin ser compelidos, obligados o mandados. Su plan considera la necesaria oposición en todas las cosas, para aprender a decidir lo que es lo bueno de lo malo.

La primera fue en la época del Profeta trasladado ENOC, séptimo patriarca después de Adán, hijo de Jared y padre de Matusalén, que con su pueblo se hicieron merecedores de ser trasladados a otra esfera. Regresaran durante el milenio, para enseñarnos a vivir la ley de consagración, mostrando el éxito alcanzado siendo nuestros hermanos  terrenales que también  aceptaron nacer en esta tierra, pero fueron obedientes y sabios al seguir el plan de salvación de Jesucristo, estando en la tierra.

La segunda luego de la ascensión de Jesucristo en el meridiano de los tiempos entre sus apóstoles y discípulos, señalado en el libro de hechos en la Biblia  4:35,36.

La tercera se implanto  entre los pueblos Nefitas y  lamanitas de las Américas, luego de la visita de Jesucristo resucitado en el año 34 d.C., relato que podemos encontrar en los registros en el Libro de Mormón, 3Nefi:26:19 y 4 Nefi 1:3.

La cuarta ocurrió, cuando la ley fue restaurada por Jesucristo en febrero de 1831, mediante revelación al profeta José Smith, luego de la restauración del evangelio en abril de 1830. Su práctica duro algo más de 3 años, pero fue suspendida por la codicia, el egoísmo de los hombres y las relaciones con comunidades vecinas, que consideraban esa ley atentatoria contra sus intereses personales y mercantiles.

Con excepción del pueblo de Enoc, los otros pueblos prosperaron durante un tiempo, pero finalmente sucumbieron ante una sociedad gobernada por ignorantes imperfectos, sin espíritu de trascendencia del ser,  guerreristas que dividieron el mundo en parcelas para ejercer injusto poder y dominio, rechazando al DIOS creador de todo lo que existe.

VERDADES FUNDAMENTALES  DE LA LEY DE CONSAGRACIÓN A CONOCER.

1.     El NECESARIO  entendimiento y práctica del amor  enseñado por Jesucristo y su obra.

Este principio rige  en el Reino de los cielos, en otros sistemas planetarios, donde es aceptada  la dirección y la sabiduría de DIOS el Padre ELOHIM, bajo el orden de JESUCRISTO, que se conoce como   la Orden Unida. Consiste en que mujeres y hombres dedican voluntariamente su tiempo, su talento, oficios,  habilidades, bienes materiales y los excedentes de su trabajo productivo, al bienestar común, todos edificando  el reino de DIOS. Consiste también  en compartir la propiedad, recibida, sus bienes y ganancias, luego de cubrir  sus carencias y necesidades individuales y familiares.

2.     El servicio desinteresado. Consiste en socorrer a los pobres, afligidos y necesitados, compartiendo bienes y talentos, compartiendo alimento y abrigo. El albedrio, la propiedad particular y el trabajo  son sagrados,  no obedecen al conocimiento limitado, interesado y controlado  del hombre natural mortal,  sino a la sabiduría de DIOS y al trabajo de los seres resucitados. Por lo tanto no es un sistema  político, con parcelas de poder y autoridades mortales. En este sistema de gobierno de Jesucristo  todos trabajan para su propio bienestar,  administrando los recursos naturales recibidos para producir,  ministrando sobre la personas espiritualmente, para eliminar la desigualdad, la pobreza y la miseria entre hermanos hijos de un mismo Padre Celestial. Bajo este principio divino, no existirá corrupción, aprovechamiento de unos sobre otros, engaños o control sobre  la población, más allá de lo que sea justo y correcto para mantener el orden y la disciplina para mantener los principios y valores correctos. Por el contrario los beneficios  por el trabajo productivo se usaran para motivar el beneficio propio, familiar  y de la comunidad.

3.     El Trabajo se considera como una bendición y no una maldición. En la Orden Unida el trabajo colectivo,  hace que el pobre se sienta elevado y el rico practique la humildad y el servicio, motivando a que los pobres alcancen su mayor potencial tanto espiritual como material. Los ricos y aquellos  bendecidos por su pasada experiencia con mayores talentos, por sus propios esfuerzos y  el conocimiento alcanzado,  compartirán sus logros no por obligación, fuerza o interés, sino para vivir y sentir el gozo de ejercer la CARIDAD QUE ES EL AMOR PURO DE JESUCRISTO.

4.     La AUTOSUFICIENCIA. Es el medio para lograr nuestra independencia individual. Tenemos la responsabilidad de velar tanto espiritual como materialmente por nosotros, por nuestras familias y por la comunidad de nuestro planeta tierra.

5.     ASUMIR RESPONSABILIDADES Y MAYORDOMIAS. Cada quien que ha recibido talentos y dones, debe  ponerlos al servicio de otros. Cada quien debe prepararse, ser adiestrado y calificado, para ejercer un trabajo productivo, de acuerdo al reparto de las necesidades que deben ser cubiertas en la comunidad. Partiendo del principio que todos los recursos existentes son creación de DIOS, debemos responder ante El, por el uso que hagamos de nuestros llamamientos al trabajo. El amarnos los unos a los otros es un principio universal, que se manifiesta mediante el servicio desinteresado, ante la necesidad ajena.

La gran diferencia entre lo que se da voluntariamente por amor a DIOS, a JESUSCRISTO y a nuestros semejantes, en contra de la contribución obligatoria que tenemos que cumplir ante  autoridades o  entes gubernamentales, es la misma que existe entre la libertad para actuar y decidir por nosotros mismos y la esclavitud impuesta para controlarnos, bajo diferentes formas de trabajo engañoso, ejerciendo responsabilidades impropias o malsanas, gratis o  mal remuneradas temporales. Esta mala práctica, nos mantiene alejados de Dios,  consumiendo nuestro precioso tiempo para edificarnos como almas humanas al servicio de Jesucristo.

Entendiendo estos cinco principios de la ley de consagración,  estaremos en condiciones de poder  ejercer  la ley de Dios durante el milenio, con Jesucristo al frente de su obra en la tierra. Donaremos tiempo, recursos, talentos, trabajaremos en proyectos industriales,  agrícolas, artesanales  surgidos en el seno de la necesidad de programas de desarrollo en la comunidad de los seres terrenales en proceso de desarrollo.

No será fácil por el conocimiento,  hábitos y costumbres creados que nos acompañaran al resucitar, por eso su implantación será paso a paso, en la medida de la presencia de personas resucitadas, puros de corazón y con buenas y sanas intenciones, que se pondrán al servicio de una sociedad de  seres mortales que deberán completar sus ciclos de vida,  hasta el momento de sus muertes y resurrección.

Nuestra civilización  llegara a ser  más espiritual y humana, el conocimiento de los cielos aumentara de manera abundante, segura y confiable; entonces estaremos en condiciones de visitar otros planetas y sistemas, relacionarnos y ayudarnos gozosos y felices mutuamente,  edificando el reino de Dios en el Universo, organizando mundos sin fin para la gloria de nuestro PADRE CELESTIAL Y DE SU MARAVILLOSO HIJO  JESUCRISTO.


Faltan pocos años para que se cumpla la promesa de JESUCRISTO  de regresar a nuestro planeta, para culminar su obra salvadora entre sus hermanos, a quienes adoptó como PADRE, al entregar su vida Y RESCATARLOS de la muerte. Cumple  con la misión recibida de nuestro PADRE CELESTIAL al ser presentado, llamado,  apartado y ungido,  para  ser nuestro protector y guía. Asumió voluntariamente el compromiso de velar por nosotros, para mantenernos  en el camino correcto. Asumió  nuestras faltas  entregando su vida,  para restituir la nuestra por la transgresión de nuestros primeros padres terrenales.  Redimidos por su amor y misericordia, podremos  seguir viviendo,  aprendiendo y ganando experiencia, como seres resucitados, para servirle a nuestro PADRE CELESTIAL en la edificación de su reino.

Los resultados por el uso indebido de nuestra libertad y  albedrío, usando la "sabiduría" y el conocimiento de hombres imperfectos, ha resultado un gran fracaso para miles de millones de nuestros hermanos espirituales y una gran bendición para muy pocos que han permanecido fieles a los convenios que hicimos durante nuestro primer estado antes de venir a la tierra, para de ser probados en todas las cosas. Por esta razón su evangelio de Salvación también llega hasta el mundo espiritual de los que han muerto, siendo culpables de daños, haber muerto  en la ignorancia o haber sido personas justas y correctas. De esta manera  JESUCRISTO  cumplirá su obra, sin que uno solo de los hijos de nuestro Padre Elohim,  queden desamparados.  Aceptamos  venir a esta tierra para prepararnos, aprendiendo y viviendo leyes que nos permitan regresar a su presencia, organizando familias, para compartir y vivir como hermanos la calidad de vida espiritual  que existe en las  moradas celestiales, que existen en este nuestro  Universo.

El gobierno de 1.000 años de  JESUCRISTO en la tierra, que comenzará muy pronto entre quienes lo  aceptamos seguir al nacer en la tierra, tendrá características diferentes a las de los hombres que hasta ahora han gobernado en la tierra. Han sembrado y cultivado por siglos el  egoísmo, la vanidad, la mentira y el engaño, centrando el interés  sólo en nuestro propio bienestar. Han ignorado las enseñanzas y guías para lograr el bienestar y la felicidad común, que el SEÑOR predicó para llegar a ser una civilización de seres libres, PUROS DE CORAZÓN, capaces de construir futuro por las eternidades y no de  destruirlo. Ninguna civilización puede sobrevivir en nuestro Universo, si sigue cursos alejados de DIOS, aceptando doctrinas falsas sin  esperanzas, mediante programas  engañosos, que solo ofrecen   un supuesto bienestar colectivo, que solo existe entre inteligencias privilegiadas y elites gobernantes, mientras una gran mayoría son esclavos, sujetos a la desigualdad,  a la falta de disponibilidad de los recursos que son para todos, que tenemos que buscar para sobrevivir,  alimentando con nuestro trabajo, procesos de retroalimentación con beneficios para unos pocos, dentro del sacrificio del tiempo y del espacio de cada hijo de Dios.

Esta ley de CONSAGRACIÓN ha sido establecida en cuatro oportunidades sobre esta tierra. Esto indica la gran importancia que Jesucristo le ha otorgado a esta ley, que aún sigue esperando por nosotros.  Obviamente ha  respetado nuestro albedrío,  que sea conocida y practicada libremente, para que podamos  apreciarla sin ser compelidos, obligados o mandados. Su plan considera la necesaria oposición en todas las cosas, para aprender a decidir lo que es lo bueno de lo malo.

La primera fue en la época del Profeta trasladado ENOC, séptimo patriarca después de Adán, hijo de Jared y padre de Matusalén, que con su pueblo se hicieron merecedores de ser trasladados a otra esfera. Regresaran durante el milenio, para enseñarnos a vivir la ley de consagración, mostrando el éxito alcanzado siendo nuestros hermanos  terrenales que también  aceptaron nacer en esta tierra, pero fueron obedientes y sabios al seguir el plan de salvación de Jesucristo, estando en la tierra.

La segunda luego de la ascensión de Jesucristo en el meridiano de los tiempos entre sus apóstoles y discípulos, señalado en el libro de hechos en la Biblia  4:35,36.

La tercera se implantó  entre los pueblos Nefitas y  lamanitas de las Américas, luego de la visita de Jesucristo resucitado en el año 34 d.C., relato que podemos encontrar en los registros en el Libro de Mormón, 3Nefi:26:19 y 4 Nefi 1:3.

La cuarta ocurrió, cuando la ley fue restaurada por Jesucristo en febrero de 1831, mediante revelación al profeta José Smith, luego de la restauración del evangelio en abril de 1830. Su práctica duró algo más de 3 años, pero fue suspendida por la codicia, el egoísmo de los hombres y las relaciones con comunidades vecinas, que consideraban esa ley atentatoria contra sus intereses personales y mercantiles.

Con excepción del pueblo de Enoc, los otros pueblos prosperaron durante un tiempo, pero finalmente sucumbieron ante una sociedad gobernada por ignorantes imperfectos, sin espíritu de trascendencia del ser,  guerreristas que dividieron el mundo en parcelas para ejercer injusto poder y dominio, rechazando al DIOS creador de todo lo que existe.

VERDADES FUNDAMENTALES  DE LA LEY DE CONSAGRACIÓN A CONOCER.

1.     El necesario  entendimiento y práctica del amor  enseñado por Jesucristo y su obra.

Este principio rige  en el Reino de los cielos, en otros sistemas planetarios, donde es aceptada  la dirección y la sabiduría de DIOS el Padre ELOHIM, bajo el orden de JESUCRISTO, que se conoce como   la Orden Unida. Consiste en que mujeres y hombres dedican voluntariamente su tiempo, su talento, oficios,  habilidades, bienes materiales y los excedentes de su trabajo productivo, al bienestar común, todos edificando  el reino de DIOS. Consiste también  en compartir la propiedad, recibida, sus bienes y ganancias, luego de cubrir  sus carencias y necesidades individuales y familiares.

2.     El servicio desinteresado. Consiste en socorrer a los pobres, afligidos y necesitados, compartiendo bienes y talentos, compartiendo alimento y abrigo. El albedrío, la propiedad particular y el trabajo  son sagrados,  no obedecen al conocimiento limitado, interesado y controlado  del hombre natural mortal,  sino a la sabiduría de DIOS y al trabajo de los seres resucitados. Por lo tanto no es un sistema  político, con parcelas de poder y autoridades mortales. En este sistema de gobierno de Jesucristo  todos trabajan para su propio bienestar,  administrando los recursos naturales recibidos para producir,  ministrando sobre la personas espiritualmente, para eliminar la desigualdad, la pobreza y la miseria entre hermanos hijos de un mismo Padre Celestial. Bajo este principio divino, no existirá corrupción, aprovechamiento de unos sobre otros, engaños o control sobre  la población, más allá de lo que sea justo y correcto para mantener el orden y la disciplina para mantener los principios y valores correctos. Por el contrario los beneficios  por el trabajo productivo se usarán para motivar el beneficio propio, familiar  y de la comunidad.

3.     El Trabajo se considera como una bendición y no una maldición. En la Orden Unida el trabajo colectivo,  hace que el pobre se sienta elevado y el rico practique la humildad y el servicio, motivando a que los pobres alcancen su mayor potencial tanto espiritual como material. Los ricos y aquellos  bendecidos por su pasada experiencia con mayores talentos, por sus propios esfuerzos y  el conocimiento alcanzado,  compartirán sus logros no por obligación, fuerza o interés, sino para vivir y sentir el gozo de ejercer la CARIDAD QUE ES EL AMOR PURO DE JESUCRISTO.

4.     La AUTOSUFICIENCIA. Es el medio para lograr nuestra independencia individual. Tenemos la responsabilidad de velar tanto espiritual como materialmente por nosotros, por nuestras familias y por la comunidad de nuestro planeta tierra.

5.     ASUMIR RESPONSABILIDADES Y MAYORDOMIAS. Cada quien que ha recibido talentos y dones, debe  ponerlos al servicio de otros. Cada quien debe prepararse, ser adiestrado y calificado, para ejercer un trabajo productivo, de acuerdo al reparto de las necesidades que deben ser cubiertas en la comunidad. Partiendo del principio que todos los recursos existentes son creación de DIOS, debemos responder ante Él, por el uso que hagamos de nuestros llamamientos al trabajo. El amarnos los unos a los otros es un principio universal, que se manifiesta mediante el servicio desinteresado, ante la necesidad ajena.

La gran diferencia entre lo que se da voluntariamente por amor a DIOS, a JESUSCRISTO y a nuestros semejantes, en contra de la contribución obligatoria que tenemos que cumplir ante  autoridades o  entes gubernamentales, es la misma que existe entre la libertad para actuar y decidir por nosotros mismos y la esclavitud impuesta para controlarnos, bajo diferentes formas de trabajo engañoso, ejerciendo responsabilidades impropias o malsanas, gratis o  mal remuneradas temporales. Esta mala práctica, nos mantiene alejados de Dios,  consumiendo nuestro precioso tiempo para edificarnos como almas humanas al servicio de Jesucristo.

Entendiendo estos cinco principios de la ley de consagración,  estaremos en condiciones de poder  ejercer  la ley de Dios durante el milenio, con Jesucristo al frente de su obra en la tierra. Donaremos tiempo, recursos, talentos, trabajaremos en proyectos industriales,  agrícolas, artesanales  surgidos en el seno de la necesidad de programas de desarrollo en la comunidad de los seres terrenales en proceso de desarrollo.

No será fácil por el conocimiento,  hábitos y costumbres creados que nos acompañaran al resucitar, por eso su implantación será paso a paso, en la medida de la presencia de personas resucitadas, puros de corazón y con buenas y sanas intenciones, que se pondrán al servicio de una sociedad de  seres mortales que deberán completar sus ciclos de vida,  hasta el momento de sus muertes y resurrección.

Nuestra civilización  llegara a ser  más espiritual y humana, el conocimiento de los cielos aumentará de manera abundante, segura y confiable; entonces estaremos en condiciones de visitar otros planetas y sistemas, relacionarnos y ayudarnos gozosos y felices mutuamente,  edificando el reino de Dios en el Universo, organizando mundos sin fin para la gloria de nuestro PADRE CELESTIAL Y DE SU MARAVILLOSO HIJO  JESUCRISTO.








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