ULTIMO LLAMADO PONER NUESTRA VIDA ORDEN

LA ÚLTIMA TROMPETA DE

 AMONESTACIÓN.

Zacarías Jelinek

27-1-21

Amonestación significa alertar, avisar, llamar la atención, ante eventos o peligros que están por suceder. Durante la huida de Egipto del pueblo de Israel por el desierto del Sinaí, utilizó hace más de 3.000años,  un instrumento de viento de origen animal en forma de cuerno, como llamada de alerta, durante su peregrinar de 40 años cuando siguieron al Profeta Moisés, rodeado de necesidades y penurias, para lograr su libertad luego de siglos de esclavitud.

Nuestra existencia en este planeta ha sido una permanente amonestación para arrepentirnos, corregir el rumbo equivocado que como civilización llevamos al seguir planes, mensajes y voces, contrarias al orden de los cielos de dónde venimos.

JESUCRISTO ha sido llamado desde el mundo preexistente a la vida en la tierra, para ser nuestro tutor ante el Padre.  Ante la sordera,  indiferencia y ceguera espiritual colectiva de millones y la aceptación de pocos que  le han reconocido como nuestro Salvador y redentor por su amor, atributos y deseos incondicionales de ayudarnos, ha expresado a través de sus profetas, que el tiempo del arrepentimiento está llegando a su fin, igual como sucedió en los tiempos de NOÉ, antes del  diluvio universal que acabó con la iniquidad y la idolatría.

Para sus seguidores, personas justas y de buen corazón, este llamado es de alegría y felicidad. Para quienes le siguen ignorando,  no quieren escuchar, están perdidos y desorientados sin saber dónde encontrar la verdad de su existencia, se trata  solo de una falsa historia más, con anuncios de juicios y calamidades que no ocurrirán.  Las señales de los tiempos indican todo lo contrario y se han estado  cumpliendo como han sido profetizadas".  Los no creyentes todavía pueden dedicar algo de su tiempo terminal, para comprobar los hechos  en las escrituras.  En este último llamado, el SEÑOR   limpiará su viña de maleza  y su mano poderosa se extenderá para evitar que su pueblo continúe a la deriva como barco sin timón, y naufrague en medio de los tiempos tormentosos  y grandes calamidades que se avecinan. La gran señal de su llegada prometida, será observada  en los cielos y sobre la tierra, que tampoco hemos valorado. En ese momento ya no habrá marcha atrás y comenzará  el llorar y el crujir de dientes entre millones de seres que estarán desamparados por sus propias acciones de indiferencia hacia DIOS.

Las combinaciones secretas, ocultando su maldad e impiedad, llegaran irremediablemente  a su fin, porque DIOS JAMÁS PODRÁ SER BURLADO. El príncipe de paz, una vez más, invitara a quienes hayan sido fieles a sus convenios  a retornar a la presencia de nuestro PADRE CELESTIAL, que nos espera tal y como lo prometió en el concilio de los cielos, para compartir su gloria con sus hijos.

 Las fuerzas del bien y del mal,  surgidas de las inteligencias, se han enfrentado por siglos en la tierra. Comenzará el tiempo de poner todas las cosas en orden para reunirnos con nuestras familias fallecidas y preparar a la tierra para el día del juicio final está por comenzar.  1.000 años nos puede parecer un tiempo muy largo, pero  en el tiempo del SEÑOR, se trata solo de un día, para completar el séptimo sello, señalado en las escrituras y el apocalipsis.  El SEÑOR ha estado preparando y probando a su pueblo, separando la cizaña del trigo  y los descarriados cabritos de las ovejas, para culminar su obra  frente a un adversario, que con gran astucia ha logrado reunir a millones que han sido engañados, sin tan siquiera conocer el plan de salvación y redención de Jesucristo. El SEÑOR  con otros millones  que si le han sido fieles y leales en esta lucha de inteligencias que existe en el Universo, utilizará el último milenio de nuestro tiempo de prueba, para que vivos y muertos, escuchen su palabra de paz y amor,  decidiendo libremente a quien seguirán, antes de acudir ante el tribunal de amor de nuestro PADRE CELESTIAL, llevados por Jesucristo. Allí   rendiremos cuenta de nuestro registro de vida, recibiendo la morada y los grados de gloria que merezcamos, con nuevas mayordomías de eternidad en eternidad.

                                 Busquemos en la oscuridad la luz de Jesucristo no la luz articifial del mundo