Abuelos. Mascota Caiman del Orinoco.

MI ABUELA
MARÍA SAMARRA
Y SU CAIMÁN DEL ORINOCO



Félix A. Jelinek Maldonado.
11-8-17
Por estos días he estado pensando mucho en mi abuela MARIA SAMARRA, y tiene que ver con el trabajo sobre mi MI HISTORIA FAMILIAR.  Recientemente he llevado los nombres de mis abuelos al TEMPLO para realizar  su casamiento por la eternidad y sellarlos a sus padres mis bisabuelos y a sus hijas Flor y Mercedes. El ESPIRITU DE ELIAS sigue su trabajo y Yo trato de hacer mi parte, obedeciendo a lo señalado en mi bendición Patriarcal,  que indica que debo apresurar el trabajo vicario haciendo la obra por ellos. Recientemente  envié unos 200 nombres de antepasados muertos por la línea  de mi padre Félix Alois, al Templo,  nacidos en la antigua Checoslovaquia, Polonia y Austria. Mi Padre fue el primer Jelinek que llego a Venezuela  en 1929. Seguramente muchos de ellos ya han recibido el Evangelio restaurado en el mundo espiritual y esperan la oportunidad para ser bautizados, nacer del agua arrepentidos  y  seguir a Jesucristo. Así se me señalo en mi bendición Patriarcal.


LOS SAMARRA BETANCOURT.

MAMITA, así los nietos llamábamos a nuestra querida  abuela, nació  en 1860,  en un Hato de unas  10.000 hectáreas,  llamado DON JOSÉ, en la región del bajo Apure, estado llanero al suroeste de Venezuela,  entre la región de Cunaviche y Merecure.  Descendía  de Judíos Sefarditas que estuvieron llegando a  Venezuela durante la colonia, luego de su expulsión  por los Reyes de España, provenientes de  las islas de Caribe, principalmente de la isla Holandesa de Curazao. Mi bisabuelo DON JOSE SAMARRA, nació en el mismo Hato que fundaron en Apure mis tatarabuelos por los años 1820 al final de la guerra de independencia.  Allí creció en medio de las sabanas, la  rudeza y la soledad del llano, criando ganado, caballos y mulas. Mi bisabuelo se casó con EMILIA BETANCOURT MIRABAL,  otra hija de españoles, con raíces Hebreas,  que curiosamente coincidieron en ese estado Llanero, que se caracterizó por  enfrentar y derrotar  a las tropas del Rey de España. Por su  fiereza, luego de la muerte del sanguinario José Tomas Boves, los llaneros fueron ganados para la causa patriota en 1813. MI  bisabuela Emilia con José, tuvo dos hijos María y JOSE el boticario.
Mi abuela era una mujer  bella, de baja estatura, muy blanca, de ojos azules como mi bisabuelo José.  El apellido original se escribe  SAMARA y tiene su origen en IRAK, donde existe una importante ciudad con ese nombre.  Es muy posible que cuando llegaron  los Samara a España,  entre el 1200 y el 1300, por su pronunciación, los españoles le agregaran otra R y cambiaron la S por Z, así que para los apureños en Venezuela  se trataba de DON JOSE ZAMARRA y su familia, que tenía una hija MARIMACHA mi abuela por su destreza en manejar el Hato de mi Bisabuelo José. Este apodo se otorga a las mujeres criadas en Hatos, que aprenden todas las faenas del llano como los hombres, como ordeñar vacas, domar caballos, marcarlos, herrarlos, arriar y recoger el ganado para finalmente  venderlo. Rómulo Gallegos describe al llanero,  en su famosa obra Doña Bárbara: Vio que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas"  En ese entorno entre hombres, creció  mi abuela MARIA. Aprendió entre ellos a tocar el Arpa, el cuatro, las  maracas hechas de parapara (semillas dentro de un fruto grande hermético de forma redondeada, que los llaneros utilizan para tomar agua).  Bailaba  Joropo con los peones del Hato con las maracas  atadas a sus alpargatas. Ya  muy viejita, nos reíamos, al verla trastabillar  haciendo demostraciones de como bailaba cuando era joven, con las maracas  atadas a su pies. Conocía muchas historias del llano, que nos contaba por las tardes, sentada en su mecedora.
Mis bisabuelos JOSÉ y EMILIA, también criaron a dos indiecitos de la etnia Yaruros, abandonados por sus madres. Era una costumbre de la época, entregar los hijos a los patrones para que crecieran en los hatos y trabajaran..
Mi bisabuelo JOSE SAMARRA nació en 1846, sus padres apoyaron la causa patriota. Era un hombre  de carácter fuerte,  rudo,  curtido bajo  el inclemente sol del llano. De    decisiones firmes,  trabajaba a la par de los peones, para dar el ejemplo y hacerse respetar. Para vivir en medio de la soledad del  llano, el hombre tenía que ser considerado un  verdadero  macho como lo llaman  en Venezuela, por ello le respetaban y aceptaban su autoridad. Mejoro la casa que les dejaron sus padres,  con amplios corredores, y techo de tejas españolas a cuatro aguas, lo cual la hacía muy fresca y ventilada durante el día. Allí creció mi abuela, entre montes, frondosos árboles llamados merecures,  culebras tragavenados, extensas pampas o sabanas, tigres  cunaguaros, una gran fauna y muy variada de aves, como el Garzón soldado, garza de gran tamaño que al andar pescando en la sabana inundada, se asemeja a un soldado que camina realizando su guardia. Creció entre hombres  recios y duros por el trabajo del campo.  Aprendió a leer y a escribir con sus padres en el hato. Por las noches nos  cuenta, escuchaba tocar arpa y el cuatro a los llaneros, que se reunían alrededor de las  fogatas para cantar sus tonadas  y contarse sus   cuentos de aparecidos, muertos y fantasmas, que decían ver en los caminos cuando andaban a caballo o mulas realizando viajes de noche, buscando vacas perdidas.
 De vez en cuando viajaban a San Fernando de Apure, fundada en 1788  distante un día a caballo, para hacer compras y asistir a la misa, confesarse y conversar con el Cura del pueblo y el jefe civil amigos de su padre.
LA MASCOTA DE MI ABUELA EL VAQUIRO LLAMADO MIGUELITO.
Mi abuela viajaba con un Vaquiro, especie de cochino de monte, que había criado y era su mascota. Las mujeres en la misa se quejaron ante el Cura o párroco de la Iglesia, porque el vaquiro  llamado Miguelito;  andaba suelto  entre las bancas, oliendo las piernas de las mujeres cubiertas con sus largos vestidos domingueros durante la misa, y las asustaba. Hablaron con el Cura y este llamo a parte a Mamita y le solicito que no llevara el vaquiro a la iglesia. Mi abuela le respondió, "dígaselo usted mismo a mi papá DON JOSE, que bastante ayuda a esta Iglesia con sus donaciones." Por supuesto siguió llevando el pequeño y travieso vaquiro y nada paso. Cuando contaba la historia, se reía a carcajadas, recordando a las damas encopetadas  residentes en la capital del estado, cambiarse de bancas  presurosas, guardando   silencio para mantener la reverencia en la Iglesia, cuando miguelito iniciaba sus inspecciones y reconocimiento, seguramente oliendo sus extraños perfumes.
OTRA MASCOTA DE MI ABUELA EL POTRO DE NOMBRE EL ANDALUZ.
Mi bisabuelo JOSE,  le regalo a mi abuela un potro de raza árabe blanco. Los padres llegaron de Andalucía- España  como sementales para la cría de caballos para las tropas de Rey que servían en Venezuela. Como criador de caballos, tenía buenos sementales. El potro ya grande  se veía imponentes al lado de los caballos criollos alazanos que resultaron ser más eficaces  en el combate   durante   la guerra de independencia en los llanos, por su menor tamaño,  gran movilidad y rapidez en los piques, en lo cual los llaneros eran muy diestros en el uso de sus afiladas  y largas lanzas, cuando enfrentaban  los pesados  sables de las tropas españolas. Además tanto los caballos y los llaneros estaban vacunados contra las enfermedades del llano, lo cual fue motivo de muchas bajas entre las tropas españolas. La batalla ocurrida en las Queseras del medio en 1819, estaba  a pocos kms del hato de mis Bisabuelos.  En esa histórica batalla, se comprobó  la superioridad del llanero en el manejo de sus caballos de porte debiluchos, al lado de los  papeados  y pesados caballos de los españoles.  Mi abuela nos contaba,  que llamo  a su caballo el andaluz, porque los padres habían venido de ese lugar, pero que realmente el nombre era, porque de potro era más rápido que los otros caballos y los llaneros lo llamaban rayo y ella en sus típicas  bromas ya anciana nos decía que lo llamaba   ANDA LUZ por su rapidez como el rayo.

ROBO CASTIGO Y ASESINATO DE MI BISABUELO JOSÉ.
En el hato había llaneros e indios, que realizaban las tareas y duras faenas  diarias del Hato, que contaba con unas 5.000 cabezas de ganado, dispersas en potreros sin cercos. Bastaba solo ver la marca del animal, para ubicar su procedencia y devolverlo a sus dueños.  Un día el  viejo capataz nacido en Guasimal, un embarcadero de ganado, víveres y mercancía  en chalanas,  le informo a mi abuelo muy temprano, que unos aperos de caballos habían desaparecido del depósito.  Mi bisabuelo reunió a los peones y les dio un plazo ante de la puesta del sol de ese mismo día, para que lo robado fuera colocado al pie de un tronco  de  Merecure, árbol muy resistente y común en el hato, ubicado en el medio del patio frente a la casona colonial, que servía de castigo. La casona la construyeron los Samarra con madera de acapro, tejas y paredes  rellenas de barro entre guafas o palos de caña. Llegada la hora fijada por mi bisabuelo, concurrieron los peones en silencio y nadie hablaba. Mi bisabuelo  JOSÉ  espero que todos estuvieran  y recordó  cual era el castigo si no aparecía el culpable.  Consistía en que cada uno de los peones, seria atado al palo y recibiría de acuerdo a su antigüedad en el Hato, más o menos latigazos. El azote lo  iniciaba  mi abuelo y lo seguía su capataz. Uno de los llaneros se apartó del grupo y exclamo: ¡DON JOSE, YO NO VOY A PAGAR CASTIGO   AJENO¡  agregando, Yo sé quién se robó los aperos y de inmediato señalo al mayor de los indios criados por mis bisabuelos de nombre Ramón, que tenía unos 22 años. Cuenta mi abuela MAMITA,  que con su madre  DOÑA EMILIA,   quedaron sorprendidas, pues Ramón era como un miembro de la familia y se le permitía ingresar a la casa. Mi bisabuelo,  llamo a Ramón,  y le pregunto si era cierta la acusación, a lo cual contesto cabizbajo  afirmativamente. De inmediato mi Bisabuelo lo hizo amarrar en el horcón de castigo. MI bisabuela Emilia  como madre adoptiva, intercedió por Ramón, pero mi bisabuelo que era la ley en el hato,  inicio  los primeros latigazos y luego ordeno al capataz que continuara hasta completar la cantidad fijada. El capataz  lo hizo con mayor gana, pues existía una rivalidad entre los indios y los llaneros. Estos  últimos decían que los indios eran flojos y que ellos los llaneros eran  los paga peos de sus faltas,  además se quejaban que  los indios eran mejor tratados.  Ciertamente Mamita nos decía, que los llaneros trabajaban más, eran confiables y  asumían los retos más difíciles sin protestar y  que aunque   cuenteros de oficio, eran más leales que los indios, que abundaban en la zona viviendo de la pesca en los caños y ríos. Sin duda mi abuelo confiaba mucho más en los llaneros y eso molestaba a los indios.
Pasaron dos semanas del castigo y mi Abuela María, que se levantaba a las 3 de la madrugada  para dirigir el ordeño de las vacas, salió al corredor donde su padre acostumbraba dormir cuando hacía mucho calor, en una hermosa hamaca, que EMILIA  su esposa y su hija mi abuela, le habían tejido con pabilo blanco durante las noches sentadas en el corredor, para su cumpleaños. Los perros permanecían echados  callados bajo la hamaca, entre ellos el preferido de mi abuelo, que llamaban el sargento, porque era el jefe entre los demás perros. Al no ver movimiento o ruido alguno, se acercó para despertarlo y vio que su pecho estaba lleno de sangre. Grito y de inmediato se dieron cuenta que  su padre tenía rato muerto. Lo habían apuñaleado con un cuchillo. Solo los indios criados, podían acercarse a la hamaca cuando el descansaba y entrar a la casa, por ello los   perros no  ladraron incluido a sargento. MI abuela MAMITA pensó en el indio  Ramón, que había sido castigado por el robo y lo mando a llamar, pero nunca más apareció. Los llaneros le dijeron a Doña EMILIA, ¡Ramón cogió monte buscando los suyos!  La sospecha calló sobre Ramón a quien la sabana  se lo  tragó y nunca más se supo de El.
La falta de mi bisabuelo  en un hato aislado en medio de la llanura,   viviendo entre hombres solitarios, rudos y ásperos, se convirtió en un reto para EMILIA,  la joven y   bella  MARIA mi abuela. El hijo varón, mi Tío abuelo José, no le gustaba el  campo y fue enviado a estudiar remedios y farmacia en SAN FERNANDO  la capital del estado, distante 1 o 2   días a caballo. José fue el primer Boticario de San Fernando de Apure. No se le conoció descendencia. No tuvo interés en reemplazar a su padre a su muerte.

DOÑA EMILIA Y MAMITA TOMAN LAS RIENDAS DEL HATO.
Con su crianza en el llano, 25 años de edad y diestra en el manejo del Hato, asumió  con su madre EMILIA  el rol de patrona a la muerte de su padre JOSE. Criaba vacas, las engordaba y cada año arriaba el ganado hasta un embarcadero a las orillas del  rio Apure que se unía al Rio Orinoco. Desde ese lugar continuaba un largo viaje por el rio,  usando  chalanas o barcazas de madera cargadas de ganado para la venta, navegando  rio abajo durante 3 días,  dependiendo las paradas  por el nivel del rio y la época para navegar  por el caudaloso y ancho rio, hasta llegar a Ciudad Bolívar, un puerto fluvial importante  capital del estado  Bolívar,  con salida al Atlántico, por el delta de boca de dragones, que conecta el Atlántico con el Mar caribe. Compradores de la Isla de Trinidad, esperaban la llegada del ganado en ese  importante puerto fluvial.
MI abuela era una joven mujer hermosa, que montaba caballo a horcajadas, llegaba a   ciudad Bolívar montada sobre el Andaluz, arriendo con sus llaneros el rebaño al lugar donde se concentraba el comercio y la mercancía que salía para  la isla de Trinidad y Tobago. Principalmente, para vender sus vacas, mulas,  caballos,  comprar  víveres para el Hato, que llegaban por barco de las Islas inglesas y holandesas. Siempre viajaba acompañada del viejo y fiel capataz, RAMÓN  que la cuidaba como una hija.

ENCUENTRO DE MAMITA CON EL DR. HERCULES MALDONADO.
En una oportunidad visitaba la ciudad un joven funcionario andino Tachirense  de unos 25 años de la primera promoción de ingenieros graduado  en Caracas, de nombre HERCULES MALDONADO CAICEDO. Joven de confianza al servicio  de  su compadre el  General JUAN VICENTE GOMEZ, presidente de la republica también andino, quien era el primero y principal comprador del ganado, que luego revendía en  otros lugares, del país o del Caribe. La oferta  de compra por las reses que presentaba Mamita, fue efectuada por mi abuelo Hércules, a través de un empleado de la aduana, que no fue del agrado de mi abuela María. Al trote sobre el andaluz,  hizo acto de presencia en el lugar donde se hallaba mi abuelo instalado esperando la respuesta, quien al verla venir con gran dominio sobre su vistosa cabalgadura,  pregunto ¿quién era la joven y hermosa  amazona? Le respondieron: es    DOÑA MARIA SAMARRA del  bajo Apure, la hija de Don José, que mataron., que trae el ganado a la venta.  Mi futuro  abuelo soltero y con autoridad, ordeno que la pasaran a una salita, donde de inmediato quedo prendado, por su belleza, temple y figura quemada por el Sol, donde brillaban sus ojos claros en medio de la cara achocolatada por el sol. Mi abuela nos cuenta, que no se discutió el precio y de enseguida el joven funcionario ordeno el pago, no sin antes invitarla muy cortésmente a cenar esa noche, lo cual mi abuela acepto, disque  por educación y compromiso.  Pues de entrada no le despertó interés alguno el joven andino acartonado, serio pero galante. Sin duda ejercía la autoridad en ese lugar al ver la manera como era obedecido.  Los llaneros son muy diferentes a los andinos. En una carta de mi abuelo al General Gómez, le solicito le enviará  andinos, que eran mejores trabajadores y más confiables que los orientales acostumbrados al comercio, por la actividad  mercantil en esa zona del país.

LA VENTA DEL HATO.
Pasado un tiempo Mi bisaabuela Emilia  vendió el HATO DON JOSÉ y  se mudaron a SAN FERNANDO la capital del estado con su hijo JOSÉ el Boticario. Mi abuela, se casó con el Andino HERCULES MALDONADO. Su nombre de pila era Cristóbal, pero lo llamaban Hércules en la Universidad d Caracas, porque siendo bajito de estatura, de contextura delgada,   tenía mucha fuerza, era pocas pulgas,   fuerte carácter y buen estudiante, por ello era muy respetado por sus compañeros..  Mi abuelo como buen andino  no aceptaba rochelitas, jugaderas o chistecitos de mal gusto.  También provenía del campo, pero entre montañas y era hijo  de un Padre  estudiado,  cabeza caliente y revolucionario en su época.  Trabajo de niño al lado de su Madre  mi bisabuela Cleofe, entre Ureña y  San Antonio del Táchira, en medio de  los  frecuentes  exilios de su padre mi bisabuelo, que pasaba la frontera a Colombia o viceversa de acuerdo a los eventos y persecuciones políticas.  Luego fue enviado a Caracas para que estudiara en la Universidad.  Ya casados, mi abuelo celaba mucho  mi abuela, que le gustaba cantar, bailar y siempre era la anfitriona de la casa, no así mi abuelo que era muy reservado,  introvertido y desconfiado.
Muchos son los cuentos de Mamita, que como buena llanera le gustaba relatarnos con su voz  gruesa de mujer con mando;  cuentos del silbón, la Sayona, la burra manía, el descabezado que andaba  caballo, entre otros.  Muy viejita se quedaba dormida en la mecedora del PH de su  hija, mi querida Tía  Mercedes Helena, que tenía en la Av. victoria de Caracas,  con el tejido de punta entre las manos, que nunca dejó de usar para  tejer, sueter, medias y escarpines.   En sus últimos meses de vida camino a los 100 años, tejía  una hamaca  para su hija Mercedes, como la que le hizo a su padre en el Hato DON JOSE que no pudo terminar. Mi Tía Mercedes  era la Administradora General de la Universidad Central de Venezuela por los años 50 y un sobrino de su esposo José Joaquín Jiménez Díaz,  era el Rector de la UCV, cuando Marcos Pérez Jiménez fue derrocado en la presidencia de Venezuela en 1957. Mercedes mayor que mamá, fue un ser  super especial, muy humana, servicial, anfitriona, alegre, amante de los perros,  catira blanca más parecida a la abuela. Mamá Flor, salió más parecida   al abuelo Hércules,  en su fuerte carácter, valentía ante el peligro y los retos de la vida. Le gustaba cantar y bailar y lo hacía muy bien.  Papá por el contrario fue un Austriaco VIENES, venido del Tirol  que además de un gran silbador con los labios, tocaba el  piano, violín y el acordeón.  Yo  Soy una mezcla de todo ello,  aunque con talento musical, nunca aprendí a tocar  instrumento alguno salvo algo de cuatro. Roy el menor heredo el talento natural por la música  es un concertista de cuatro internacional.

OTRA MASCOTA DE MI ABUELA. UN  CAIMAN DEL ORINOCO.
 Esta historia muy real, la he contado anteriormente incluso con fotos; ahora por la campaña de satanización  por TV del caimán, en programas donde  forzudos  y valientes hombres  los someten, cazan, masacran y venden su piel para zapato o para ganar dinero vendiendo programas en la TV, considero que debo agregarlo en esta historia de mi abuela. El caimán era muy común en los caños y ríos del Apure y por supuesto en el Rio Orinoco. Hoy existe un programa  de cría del estado para evitar su extinción.
Ya casada con mi abuelo y vendido el Hato DON JOSE, mi abuelo fue nombrado Inspector General de Aduanas por el propio General Gómez, quien  fue al Padrino de bodas de mamá, FLOR DE MAYO MALDONADO SAMARRA, con mi PADRE FÉLIX ALOIS JELINEK  WEJDA,  en el año 1936. Mi abuelo fue  destacado en Ciudad Bolívar, que era uno de los puertos FLUVIALES  más importantes del país.  Un día vio pasar frente al malecón donde tenía la sede la aduana, un niño que llevaba algo, que cuidaba no saltara de una lata de sardinas. Al preguntarle que llevaba, el niño le contesto "es  un Caimancito." Mi abuelo pidió verlo y le dijo: Muchacho eso es una lagartija… El niño insistió y finalmente mi abuelo le compro pensando que era una lagartija por un medio. moneda de plata de  la época, es decir 2 lochas. Al llegar a la casa de mi abuela, le dijo: ¡DOÑA!, así la llamaba,  ¡acá le traigo una lagartija, a usted que le gustan tantos los animales¡. Mi abuela María miro dentro de la lata y le dijo: Es un caimancito del Orinoco. En Apure (su lugar de nacimiento) tenemos muchos y los conozco bien. Acepto el regalo y el caimancito creció y se convirtió en un caimansote de casi 5 metros de largo. Era la mascota de mi abuela. Andaba suelto por la casa y mi abuelo mando hacer camas y sillas  altas, para que el viejo como lo llamaba mi abuela, pasara y no molestara a las niñas sus hijas Flor y Mercedes. Dormía  de día en el patio y en las noches se sumergía en un tanque de agua  que mi abuelo mandaba hacer a cuanta casa llegaban en sus viajes de trabajo.  Durante los largos viajes por carreteras de tierra, mi abuela ordenaba parar el vehículo para echarle agua al caimán que viajaba enguacalado, es decir metido en una jaula de madera de su largo.  Por llevar el caimán enguacalado y muy protegido al llegar  a las aduanas, que visitaba mi abuelo como  la máxima autoridad, surgió el dicho,  pasar caimanes como contrabando.
Algunas veces las vecinas le preguntaban a mi abuela. ¿Doña María, no ha visto mi gato que anda perdido? ella contestaba no haberlo visto, pero luego comentaba en la casa a la Tía Rafaelita otra llanera, el viejo se zampo otro gato y por eso no quiere comer.  Los gatos saltaban desde la tapia o  el borde de la pared con los vecinos,  al lomo del viejo, que de noche sumergido en el agua, parecía una piedra mojada saliente. El caimán los lanzaba al agua y se los comía.  Mi abuela le hacía abrir la bocota y le introducía con una pala de madera una  gran arepa con pescado y saldiguera, para purgarlo, cuando lo notaba indispuesto.
Las jóvenes del barrio, visitaban a mi abuela para tocarle el lomo al Caimán, pues existía la creencia, que si lo tocaban conseguiría novio rápido. Mi abuela se ponía por delante, mientras las adolescentes se ponían por los lados pendientes de la cola. Esto se hacía escondidas de mi abuelo que se ponía furioso por el peligro que representaba acercarse al caimán.  Le protestaba  DOÑAAAA….usted y las   fantasías de esas mujeres, buscando  novios…. Por favor……  No se busque problemas….
Un día mamá siendo niña traviesa y el caimán  ya viejo, lo toco para molestarlo  al pasar por el costado estando echado en el patio tomando sol,  el caimán la agarro por la pierna. Mamá grito y mi abuela acudió presurosa gritando  fuertemente ¡VIEJO SUELTALA, SUELTALA! El viejo soltó a mamá que tuvo que ser curada y quedo para el resto de su vida con la cicatriz en la pierna. Mi abuelo al enterarse, decidió que el viejo tenía que salir de la casa y llamo al general Gómez, Presidente de la Republica,  ofreciéndole el caimán para el zoológico de Maracay, donde  como Presidente de la republica vivió por 30 años.  El viejo fue llevado al Zoológico. Pasado un mes, mi abuela se enteró, que el viejo no quería comer y permanecía sumergido en el agua sin salir. De inmediato viajo a Maracay y compro unas arepas con carne y pescado. Se acercó a la reja y grito  en dirección a la poza de agua ¡viejo,  viejo acá estoy!…. El viejo salió del agua y se acercó a la reja. Mamita le pasó las arepas por la reja, las comió y se despidieron. A los pocos días le informaron en Caracas, que  el Viejo caimán  había muerto. Mi abuela lloro la muerte de su mascota  domesticado y amansado por ella. Pienso que de estar viva y viera los programas de caimanes por TV, se reiría a carcajadas de como manejan a los caimanes esos rudos hombres de ciudad. Ella además de vacas, caballos, mulas y burros,  crio otros animales del llano, monos araguatos, venados, chiguires, un cunaguaro desde cachorro,  loros y otras aves, entre ellas una especie de garza blanca con un gran pico largo, que los llaneros llaman garzón soldado, por su tamaño y caminar con las alas fijas plegadas  a sus costados como un centinela, que ya mencione anteriormente. Mi abuela nos comentaba y pude comprobarlo en nuestra finca, hoy abandonada e invadida en el llano Guariqueño, que los gansos son mejores guardianes que los perros.   Detestaba las culebras  y arañas que también abundan en el llano. Nos decía que el mejor repelente para la plaga era no bañarse, pues el olor acido del sudor los espantaba. El garzón soldado, se paseaba por los patios, reparaba (se paraba) frente al horcón de castigo y continuaba  caminando taciturno; se iba y regresaba, hasta un día que mi abuela noto que no llegaba,  dijo: el soldado se enamoró y se fue….. Ella también se enamoró y se fue del hato DON JOSE.

Cuento los días para abandonar este estado terrenal para poder reencontrarme con esos maravillosos  abuelos y padres, para seguir conociendo en directo sus historias de luchas de éxitos y fracasos. 

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