ENTRAMPADO EN CAURIMARE CAPITULO 1.

CAPÍTULO 1

OFERTA DE TRABAJO EN LA ORGANIZACIÓN RELIGIOSA QUE IDENTIFICARE COMO  

LA CORPORACIÓN.


En mayo de 1983   con 40 años y siendo líder presidente de un distrito de la  Iglesia  en el interior de Venezuela,  solicité mi relevo al Presidente de la única misión predicadora del evangelio que existía  en Caracas. Como familia habíamos vendido todo lo necesario para viajar, una vez que tomamos  la decisión de  invertir para radicarnos en la Argentina, siendo mi esposa nativa de ese país, que ya conocía y me atraía mucho. El digno Presidente aceptó el relevo, pero me invitó a trabajar un corto tiempo,  para ayudar a la Corporación en la compra de  terrenos, con la finalidad de construir capillas, dado el crecimiento sostenido de la Iglesia que se había establecido en Venezuela en octubre de 1966.  Acepté la invitación para ayudar a la obra en mi país, con mucha fe, confianza y respeto hacia ese líder anciano de gran dignidad y espíritu de servicio. Mi decisión no fue del agrado  de mi esposa, que pese a que  no entendía un cambio tan radical  en nuestro plan de mudanza, me apoyó. La decisión implicaba posponer el reencuentro con su madre en la Argentina y una reducción muy significativa en  los  niveles de ingresos al cual estábamos  acostumbrados, por el trabajo  de ambos, como emprendedores  de negocios.  Ese  acuerdo verbal,  se convirtió en un periodo de diez años  entre 1983-1993. Durante ese tiempo,  fui conociendo una realidad  oculta en la Corporación  desconocida para mí como empresario y gerente con experiencia en la actividad  mercantil. Comencé de inmediato a conocer   de graves situaciones relacionadas con la dignidad de personas que fungían como importantes  líderes locales y de  otros  eventos de  corrupción administrativa.  De la indignidad en algunos líderes locales  nada conocía, pues recién regresaba a Caracas luego de varios años de vivir  fuera.  Sobre la corrupción administrativa   fue más fácil detectarla por mi experiencia en auditoria y gerencia  de empresas y proyectos  durante mi actividad privada. Los hechos puntuales que fui conociendo, en mi condición de líder eclesiástico y empleado asalariado de la corporación, los informé oportunamente uno a uno,  a las autoridades eclesiásticas del área internacional. Finalmente la cadena de eventos fundamentalmente administrativos y financieros informados a la presidencia de la corporación en el área eclesiástica, no fueron del agrado de la dirigencia que era responsable de la administración. Su molestia originó reclamos en mi contra,  lo cual puso en marcha una serie de eventos, que llevaron finalmente  al astuto y bien planificado plan para armar    el  montaje  de una gran trampa en mi contra, para desacreditarme y desaparecer del escenario eclesiástico y administrativo de la Corporación en Venezuela. La ejecución de este criminal acto,  me alejó y afectó severamente  el testimonio de  mi familia de la Iglesia.

Estos  hechos indignos hábilmente disfrazados, lo resumo y simbolizó en el encabezamiento de este primer capítulo,  con la imagen de una  trampa, con  queso para atrapar ratones. (En otro capítulo explicaré la razón de la trampa y el queso, sin el ratón atrapado). Todos  los hechos irregulares fueron informados  por mi persona al Presidente del Área de la Corporación, que presidia sobre Venezuela.  Se trababa para ese momento de un líder confiable de origen belga,  trabajador y muy convertido  a edificar  la  obra del SEÑOR.  Siempre  conté con  el apoyo de  las presidencias de área con las cuales trabajé varios años, hasta que  se puso en evidencia la presencia de  una  poderosa autoridad  en el área   administrativa, que tenía  gran   apoyo eclesiástico en  el área y en la  propia sede principal de la Corporación en los EEUU. La alarma   sonó, cuando  apareció la palabra  demolición de una importante capilla en Caracas Venezuela, que implicó la pérdida de valiosos  recursos financieros. A esta cifra se le sumaba otra importante suma de dólares,  para reponer la edificación  demolida y se agregó  otro importante  costo, al  agregar en el mismo terreno,  la edificación de la sede principal  administrativa de la Corporación en Venezuela. La compra de un terreno relleno, la construcción y posterior demolición de una nueva capilla, la construcción de oficinas y finalmente la construcción de un templo en una pequeña área sobrante,  identificada como el "anexo no vendible", hacen de esa propiedad la más costosa en Venezuela y muy probablemente en el plano internacional. La palabra que generó la chispa  que finalmente se convirtió en un incendio controlado, ocultando  la verdad,  se llamó CAURIMARE.

La razón del informe profesional para aprobar  la demolición, puso en evidencia el incumplimiento oculto y  premeditado, de la    información preliminar necesaria antes de efectuar la compra del terreno. La norma obligatoria, era  realizar previamente el necesario estudio de suelos para determinar el valor mercado del terreno,   su calidad y el tipo de estructura que debía ser utilizada para garantizar la nueva edificación. El terreno se encuentra en una importante zona sísmica de Caracas con ocurrencia de  terremotos con ciclos entre 70 y 80 años,  de gran destrucción y cobro de vidas. El informe de la demolición por la empresa especialista,  generó  molestia en las autoridades de la corporación en los EEUU, por ser una construcción emblemática  por su tamaño y ubicación en el este de Caracas. El  informe de los ingenieros de la empresa contratada, determinó, que todo el terreno estaba fundamentado sobre un gran bote de basura o relleno sanitario, que fue ocultado, utilizando  desechos de escombros, material (tierra) de préstamo inadecuado y barato. La finalidad era que  mediante una rápida compactación del terreno, se crearía  la apariencia de  una terraza plana, apta para construir,  que rápidamente se cubrió de una alfombra o grama verde, dada la presencia de un riachuelo  en el subsuelo del lugar. Este maquillaje, subiría el valor del terreno, ante la necesidad de la compra que manifestaba, quien fungía de ser el interesado representando la corporación.

Como líder eclesiástico llamado al llegar a Caracas, fui invitado varias veces  por el área administrativa a orar para  dedicar la edificación, a lo cual me negué por la presencia de grietas en desarrollo cada vez más numerosos y grandes.  Esa realidad fue detectada e informada a las autoridades del Área internacional,  en mi condición de líder eclesiástico,  miembro de esa unidad en Caurimare y empleado de Bienes raíces de la Corporación. Quedó en  evidencia que los documentos previos a la compra del terreno, fueron  engañosos, adulterados o maquillados para lograr la aprobación en la sede de la Corporación en los EEUU. El terreno fue comprado  a un alto precio a fines de la década de los años 70 y la edificación se demolió  a mediados de los 80, ante la presencia del   hundimiento que presentaba la base  de la edificación construida sobre un relleno sanitario muy mal compactado, con material de préstamo de otro lugar cercano.

El primer Patriarca llamado Rubén Darío Pacheco en Venezuela, se me acercó un día siendo mi persona presidente de la única Estaca que existía en Caracas  y me comunicó haber tenido un sueño, donde le fue revelado, "sin conocer lo que sucedía con Caurimare", que esa unidad o capilla no era confiable. Le agradecí su información y la acepte viniendo de ese anciano patriarca muy querido y recordado por los pioneros de la iglesia en Venezuela.

 

 

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