LA DIGNIDAD NUESTRA GRAN PRUEBA PERSONAL.

LA DIGNIDAD
Félix Jelinek Maldonado
1-5-2020 

Nos hará libres
¿Qué es la  DIGNIDAD?
La dignidad personal es un valor integral, inherente solo a los seres humanos, que  como seres libres  pensamos,  razonamos,  y actuamos. No se trata de una cualidad otorgada, sino de un proceso  permanente, que  debe ser cultivada y mantenida ante  las  tentaciones, pruebas y desafíos de la vida, hasta que se consolide y forme parte  integral de nuestro ser.

 Con frecuencia la exigimos o esperamos verla en los demás, sin darnos cuenta o aceptar, que la nuestra no existe o no está del todo bien.  Se exige dignidad  en nuestras actuaciones diarias, en cualquier tipo de actividad honrada que desempeñemos, sobre todo, cuando hacemos uso de la  autoridad o responsabilidad recibida, en el trabajo o compromiso contraído. Esperamos ver la dignidad en los demás, o comprobarla  con hechos, como un requisito para  evaluar, más que como una condición espiritual, íntima y personal  en la  relación  que debe existir  entre DIOS Y  sus hijos. Sinceramente creo, que la dignidad puede ser comprobada, pero  ningún mortal en su estado caído  e imperfecto,  debe aprobar la dignidad de sus semejantes.
Sentirnos  dignos o proclamarlo,  no va de acuerdo a la humildad y a la mansedumbre que el SEÑOR espera de nosotros.  Se puede convertir por conveniencia en un mal sano hábito, que  nos lleve a pensar  más en preservar  nuestra apariencia,  estatus social o en  lo que pueda pensar, la familia, amigos y con quienes nos relacionamos por nuestros trabajos o profesiones. Esto puede   llevar,  a "que el orgullo que todos llevamos oculto,  en una medida mayor o menor",  haga su parte,  al aparentar tener una dignidad perdida, precaria, enferma, débil  o en estado terminal. La indignidad, es algo que nos impide  recibir el espíritu de Jesucristo en nuestras vidas. Se refleja en la falta de compromiso para cumplir, que decoramos con justificaciones.  Un estado de indignidad personal, contamina la dignidad colectiva y la buena marcha para alcanzar propósitos comunes como pueblos y naciones.
En estos tiempos que se avecinan el Profeta Nelson ha alertado de la importancia de tener el espíritu de Cristo en nuestro corazón como fuente de protección y defensa espiritual. Por ello la DIGNIDAD forma parte de la coraza espiritual que debemos llevar con nosotros de manera permanente.

La dignidad es  un serio  compromiso, entre quienes la enseñan  y predican como líderes y autoridades al servicio de  DIOS o de los  estados que se llaman soberanos. Aparentarla es un engaño consciente al SEÑOR y a la Fe de las personas, que confían en sus líderes.

Exigimos dignidad  a nuestros hermanos espirituales en las Iglesias  del mundo,  entendiendo la dignidad como un estado perfecto, que ningún ser humano, puede cumplir en su condición de ser imperfecto, mortal y temporal. La dignidad  es un asunto personal entre DIOS con cada uno de sus hijos, a quienes conoce y ama..

No nacemos para vivir indignamente y suicidarnos, sino para vivir aprendiendo y ser cada vez  ser mejores hijos de un PADRE CELESTIAL que nos ama que  conoce muy bien nuestros corazones y se preocupa por todos nosotros. Este es su proyecto de vida, no el nuestro. Nuestro trabajo debe ser facilitar el tránsito, no obstruirlo, encendiendo luces rojas  y manteniéndolas encendidas  sin ofrecer  soluciones, consejos o  explicaciones.
Cada persona es un ser único e irrepetible que debe ser respetado en su singularidad y como hijo de DIOS. Sin embargo, ante las nuevas ideologías, hábitos, vicios, malos ejemplos, la presencia, mercadeo y venta  de productos que enferman nuestra espiritualidad, que circulan  como virus libremente por el mundo, debemos recordar que la sabiduría de   Dios  permite la oposición,  para que cada uno de sus hijos, puedan ser probados en todas las cosas, inherentes a esta etapa de nuestra existencia, para poder santificarnos y purificarnos.
La singularidad  es señalada en el Libro de Mormón, 3Nefi17:21-25, cuando ministro a los niños uno por uno, cuando visito las Américas en el año 34 d. C  y debe  ser respetada en todo momento.
La dignidad implica  un difícil reto diario de vivir de manera recta, justa, virtuosa, santa, viviendo lo que nuestro maestro y Salvador nos  enseña para poder avanzar por el camino angosto pero seguro, ante lo atractivo de hacerlo por una autopista  insegura,  llena de semáforos en rojo.

Cuando todos vivamos en  estado digno, SATANÁS  estará atado; no tendrá poder sobre nuestra tierra. El amor brotara como hermosas flores en todo lugar, lo amargo dará paso a lo dulce y la paz cubrirá nuestra amada madre  tierra.  Todo será armonía, felicidad  y belleza ante nuestros ojos, que brillaran con la luz de Cristo, que mantendrá iluminado  el camino  de regreso  a nuestro hogar celestial, para vivir con   nuestro amado PADRE CELSTIAL.

                                       LA DIGNIDAD HUMANA CUBRIRÁ LA MADRE TIERRA EN EL MILENIO.



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