CAPITULO 1.- LA ASTUTA TRAMPA "ENTRAMPADO EN CAURIMARE"


 LA ASTUTA   TRAMPA.
Se pregona en el mundo con mucha frecuencia, que  la ropa sucia se lava en casa.  Esta práctica ha sido a través de la historia muy perjudicial y no debería ser practica en la Iglesia de Jesucristo. Su práctica evita se divulguen los errores o fallas internas,  se proteja o se oculte algunas veces a sus autores. Con el tiempo donde parece existir solo cenizas, suelen surgir nuevos incendios. Donde se corta la cizaña pero se deja la semilla, brotan nuevas plantas.  El problema radica, cuando  se dejan en la viña esperando que el SEÑOR  separe  el trigo de la cizaña.  
Las circunstancias surgidas al final de todo este largo, doloroso y agotador proceso,  la depresión,  el estrés, la necesidad extrema y la quiebra económica, me llevaron  a firmar un documento, donde no se menciona la verdad de los hechos contables, la manipulación de conceptos y cifras. Se llega a un resultado complaciente y conveniente para la iglesia. Allí  se expresa,  que con el reintegro del dinero retenido por años a la empresa que me fue sugerida para trabajarle al PBO, se solucionaban los asuntos temporales financieros y administrativos, dejando sin tomarse en cuenta  los graves daños espirituales y morales ministrativos sufridos por mi  familia. Todos los líderes involucrados decidieron callar dada la jerarquía de los involucrados, su influencia dentro de algunas Autoridades Generales  y los beneficios como expatriados, que reciben quienes trabajan para la Iglesia.  Casa, vehículos, ingresos algunos en dólares, seguros, escuelas,  vacaciones, etc., que contrastan con la realidad de nuestros países llamados del tercer mundo.

Firme  un documento legal para dar por terminado ese bochornoso  expediente para la Iglesia, con la anuencia de un grupo de siete Sumos Sacerdotes, incluido el  Presidente de la  Estaca Caracas, Rafael Pino, para ese entonces también empleado de las, oficinas administrativas, quien en todo momento, cumplía órdenes del área temporal en Quito-Ecuador, colocándose el sombrero administrativo y olvidando  su verdadera función eclesiástica, para el cual había sido investido. Entiendo su posición y debilidad ante un poderoso Director que amenazaba con despedir al que no siguiera sus instrucciones.  Pero como mí líder, ignoró totalmente nuestro drama  personal y familiar y actuó como Poncio Pilatos. Los representantes de la Iglesia desconocieron los informes y opiniones de especialistas externos, abogados, contadores y auditores, aceptando como solo la verdad la hábil trampa contable,  apoyando incondicionalmente la decisión del Director de Asuntos temporales del Área en Quito Ecuador Phlippe Kradolferl. Estuve  entrampado durante años, cuando en 1999 la Iglesia decidió reintegrarme todo el dinero honradamente que había sido retenido injustamente, con enorme perjuicio hacia mi persona y familia. Esto fue producto del Bufete penal que me vi obligado a contratar por propia sugerencia del Presidente del Área para ese momento el Elder Francisco Viñas. Ese bufete, ante los abogados de la iglesia, la presencia de los gerentes de área y región, informo que estaba en presencia de un fraude ante una empresa, donde se habían violado sistemáticamente todos los procedimientos y normas  que rige la ley con los contratistas en el campo de la construcción.  Incluso me sugirió que existían suficientes pruebas e indicios para que demandara a la Iglesia por más de un millón de dólares por daños y perjuicios, alegando estafa al testimonio y conversión que la misma Iglesia había edificado con mi familia. Apunto que conociendo la Iglesia por haber estudiado en los EEUU, estaba sorprendido del proceder contra uno de sus miembros, que había cumplido con su deber y lo había demostrado durante más de 20  años de servicio  a la Iglesia. Rechace la propuesta y solo nos concentramos en recuperar el importante monto indexado que la iglesia mantenía retenido por años.   Dado el estado de quiebra económica en la cual me encontraba, toda la asistencia legal y técnica que recibí  para ese momento, fue sin el pago de honorarios profesionales.
PRESIDENTE DEL AREA ECLESIASTICA ELDER WILLIAMS BRADFORT.  Reemplazaba al Elder Charles Didier, con el cual había servido como su consejero. Participo y apoyo totalmente al DTA Kradolfel, siendo utilizado muy hábilmente para convencerme de mi necesaria salida de las oficinas, que culminó  finalmente el 21 de Agosto de 1992 con mi despido, NEGOCIADO, de las oficinas del (PBO), utilizando  carta membretada con el nombre sagrado de JESUCRISTO. La carta estaba,  firmada por un querido hermano en su condición de gerente de la región. Su nombre José Jiménez, El hermano Jiménez firmaba esa carta, presionado bajo expresas instrucciones del Director de Asuntos Temporales del área en Quito, Phillippe Kradolfel,  a quien señalo como el actor intelectual de la planificación  y  armado de la trampa valiéndose del inmenso poder que ostentaba y el apoyo directo de la Presidencia eclesiástica del área.  
Poco después de ser despido, de las oficinas, el 14 de Diciembre de 1992,  recibí un relevo honorable como Representante Regional del consejo de los Doce Apóstoles en Caracas Venezuela.  ¿Cómo podía seguir siendo un líder eclesiástico confiable, quien había sido despedido de las oficinas administrativas y posteriormente acusado sin opción a su defensa de chantajista, mal administrador por sus propios hermanos en Cristo? ¿Como se podía justificar mi ausencia de las oficinas, y del departamento de construcciones, donde se manejaban importantes cifras en dólares y bolívares, construyendo costosos  proyectos, donde circula el dinero en abundancia?
Algunos asociaron mí salida de las oficinas, por causas de deshonestidad y siendo que tenía importantes responsabilidades eclesiásticas, se trato de hacerlo de una manera  sutil y engañosa. para evitar los rumores y comentarios. El Elder Bradfort, para entonces Presidente del Área. Convoco a una reunión con todo el personal de empleados de las oficinas (PBO) de Caracas, para informar que cesaba en mis actividades en las oficinas temporales, explicando que sería muy útil por mi experiencia, trabajar para la Iglesia como contratista, construyendo capillas. Guarde silencio. Esa no era la verdad de los hechos. El DTA había logrado despejar el camino y luego pondría en marcha su astuta trampa con su  plan para destruir mi imagen y deshacerse  de mi presencia al frente de las Construcciones en Venezuela.
El nombre sagrado de Jesucristo y su Iglesia fue utilizado para elaborar  un falso y fraudulento finiquito de cierre de obra, que fue firmado bajo presión y extrema necesidad. Ese documento, fue objetado  por varios especialistas, entre ellos un importante miembro de la Iglesia, en funciones de Obispo y socio de una de las empresas más importantes  de auditoria tanto en Venezuela como Internacionalmente. Esos informes de auditoria estaban dirigidos a la Gerencia Regional y Presidencia del Área y demostraban técnicamente las graves irregularidedes cometidos y el  daño que ocasionaban. Sistemáticamente se negó a ser reconsiderado el finiquito, dándolo como un hecho legal irrevocable.  Firme el finiquito de obra  contra mi voluntad, afectado severamente por la crisis económica que había sido inducida por la propia Iglesia. En él  se retienen importantes sumas de dinero de manera injusta, arbitraria y violadoras del contrato firmado entre las partes y se refleja una falsa realidad, favoreciendo a la iglesia.. Nuestra novel y  joven empresa, Jelinek Construcciones C.A., como fue llamada en el finiquito por la Iglesia, entro en una quiebra  inducida  de la cual no pudo reponerse. Para ese momento apenas había recibido aproximadamente el 50% del monto que se había generado por la construcción de la capilla Guatire que había concluido casi en un 100%% cuando fui retirado del proyecto para que quedara demostrado mi incumplimiento y mal constructor. 
Salud  física, espiritual  y económica severamente afectada.
 Esto agravo  la precaria salud que presentaba tanto mí esposa como la mía, producto del severo estrés  al que estabamos  sometidos y que había originado en mi caso que fuera internado en el Centro Médico Docente la Trinidad en Caracas, para exámenes completos. Los resultados indicados por el Dr. Nelson Simonovis, señalaban depresión reactiva., que se mantuvo a todo lo largo del sufrido proceso.
Posteriormente en Servicios Médicos C.A.    El doctor Samuel Chocron,  diagnostico un alto nivel de estrés producto del problema que vivía. Al solicitarme con mucha delicadeza, cual era la razón de mi  depresión y precario estado de salud, al encontrar muy bajos los niveles de tiroxina en el examen endocrino, le explique lo que me sucedía.  Siendo este un Rabino Judío, me expreso su preocupación, por cuanto las frustraciones o daños de tipo religioso, son muy severas y a parte de afectar nuestro espíritu y sentimientos,  afectan directamente  la parte débil ó  salud física de nuestro cuerpo. Me trato y recomendó olvidar el asunto para mantenerme sano.
El Elder Bradfort  con su aprobación como Presidente del Área, actuando de manera inocente, creyó en los argumentos que esgrimía su DTA Kradolfel,  permitiéndose que   se armara y  activara  la trampa en mi contra.  Seguramente también debió haber conocido mi evaluación por la Presidencia de Área saliente, que había presidido  el Elder Charles Didier, del cual había sido su consejero. Pero la administración se impuso sobre la ministración y privo lo material sobre lo espiritual.  
 Había cumplido con la instrucción de comprar terrenos tal y como lo señala D.C. 101:70 comprando más de 20 terreno. Se construyeron bajo mi supervisión unos 25Centros de reuniones (capillas)  Versículo 74. Estas construcciones realizadas cuando dirigí ese departamento por instrucciones del Elder Charles Didier. Todo ello para ayudar en la edificación de Sion en Venezuela
 Se construyó maliciosamente  con el apoyo complaciente  de la Región Venezuela,  una imagen  de empleado rebelde, conflictivo y peor aun  chantajista, por el solo hecho de informar a la Presidencia del Área de actos indebidos, que comprometían a la iglesia,  sus sagrados principios y valores, que ponían en evidencia que existía corrupción e intereses ocultos creados en las oficinas administrativas.  Esta imagen posteriormente fue confirmada y ratificada por los mismos líderes de la Iglesia,  por los vetos y negativas de trabajo que recibí de manera escrita, en medio de la más extrema necesidad de recibir trabajo como me había sido prometido por el Elder Bradfort, cuando me convenció de negociar mi salida de las oficinas. El código de ética de los empleados de la Iglesia y los artículos de Fe, fueron ignorados y mi deber como miembro, líder y Director de la Iglesia en Venezuela era informar a mi Presidente del Área eclesiástica, lo cual no era del agradado por los que tenían que rendir cuenta de sus mayordomías.




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