CAPITULO 7. ENTRAMPADO EN CAURIMARE. Renuncia negociada.

CAPITULO 7.
 RECIBO PROPUESTA DE  RENUNCIAR A LAS OFICINAS.
De regreso en Caracas y transcurrido un tiempo de nuestra entrevista en Bogotá, el Hno. José Jiménez me llama a su oficina.   Me indica la presión que continuaba recibiendo  del Dta Kradolfer, producto de mis observaciones a los AC21 ajustados a sus improvisados planes de bajar costos a como diera lugar sin análisis. Mi experiencia en la empresa privada me indicaba que no era correcto y  que solo se corría la arruga.
José me invito a su oficina una vez mas, cerró la puerta y me pregunto; ¿Félix por qué no renuncias?, a lo cual conteste ¿Porque debo hacerlo? me contesto: "quien se opone a un Dta., seguramente  perderá su trabajo". Recibo propuesta  de mejoras económicas por Kradolfel:
Llego a Caracas el Dta., Philippe Kradolfel, quien me llamó para una entrevista. Allí solos, hizo una oración protocolar, para demostrar sus buenas intenciones. Mostrando mucha cordialidad y deseos de ayudarme a mejorar  financieramente,  comenzó por reconocer mis talentos y el trabajo que había realizado. Con  mucho cuidado en sus palabras y gran habilidad, me fue llevando al terreno que deseaba. Me ofrecía la oportunidad de trabajar para la iglesia como contratista para construir capillas, me auguraba mucho éxito y oportunidades de generar mucho dinero.  Me habló,  que mi progreso económico fuera de las oficinas sería mucho mejor. Me dijo: "Félix ganaras más dinero con tu experiencia, como contratista, construyendo capillas para nosotros, que permaneciendo como empleado, recibiendo un salario que es insuficiente. Con tu experiencia, agrego, podrías manejar hasta tres proyectos a la vez." -No tienes  futuro en las oficinas temporales, Félix-.  Le respondí, como había llegado a las oficinas, invitado a trabajar por el Presidente Lloyd. Nunca hice alarde de mi trabajo   como gerente y empresario, antes de entrar en las oficinas, ni del nivel económico que tenía con mi familia, y mucho menos de cómo había aceptado reducir mis ingresos de manera significativa, cuando acepté trabajar para la Iglesia en el  PBO, bajo la protesta de mi esposa.
Kradolfer insistió que lo pensara, que no podíamos trabajar juntos, ya que teníamos visiones y estilos diferentes. Para terminar agrego, que necesitaba tomar una rápida decisión y por ello me solicito una pronta respuesta. Para ese momento el proyecto integrado de Caurimare avanzaba. La construcción se encontraba entre un 25 0 30% de obra ejecutada y comenzábamos a tener problemas con el corto presupuesto aprobado por SLC. "NI UN DÓLAR MAS"   Existía mucho temor en las oficinas tanto de la Región como del Área, con el proyecto Caurimare. Se empezaba a  levantar la bandera de alarma, en cuanto a que muy pronto necesitaríamos solicitar dinero para continuar el proyecto, que pese a todo avanzaba, pero comenzaba a mostrar cierto atraso, al reducir el contratista su ritmo de trabajo y personal. El presupuesto aprobado  daba muestras de que no alcanzaría, tal y como fue alertado. Sin duda él Hno. Jelinek representaba un tropiezo, pues conocía la verdad y la historia de esa propiedad. El fuego no debería avivarse y mucho menos que surgieran columnas de humo y estas se vieran desde SLC. Por lo tanto la situación tenía que ser controlada y para ello era necesario sacar a  Jelinek del guion montado.
Terminando la entrevista le expresé, "Hno Kradolfel consultare con  mí presidente  de Área, el Elder Bradford."
Apoyo  del Presidente del área  W. Bradfort, al plan Kradolfel. El Presidente Bradford vino a Caracas  y me llamo a  entrevista. Era un líder muy empujador, había sido consejero del Elder Didier y habíamos viajado y trabajado juntos. Su estilo era muy diferente al del Elder Didier, pero en la Iglesia, tenemos que acostumbrarnos a cada líder que llega.  Sin duda como mi líder directo  confiaba en él. Didier hablaba buen español era muy analítico, preciso, claro y organizado. Un poco aquello de que "todo tiene su tiempo y su hora bajo del cielo". Bradfort tenia otra visión que   para mi representaba la imagen del "tiempo es ahora y no se discute".  El consejo del Elder Bradfort  fue: Elder Jelinek  "No vea fantasmas donde no existen". ¡Vaya que si existían!… Agrego, acepte la propuesta que se le hace, salga de las oficinas, le ayudaremos en su nuevo trabajo. Estoy seguro que será más  exitoso afuera. Le dije que me había  descapitalizado,  que no tenía dinero para iniciar una nueva vida y mucho menos para iniciarme como  contratista, donde los recursos iniciales eran muy importantes. Para mantener nuestro nivel de vida familiar hicimos uso de nuestros ahorros en dólares durante los 10 años que trabaje para la Iglesia como empleado.  Elder Bradford me dijo: "usted podrá hacerlo, es muy capaz y nosotros lo ayudaremos hasta que pueda caminar por su propia cuenta". (No dude ni aun ahora, de sus buenos deseos). Obviamente Bradfort desconocía el plan Kradolfel.   Después de casi 10 años de trabajo para la iglesia en sus oficinas, las palabras que escuchaba tanto de Kradolfel como de Bradfort,  me alentaban a aceptar la propuesta para salir de las oficinas.. El problema era que ahora tenía 50 años y había estado viviendo en una especie de burbuja, que nos había aislado de la realidad del mundo. Mi esposa también había vendido su empresa de Arquitectura y un negocio en un importante Centro Comercial, para seguirme.  Me derrumbé, terminando la entrevista. En mi corazón no esperaba sinceramente  ese consejo de una autoridad general. Un traslado a otro país, por ejemplo a la Argentina o  cualquier otro hubiese sido mucho mejor, que esa propuesta. Me motivaban y me invitaban a regresar al mundo a ganar dinero, lo cual había sacrificado todos esos años. Recordé la escritura en doctrinas y convenios,  sección 53: 2, que dice: He aquí, yo el Señor, que fui crucificado por los pecados del mundo, de doy el mandamiento de renunciar al mundo. Es decir se me instaba a seguir con lo material y lograr la sobrevivencia  abandonando lo que realmente nos edificaba espiritualmente y había aceptado personalmente con gozo, aun en contra de los sentimientos de mi esposa.
Recibo carta  de despido. La acepta o la acepta.
 Por la tarde me llama nuevamente el Hno., Jiménez  y me dice: "Félix aquí tienes tu liquidación por despido", se había duplicado tal y como lo contemplaba la ley laboral, cuando una persona era retirada por causas ajenas a su voluntad o injustificadas". La liquidación indicaba que neto, recibiría aproximadamente el 50% de la cifra que allí se indicaba, el otro 50% por adelantos recibidos se había deducido ante la falta de ingresos que venía presentando. Agregó que para cumplir con la ley laboral y justificar la salida de ese dinero,  tenía que firmar la carta. Le pregunté ¿No existe otra forma? y su respuesta fue no. Agregó: "Si no lo haces voluntariamente, me veré forzado a hacerlo de todas maneras". Así que mis propios hermanos en Cristo, me pusieron contra la pared y me vi obligado a firmar esa carta, que llevaba como membrete el nombre de la iglesia de  Jesucristo a la cual le había dedicado los últimos veinte años  de mi vida incondicionalmente. Una vez más, se utilizaba su nombre,  se tomaban decisiones por él, y se usaban palabras que nunca formaron parte del vocabulario de Jesucristo durante su ministerio y que mucho menos reflejaba la personalidad del amado maestro. Se actuaba con la absoluta seguridad asumida por  los que actuaban en representación de Jesucristo, de que  mi maestro, mí líder apoyaba esa decisión y me decía "Félix estas despedido".  Finalmente habían logrado lo que querían, salir a como diera lugar de Félix Jelinek Maldonado, el rebelde, el conflictivo. La piedra de tropiezo, el guerrero vigilante y verdadero contralor, que  había estado informando durante todos esos años de serias irregularidades, hasta que llego el proyecto Caurimare y el volcán con fumarolas  entro en erupción.



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