Mascotas Tata Felix.Capitulo1 Introducción.
MASCOTAS DEL
TATA FELIX
(Iré publicando por capítulos la historia de cada animal o mascota que ha estado relacionada con mi existencia desde 1943 hasta abril-2020.) En el bloggs aparecen en orden descendente del capitulo 10 al 1.
INTRODUCCIÓN:
Todos los niños y niñas, deben saber, que nuestro PADRE CELESTIAL con su conocimiento, sabiduría y amor sobre toda su hermosa y maravillosa creación, que todas las mascotas que en algún momento de nuestra vida terrenal aparecieron como simples cocuyos al paso, aparecerán nuevamente como estrellas radiantes en nuestros caminos hacia la eternidad. Ellos también resucitaran con las mismas características con las cuales formaron parte en nuestras vidas para continuar amándolos y aprendiendo de ellos. Los animales nos recuerdan que existe diseño creación, vida, propósito y hasta arte en la existencia de nuestros Padres Eternos, cuando toda la naturaleza ha sido organizada para solaz, compañía, ayuda, aprovisionamiento y esparcimiento para nosotros sus hijos.
Clara enseñanza del SEÑOR.
"Y ahora bien, he aquí, te digo que éstos son los orígenes del cielo y de la tierra, cuando fueron creados, el día en que yo, Dios el Señor, hice el cielo y la tierra; y toda planta del campo antes que existiese en la tierra, y toda hierba del campo antes que creciese. Porque yo, Dios el Señor, creé espiritualmente todas las cosas de que he hablado, antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra…" (Moisés 3:4-5).
Porque todas las cosas viejas pasarán, y todo será hecho nuevo, el cielo y la tierra, y toda la plenitud de ellos, tanto hombres como bestias (animales de patas), las aves del aire, y los peces del mar; y ni un cabello ni una mota se perderán, porque es la obra de mis manos." (D. C. 29: 23-25).
"En cuanto a donde irán las bestias, aves y peces, y todas las demás criaturas después de la resurrección, se menciona en la Biblia que Juan vio a muchos de ellos en el cielo en presencia de Dios. Es muy probable que, al igual que la humanidad, serán distribuidos en los diversas moradas y reinos, celestiales, terrestres y telestiales, que existen en el Universo poblado de vida y de seres de diferentes órdenes espirituales.
Toda relación, amistad o compañerismo surgido durante esos encuentros casuales buscado o no, continuaran para disfrutar la felicidad y el gozo al reunirnos nuevamente con ellos, para concluir todas las experiencias vividas que hayan quedado sin terminar, por los vaivenes y mudanzas en nuestras vidas. El amor y el recuerdo por nuestras mascotas sigue viviendo en nuestros corazones, hasta que con gran alborozo, sean integrados nuevamente a nuestras vidas y eternidades. Esta es una hermosa promesa del joven Profeta José Smith de la Iglesia restaurada de Jesucristo de los SUD, como respuesta a un niño que lloraba la muerte de su mascota, cuando asistía con su madre al funeral de un familiar.
DEDICATORIA.
A RITA ESTHER llamada cariñosamente FLORCITA por su mamá, una niña muy especial, alegre y espiritual, que rompió con sus risas el silencio, la monotonía y soledad que me ha acompañado en el Otoño frió de mi vida. Con apenas un año, cuando me visito por primera vez, me sorprendió cuando me llamo TATA. Florcita ha llenado el vació de un abuelo sin nietos conocidos. Con apenas 2 ½ años, manifiesta una gran ternura e interés por los animales, especialmente en alimentar a mis mascotas Bambú y Pinchy, que en el ocaso de mi vida, me acompañan en todo momento. También le pone cambures y arroz partido, a los azulejos, palomitas, Cristo fue, reinitas, paraulatas y hasta dos pájaros muy grandes de largos picos amarillos familia de tucanes, que acaban con los cambures a la vista de los otros comensales, que por su gran tamaño temen acercarse mientras ellos comen. Todos ellos con intervalos, se acercan en las mañanas a nuestro gran ventanal de la sala esperando su alimento. Florcita muy de mañana alegremente me acompaña a barrer y recoger las hojas caídas de los viejos mamones Enriqueta y Ramona, dos árboles centenarios, que aún existen en la propiedad herencia de mis padres, LAS FLORES DE MAYO. Le encanta sentarse bajos los viejos mamones "como lo hacía mamá Flor" y separar los palitos secos de las ramas desprendidas por el viento, ayudándome a echarlas en el tobo donde recojo las hojas. Es muy conversadora en su faena, e intentando comunicarse entre palabras incompletas, risas y ademanes, mueve sus manitas acompañada de la firmeza de su voz cuando exige ser escuchada.
El TATA Félix nació y creció, en una antigua casona de arquitectura francesa, construida por la clase pudiente de Caracas, a principios del siglo 20. Se construían ese tipo de casa en los terrenos cercanos a las caídas de agua de los manantiales, que serpenteando alegremente, bajaban desde las alturas de la imponente montaña del Guarairarepano, más conocido como cerro del Ávila. Caían libremente con su alegre música natural relajante, desde las enormes salientes y relucientes piedras grises, cuyas aguas caían como cascadas o enormes chorros de agua fría, formando profundos y grandes pozos. Era un hermoso lugar muy fresco y tranquilo, con muchos árboles de mangos, alejado de la vieja Caracas, conocido como los Chorros. A ese lugar acudían los moradores y algunas familias, que buscaban la montaña, donde coincidían Dos Caminos, que dieron origen al desarrollo de ese lugar. En los Chrros se bañaban en las puras y cristalinas aguas, donde pasaban el día con los niños en familia. Estos se lanzaban atrevidamente de lo alto de las salientes de las rocas donde se iniciaban las cascadas. Los Chorros era un lugar boscoso, de grandes casas de una sola planta afrancesadas para temperar, aisladas una de la otra, sin más separación que setos de vegetación y algunos árboles alineados señalando los linderos. El murmullo de las cascadas, con el ruido de las guacharacas entre el canto de variados pájaros, ofrecían paz, seguridad y tranquilidad a sus habitantes y a quienes allí acudían, los fines de semana para descansar y relajarse. Cerca de ese lugar de ensueño, mis abuelos le compraron y regalaron a mamá, un terreno de 2.000 m2, con frutales, flores y orquídeas llamadas Flores de Mayo, con motivo de su matrimonio en 1936 con el Musiu Félix, mi padre. Ese lugar se veía poco a poco, invadido por la rápida expansión de la ciudad moderna, que se abría paso y avanzaba con su ruido y desforestación hacia el Este, entre las haciendas y sembradíos que la rodeaban. Hoy en el año 2020, el ayer llamado baños de los chorros, sigue existiendo, cercado dentro de un pequeño parque de bolsillo con poca seguridad y casi siempre solicitarlo. Ahora solo se bañan a las escondidas, algunos niños y adolescentes que se escapan de clases en la semana de los colegios públicos vecinos. Los Chorros se encuentran al noreste del gran valle de Caracas, que debe su nombre a los aguerridos indígenas Caribes, que habitaban en el valle en las faldas del Guarairarepano al arribo de los conquistadores españoles por los años 1560. Los indígenas les hicieron gran resistencia a los españoles y a sus temibles perros de presa, que estos montados en sus caballos, azuzaban mientras los indígenas que vivían en ese paraíso terrenal, corrían escondiéndose entre la tupida vegetación.
383 años después, crecí en ese lugar escuchando ladridos de perros domésticos en las casas, hoy día muchas solitarias. Maulladas de gatos y cantos de variadas aves silvestres y pájaros, estos últimos sobrevivientes de las cacerías de adolescentes y labriegos que los atrapaban utilizando pega, con la cual untaban las ramas donde ponían frutas o trampas jaulas, para luego venderlos en el mercado libre de la población rural de Petare.
Como niño fui reconociendo los cantos y los sonidos propios del lugar, mezclados con las voces de mis padres, en sus habituales faenas de la casa, que estaba conformada como una pequeña granja con gallinas, gallos, pollos, patos y árboles frutales. Un lugar, donde mis padres intentaban vivir de manera autosuficiente criando a sus hijos, en un lugar sano, natural, libre de contaminación y delincuencia.
Los animales, pero en especial los perros, han sido fieles compañeros durante mi larga vida con muchas mudanzas. Por ello como recuerdo a las muchas de horas que me han brindado como fieles compañeros. Comienzo este relato recordando los primeros animales que había en casa de mis padres desde 1943, fecha en la cual nací, hasta llegar a las dos mascotas que hoy en diciembre del 2020 me acompañan.
Crecí en una familia donde mamá Flor, mi abuela mamita y mi amorosa tía Mercedes, nos enseñaron a proteger y amar a los animales. Era normal tener mascotas en nuestra casa. Mi primera mascota fue un gallito con su gallinita enanos traídos de Puerto Rico, regalo de mi madrina Catalina Ancheta, cuando cumplí los 6 años. Dormían juntitos en el tramo de una banqueta o silla de madera al lado de mi cama, donde mamá colocaba una página de periódico para que Yo la recogiera en la mañana. Muy temprano el gallito, que llame el "enanito", era el primero en levantarse y anunciar con su canto matinal la luz del Sol, que tímidamente entraba a través del postigo de la gran ventana de madera. Un día ya con el sol invitándome a levantarme, al despertarme, me preocupo no haber escuchado el canto del enanito y de inmediato mire debajo de la silla donde dormía. Corrí donde mamá que hacia el café para papá en la cocina, alarmado y juntos buscamos por toda la casa y el patio. Lloroso al no encontrarlos, los busque en las casas vecinas sin éxito. Habían desaparecido dónde dormían, por la noche de mi propio cuarto. Nunca supe como paso. Mamá comento que seguramente habían salido del cuarto temprano al patio y los robaron para sacarle cría y vender los pollitos, que no eran comunes.
Papá por su trabajo en los campos petroleros entre los años 50 y 70, con frecuencia traía animales silvestres que le regalaban. Hasta una pantera del África que un gringo tejano tenia de mascota traída del África. Se la ofreció a papá a su regreso al norte. Papá quiso traerla a casa, como mascota exótica, inexistente en Venezuela, pero Mamá pese a ser amante de los felinos muy alarmada se opuso tenazmente. Mamá nos enseñaba a amarlos, protegerlos y alimentarlos, pero ese tipo de mascota no estaba en su programa. Mamá llamaba a nuestros perros, sus fieles y leales compañeros, que nos trasmitían mucha seguridad de noche, al sentirlos caminar y ladrar vigilantes por el patio de la casa. Uno que otro de raza cazadora, aullaba por las mañanas esperando que ella saliera al patio para acariciarlos y saber cómo habían amanecido.
Una vez al mes, ayudaba a mamá a bañarlos con la manguera, lo cual era una fiesta para algunos, de mucho desagrado para otros. Los menos, escapaban mojados y se revolcaban en la tierra, tal vez sintiendo picazón en su piel por el Jabón azul que mamá utilizaba. Mamá molesta, me gritaba, "atrápalos" y amárralos al lado de la pila de agua, donde nos esperaba y entre risas y amonestaciones, los volvía a bañar. Luego los llevaba y ataba en el tronco de un árbol seco a pleno sol, donde echados, con la cabeza entre sus patas y ojos de regañados, dormitaban, hasta que nos acordábamos de ellos y los soltábamos, corriendo y saltando de alegría por el patio y jardín de la casa. Mamá se molestaba porque le ponían sus patas sucias de barro en su vestido y los alejaba blandiendo la manguera de agua en la mano.
El perro es una criatura de amor. La palabra hebrea para perro es kélev, que deriva etimológicamente de kuló lev o 'todo corazón'.
En otros mundos habitados, existen miles de espíritus hermosos y de gran brillo, que diseñan todo tipo de especies, para alegrar y acompañar la presencia humana en sus esferas correspondientes. .
Actúan por instinto y no por razonamiento, pero en muchos de sus comportamientos son verdaderos ejemplos para los humanos. Los animales pueden servirnos como maestros y tienen cualidades que Dios puso en sus hábitos e instintivos que tienen la capacidad de inspirar a los humanos a elevarse espiritualmente. Se nos enseña: Ser poderoso como un leopardo, liviano como un águila, rápido como un venado, fuerte como un león, manso como una paloma y alerta como la serpiente. Agregaría: que aprendamos del perro su fidelidad, su lealtad incondicional, el ser manso dócil y obediente, el bajar la cabeza y estar siempre dispuesto y atento para obedecer al llamado de quien acompaña y sirve amorosamente.
Quizás es por eso que Dios hizo que Noé construyera un arca para salvar a todos los animales durante el Diluvio. Dios pudo fácilmente haber hecho un milagro que salvara a los animales sin que Noé tuviera que cuidarlos de manera tan difícil y compleja durante 40 días y 40 noches en el arca. Podríamos pensar simbólicamente que fue precisamente para destacar la responsabilidad que tenemos como cuidadores de la naturaleza que les entregó a nuestros Padres Adán y
. De esta manera respetaba su convenio de que el hombre velara por toda la creación puesta a su servicio.
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