Mascotas Tata Félix. Capitulo 7. Roberto-Joaquin-Joaquina- Andy-Rufina-Pili-General-Coronel.
MASCOTAS
DEL TATA FELIX
18. ROBERTO. Perico cara sucia. Cafetero.
Era un periquito macho de los llamados cara sucia con la cabeza marrón que contrastaba con el plumaje verde manzana en todo su cuerpo. Realmente era de papá, que lo recibió como regalo cuando vivíamos en el campamento americano de Punta de Mata en el Estado Monagas. Estaba completamente libre y volaba de árbol en árbol. Muy manso, esperaba la hora en que el carro de papá se veía llegar en la gran recta que había hasta la casa, puntualmente como a las 5pm. Roberto avisaba la llegada moviendo sus alas, moviéndose de un extremo a otro del palo donde estuviera parado. Mamá al verlo nervioso, decía "por ahí viene Félix, ya Roberto debe haber visto el carro", que era un Chevrolet azul que tenía asignado por la empresa. Se ponía muy nervioso y de repente volaba con sus sonidos de perico en dirección al carro de papá, quien al verlo llegar revoloteando sobre el techo se paraba, abría la ventana y Roberto se instalaba sobre su hombro. Mamá le tenía preparado café negro recién colado con abundante azúcar y ese era el interés de Roberto en papá. Este se sentaba en una mecedora fuera de la casa, se tomaba el café con Roberto sobre su hombro y luego le ofrecía el azúcar del fondo de la tasa a Roberto, que le encantaba. Luego de tenerlo un rato entre las piernas patas arriba rascándole el pecho, Roberto se marchaba al árbol donde dormía. De regreso a Caracas unos años después, mamá se trajo a Roberto y dos Guacamayas que estaban libres en el campamento. Las guacas llegaron en grandes jaulas a Caracas, porque eran muy destructoras por el pico. Todo lo cortaban y no dejaban que los mangos maduraran en los árboles. Roberto lo soltaba de vez en cuando, pasaba el día en una mata de mango y regresaba a dormir en su jaula por las tardes, pero un día no regreso más. No supimos si se marchó con alguna compañera, se alejó demasiado y no supo regresar o si fue impactado con alguna gomera o china para matar pájaros De Roberto aprendí su gran independencia y su memoria para esperar a Papá entre las 5 y las 5:30 pm, cuando regresaba a casa del trabajo diario.
19. JOAQUIN y JOAQUINA. GUACAMAYOS. Los pica cables.
Fueron una pareja de hermosos guacamayos azules y amarillos ya adultas, que le regalaron a papá. Los llevo a casa, estando viviendo en el campamento petrolero de Punta de Mata. Tan pronto llegaron, mamá les extrajo unas plumas de sus alas para evitar se marcharan. Los coloco en un frondoso árbol de mango, cerca de la casa que rápidamente aceptaron para pasar la noche. Durante el día bajaban y caminaban el jardín subiéndose a otros árboles donde practicaban la poda indiscriminada, lo cual no le gustaba a mamá. Con el tiempo recobraron su capacidad para volar y se marchaban en la mañana y regresaban por la tarde poco antes de ponerse el Sol. Papá supo por un jardinero, que los guaco habían cortado los cables exteriores de la casa de un gringo que trabajaba en la perforación de pozos. Este había informado de la avería y al verificar el daño se dieron cuenta que habían sido cortados los cables de la luz del exterior por el terrible pico de los Guacamayos. Durante un tiempo estuvieron confinados a las jaulas, hasta que mamá una mañana ante las protestas ruidosas para libelarlos, les abrió la puerta de la jaula y volaron buscando mangos, que cortaban estando verdes. La poda indiscriminada a nadie les gustaba. Tomaban un mango lo mordían y lo tiraban al suelo. Mamá ordenaba los recogiéramos y hacia jalea verde de mango, que realmente era riquísima. Los veíamos acercarse y posarse sobre la mata de mango por las tardes, no sin antes pedirle a papá el fondo de azúcar que quedaba en la tasa de café negro que le servía mamá al llegar. Joaquín también era amante de la azúcar que quedaba en el fondo de la tasa donde papá tomaba su café vespertino. Joaquín era muy celoso con papá y mi hermana. No le gustaba que no acercáramos cuando los posaban en sus piernas y le rascaban la cabeza. Se bajaba y corría a los que estábamos cerca, tratando de mordernos con su peligroso pico, más fuerte que un alicate al apretarlo. Luego frustrado Joaquín regresaba a las piernas de Papá haciéndose el dormido manteniendo un ojo abierto mientras les rascaban su pecho amarillo.
Un día nuevamente se hicieron las maletas para regresar a Caracas. Y Joaquín y Joaquina vinieron en su jaula. Al llegar fueron colocados en el jardín al cuidado de mi hermana, hasta que un día decidió regalarlos a una señora de mucho dinero que vivía en el Country Club de Caracas, que tenía una gran jaula con otros guacamayos. Parece ser que la señora decidió un día abrir las puertas de las jaulas para que salieran y así lo hicieron. Las bandadas de guacamayos que cruzan los cielos de Caracas desde hace años, son descendientes de esa familia de guacamayos liberados por la señora, donde se encontraban Joaquín y Joaquina, quienes ya tenían prácticas de vuelos en pareja cuando vivían en punta de mata estado Monagas.
20. ANDY. PERRA. La dulce amiga.
Era una perra, grande criolla ya adulta, mezclada con San Bernardo, de color blanco, con manchas color naranja. Muy cariñosa y obediente. Nunca se ponía brava, tenía un carácter alegre y era muy casera, con los miembros de la familia, incluso con los otros perros. También fue una perra recogida de la calle. Disfrutaba mucho el baño mensual, que teníamos que hacerle por su abundante pelo, que recogía mucho sucio del suelo. Andy era una perra amiga, siempre muy jovial aunque le pasáramos por el lado sin tomarla en cuenta, por los apresuramientos propios de los trabajos y los horarios. Siempre nos saludaba y corría alegre meneando su cola, hasta que entrabamos a la casa. Andy envejeció y dado lo difícil que era poder atenderla y moverla de algún sitio donde pasaba el día acurrucada, por su peso y gran tamaño, decidimos dormirla. En el momento que el veterinario nos visitó en casa para hacer su trabajo, al quedarse dormida con la aplicación de la inyección, pudimos sentir como el espíritu de esa dulce y tierna mascota, se desprendía de nosotros. Lloramos su despedida. Realmente fue una perra muy dócil, dulce y amigable de los niños.
21. RUFINA. PAJARA TURPIAL. La cantante.
Era una pajarita de alas con plumas negras y todo el cuerpo color naranja, tenía la cabeza negra con ojos azules con líneas blancas, conocida como TURPIAL. Se le considera como el ave nacional de Venezuela. Fue regalo de una amiga que se marchó a los EEUU, luego de tenerla durante algunos años. Un día me llamo y me pregunto si podía recibirla. No podía llevarla y dudaba con quien dejarla. Le conteste que sí y Rufina llego a nuestra casa, ya estando Yo casado y con mi hija Begui pequeña. Le construí una amplia jaula de un metro de largo x 60 cms., de ancho y 1 metro de altura, que daba hacia la parte de afuera de una gran ventana panorámica en el cuarto donde dormía Begui. Estaba muy bien protegida contra gatos, tenía su techo y le colocamos ramas para que se posara volara y saltara entre ellas. Rufina pese a ser pájara, "que según dicen poco cantan", siendo los machos los cantantes oficiales, cantaba mucho y tenía variados tonos. Era muy mansa y disfrutaba volar dentro del apartamento cuando los gatos de mi esposa los encerraba para que se sintiera libre y se ejercitara volando. Lo hacía, iba y venía una y otra vez, parándose en mi hombro esperando que le diera algo de cambur. Una noche escuchamos gritos aterradores de Begui, llamándonos. Acudimos y nuestra enorme sorpresa fue encontrar una joven serpiente de la familia de las llamadas traga venados o Boa, que había entrado por la ventana y buscaba esconderse en la parte superior del closep. Era pequeña delgada, de unos 2 metros de largo, que había entrado a través de una enorme mata de mango que había hacia la pared del vecino. Por allí entro buscando atrapar a Rufina, que no pudo lograrlo, pues la jaula estaba protegida con tela metálica de huecos pequeños. A los gritos de Begui llamando, escuchamos en medio de la noche a un joven de la casa vecina que decía, "no le hagan nada es mi mascota que se me escapo" ábranme la puerta de la calle para buscarla. Al cabo de un rato, se presentó con una bolsa, entro al cuarto de Begui, tomo cariñosamente su mascota y pidiéndonos disculpas se marchó. Tuvimos que revisar todo y Begui durante noches durmió con su madre. Pasaron los años y Rufina seguía cantando al amanecer. Un día, Observe por la ventana, que un obrero que realizaba trabajo a uno de mis hermanos en su apto de la planta baja, miraba mucho la jaula donde estaba Rufina. Poco antes le había tenido que amputar los dedos de una de sus paticas, que habían formado una pelota como un tumor seco que le molestaba mucho y le impedía pararse en esa pata. Le coloque nuevas ramas más gruesas para que pudiera apoyar el muñón que le había quedado. Aprendió rápidamente a posarse sobre su pequeño muñón y dormía sin ningún problema sobre su única patita sana y continuaba cantando al amanecer. Un día amaneciendo, me desperté escuchando un ruido sobre un techo construido de manera arbitraria sobre el costado de mi apto. Pensé que era algún gato y no le preste mayor atención, por la seguridad que tenía la jaula de Rufina. Por la mañana al no escucharla cantar, acudí para saludar a Rufina y NO ESTABA… Mire dentro de la jaula y observe que habían abierto un hueco cortando la tela metálica justo en el lugar donde dormía Rufina. Sin duda el obrero interesado en su canto, había entrado como un intruso y la ROBO para venderla. Rufina tenía con nosotros como nuestra mascota unos 10 años y tal vez otro 5 con su antigua dueña Carmensa Peña, que se marchó a los EEUU por los años 80.
22. PILI. ARDILLA. La traviesa, dormilona y comelona.
Esta es una historia muy tierna. Pili fue una bebe de ardilla, que una mañana luego de una fuerte tormenta nocturna con mucho viento, encontré en el piso en el corredor de entrada de los carros al estacionamiento. Estaba mojada, no se movía y creí que estaba muerta. Días antes había encontrado a otro bebe de ardilla, posiblemente su hermano, que le faltaba un ojo, pero estaba vivo, cerca del mismo sitio. Era frecuente escuchar lechuzas de noche cazando entre los arboles de mamón y seguramente ese bebe había sido víctima de alguna de esas cazadoras nocturnas. Lo curamos y estuvo con nosotros algún tiempo, hasta que un día se escapó con su ojo vacío pero curado. No fue el caso de Pili que acepto a mi hija Begui como su dueña. Se dejaba acurrucar, acariciar, siempre muy despierta y alerta para volver a la cajita caliente y cómoda, que como su casita tenía en la jaula con Rufina. Allí creció dentro de la jaula con Rufina, saltando entre palos más gruesos, hasta que cumplió los 4 años. Una mañana Begui se preocupó porque Pili no salía de su casita. La llamo varias veces y como no se asomaba, metió la mano en la jaula y la saco. Estaba como dormidita un poco fría y apenas abría los ojos. Llamamos al veterinario de la familia y lo primero que pregunto fue ¿qué edad tenia?. Le respondimos que 4 para 5 años y respondió: "es la vida promedio que tienen las ardillas", así que seguramente se está despidiendo. Pili murió esa tarde y la enterramos en un pequeño jardín al lado de nuestro apartamento. Algunos parientes de PILI aún se ven caminar por los muros de las paredes de los vecinos, cubiertos por peligrosos alambres con filosas púas supuestamente anti intrusos.
23. General y Coronel. AVES TURPIEALES Los tenores. Así llamo el anciano y espiritual Patriarca de nuestra Iglesia Rubén Radio Pacheco, a dos Turpiales que tenía en su apartamento de Palo Verde en Caracas donde vivía. Por las quejas de los vecinos que protestaban, que ambos cantaran muy de mañana y de manera fuerte y continua, me llamo un día y me dijo si quería recibirlos. Por supuesto los fui a buscar y realmente eran un verdadero espectáculo escucharlos por las mañanas. Ante una inesperada mudanza unos años después, con mi hija Begui, los lleve al parque los Chorros con todos los otros pájaros que teníamos en nuestra casa. Allí uno a uno los fuimos dejando libres incluso un maravilloso Ruiseñor, que había comprado en una tienda llamada Pajaro-landia en Sabana Grande. También tuve problemas con una vecina que se quejaba que los pájaros eran muy madrugadores y no la dejaban dormir, cuando me mude a un apartamento en las Palmas-Caracas. Los pocos que quedaron de la primera liberación, también los deje libre en el parque los Chorros en Caracas.
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