"ENRIQUETA"
Una Historia real con algo de fantasía.
Felix Jelinek Maldonado
2008

Así se llamaba  una mujer de contextura fuerte, alta, de aspecto agradable, de unos 35 a 40 años, muy alegre que de cuando en cuando visitaba a mamá cuando era un niño de unos 8 años edad. Enriqueta con voz fuerte, llamaba a mamá anunciando su presencia en el patio de casa, donde la puerta siempre permanecía abierta. ¡ Flor gritaba…. aquí estoy!……. Mamá acudía a recibirla con cariño y al rato se sentaban alrededor de una mesa, donde Enriqueta adivinaba el futuro con sus cartas y otras veces invocaba el espíritu de un tal Ramoncito. Asuntos que parecían muy serios a mi corta edad pero que no entendía nada.

Las visitas de Enriqueta coincidían algunas veces con la época que una hermosa y frondosa mata de Mamón, que estaba a la entrada  de la casa, llenaba nuestro patio de hermosos y dulces mamones. Ella me decía. ¡ Junior tráeme unos mamones!, y Yo corría a llenarle una bolsa de papel que mamá guardaba y que siempre sobraba después que terminábamos con el pan de la mañanas.

Un día observe a mamá muy compungida y llorosa, le pregunte ¿ mamá que te pasa? Y ella entre lagrimas me dijo Enriqueta no vendrá más. No entendí con claridad y le pregunte de nuevo, ¿ porque no vendrá más? Y ella me contesto el Señor la llamó por que la necesita para que le lea las cartas y lo llene de alegría con su presencia.

Enriqueta a pesar de mi corta edad me había dejado un grato recuerdo.
 Un día correteando entre las matas y el jardín de casa, muy cerca de un  frondoso árbol, me cayeron unas pepas de mamón  en la cabeza. No se porque, me le quede viendo y le dije……… De ahora en adelante te llamaras Enriqueta. En mi imaginación de niño, pude sentir la alegría del árbol y como agitaba sus ramas de un lado a otro. El patio era un desastre de mamones y escuche un grito de atención de mamá que decía, ¿ Junior recoge y limpia el patio de mamones, tu padre esta al llegar!. Le respondí …pero mamá no fui Yo, fue Enriqueta. Mamá se apareció en la puerta de la casa y me dijo que ¿ qué dijiste? Y tuve que explicarle que le había puesto ese nombre a la mata de mamón en recuerdo de su amiga. Todo acabo allí y limpie el patio de hojas y mamones bajo la sombra y la mirada de Enriqueta. Ese día nació nuestra larga amistad que hasta el día de hoy perdura, ella centenaria y Yo con casi 60 años.

La razón por la cual le puse ese nombre femenino a un árbol de mamón era, porque en casa habían dos arboles, uno que daba muchos frutos (Enriqueta) y otro que solo floreaba. Muchas veces escuche a mamá y papá decir esa mata no da fruto porque es macho…. Así que la otra tenia que ser para mi mujer..

Siempre hablaba con Enriqueta, era mi amiga y confidente. Ella cuando regresaba de clases me contaba de los pájaros y ardillas que la visitaban, unos buscando comida, otros abrigo y otros que solo cantaban y cantaban. También me hablaba de las parejas de novios que llegaban buscando un sitio donde construir su nido. De los esposos que enseñaban a sus pichones a volar y del peligro que corrían de caer y ser atrapados por los gatos. Uy….. "los gatos"…… Cuanto me hicieron sufrir presenciando como atrapaban algún pajarito y cuando corría hacia ellos, siempre se me escapaban. Luego encontraba algunos restos de plumas y me torturaba el tener  que escuchar el llamado infructuoso y desesperado de los padres, que durante días volaban cerca del piso, buscando sus hijitos. Enriqueta no quería a los gatos, su tronco grueso y alto impedía que estos se treparan con facilidad. A veces Enriqueta mi fiel amiga, me daba buenas y malas noticias referente a todo lo que sucedía en sus ramas y frondosa copa. Enriqueta era mi amiga, de verdad y la amaba.

En alguna época del año al  regresar de la escuela, encontraba huevos rotos de pajaritos en el piso. Enriqueta me decía ¡ esas ardillas traviesas estuvieron correteando de rama en rama buscando huevos en los nidos! Tuve que agitar con fuerzas las ramas para espantarlas. Enriqueta se enfadaba, algunas veces lograba que las ardillas perdieran el equilibrio y cayeran al piso.  Estas  apenas si se golpeaban y de inmediato corrían y trepaban nuevamente por el grueso tronco de Enriqueta. Entonces se producía un gran silencio en las ramas y Enriqueta decía  la fiesta ha terminado. Entonces me miraba y  me sonreía con una mueca de ternura pero al mismo tiempo de picardía.

Enriqueta se venia abajo con su pesada carga todos los años y papá parecía escucharla que se quejaba por el exceso de peso y por las hojarasca y mamones en el piso del patio. Llamaba a unos hombres que aparecían y comenzaban a machetear sus ramas. Podía escuchar los alaridos y quejidos de Enriqueta hasta en el salón de clases que queaba a un kilometro de distancia. Para mi eran hombres malos, lo que no podía entender era porque papá que era bueno, los contrataba para ese trabajo….Al final cargaban cestas y cestas de mamones y se marchaban. Enriqueta quedaba adolorida y cansada.
 Cuando nadie me veía me le acercaba y le decía Enriqueta perdona a papá, el no sabe que lo hace….Ella me decía por lo menos pasara un año hasta que ocurra este martirio de nuevo. ¿me preguntaba porque me tratan así sí Soy tan generosa y buena? No podía responderle y solo la abrazaba con mis débiles y flacuchos brazos de niño tratando de cubrir el diámetro de su tronco ancho y fuerte.

Algunas veces Enriqueta cuando me veía que enfadado barría el patio de hojas, me decía Junia, como escuchaba a mi padre llamarme  " perdóname ". ¿Me preguntaba " me quieres", estas bravo conmigo? Y Yo paraba de barrer la miraba y le decía ¡ No estoy bravo contigo…. Enri,  te quiero…de verdad te quiero.

Los años fueron pasando, Yo crecía y Enriqueta envejecía. Cuando pasaba todos los días por su lado, podía observar  en su tronco, las huellas y rajaduras del tiempo. Ya sus cargas de mamones no eran tan abundantes. Siempre hablábamos y nos contábamos cosas. Un día llego el momento de la despedida. Me case y me fui a vivir a un lugar lejano con mi esposa . Enriqueta se alegro de mi casamiento, pero cuando supo que me marchaba, se puso muy triste. Ni una sola de sus hojas se movía. La observaba en silencio desde alguna ventana de casa. Finalmente llego la hora de marcharme y cuando pasaba a su lado, tuve que parar, bajarme del vehículo y acercarme. La abrace con fuerza y lloramos juntos. Con voz quebrada le dije mi Enriqueta, te amo, vendré con frecuencia a verte, no temas, mamá velará por ti y estará pendiente.
Enriqueta sacudió sus hojas y unas cuantas gotas de lluvia que permanecían en sus hojas, depositadas por una tenue llovizna,que había caído en la tarde, cayeron sobre mi rostro. Sentí que eran lagrimas de despedida que vertía Enriqueta. Sin duda ambos llorábamos por nuestra separación, habían transcurridos casi 25 años viéndonos casi todos los días salvo una época de 5 años que solo podía verla los fines de semana, pues estaba en un internado.

Paso el tiempo y mis obligaciones y nuevas responsabilidades me fueron alejando de la casa de mis padres, los intervalos entre visita y visita eran cada vez más largos. Años después, visite a mamá y como siempre tenia que pasar por el lado de Enriqueta. Al pararme para abrir la puerta de calle, observe sus hojas amarillas, cosa que para la época no era normal. Me pare y la vi enferma y triste. Le pregunte ¿Vieja Enriqueta que té pasa?. Me dijo y apenas le escuchaba… hace unos días atrás habían venido unos de esos hombres y comenzó a cortar mis ramas con fiereza. Me dijo que no  entendía porque, lo hacian pues no tenia frutos…. Me dolía me dijo, gritaba, pero nadie me escuchaba…Te llame con desesperación, pero tu tampoco apareciste. Luego me acorde que no podías escucharme porque estabas lejos. Agrego, estoy Junia llena de cicatrices y heridas enfermas. Ya a mi edad no tengo fuerzas para defenderme, si no me ayudas Moriré….Para aquel momento Enriqueta tenia aproximadamente unos 50 años. Procedí antes de bajar mis cosas personales, a rociarla de agua con la manguera como lo hacia de niño, la acariciaba, ella se reía, pues el agua a presión le hacia cosquillas.Algunos pájaros aprovechaban la ocasión para bañarse en los charquitos o volar entre el agua y luego pararse en algún palito a  secarse y perfilar sus plumas.



Procedí a curarla. Nuestro encuentro era suficiente para que Enriqueta recobrara fuerzas y vitalidad,  en apenas dos días la sentí desde mi cuarto agitar sus ramas tratando de tumbar las ardillas retozonas. Enriqueta se había recuperado. Que feliz era……

Nuevamente me despedí de Enriqueta, la abrace y le dije vieja, eres dura aún, deja que Yo abandone este mundo primero por favor. Hubo un profundo silencio….

Pasaron tres largos años y regrese a casa a visitar a mamá y a Enriqueta. Tan pronto llegue a la puerta de calle, observe que apenas si las ramas de Enriqueta tenían hojas, al entrar al patio, este estaba lleno de hojas secas amarillas, mamones sin madurar y otras hojas verdosas, señal de que algo no estaba bien. Me acerque a Enriqueta, esta ni se había dado cuenta de mi llegada. La llame por su nombre  "Enriqueta" Soy Yo Junia…Que sucede……Enriqueta parecía dormida, le repetí Enriqueta Soy Yo Junia… que té pasa….. Acerque mi mano a su tallo con profunda preocupación y rasgue su piel con mi uña buscando verdor o savia como señal de vida. En ese momento la acaricie con mis mejillas y pude percibir su tallo seco, áspero, lleno de hendiduras y cicatrices. Me sentí desfallecer y en medio de mi angustia, la escuche con voz dolorosa, temblorosa y muy apagada decirme….! Te he esperado tanto…estoy a punto de morir……Por este pasillo pasan muchas personas cada día, pero a nadie le importo. He dado sombra, frutos, verdor, compañía, he servido de cobijo a tantas criaturas, he alegrado las noches con mis bailes al compás del viento y a nadie le importo……Termino diciéndome abrázame por favor, estoy tan débil…Le dije, aquí estoy Enriqueta, no te dejare morir. La abrace con fuerza y al tratar de unir mis manos alrededor de su tallo, sentí una protuberancia extraña. De inmediato busque algo con que raspar el sitio y lo único que encontré a mano fue un destornillador en la maleta de mi vehículo. Observe un pequeño orificio y trate de limpiarlo. Mi sorpresa fue que se trataba de un enorme hueco que el comejen había hecho hacia el centro del tallo de Enriqueta. Con firmeza y rapidez limpie y saque toda la madera podrida, le aplique agua a presión y quedo ante mi vista un enorme hueco por medio del cual podía ver hacia el otro extremo, tenia casi 80 cms de circunferencia. No pude hablar, pero la herida era de suma gravedad. Escuche a Enriqueta decirme estoy muy mal ayúdame… La cure y la limpie. Le aplique un producto a base de alquitrán y al día siguiente le hice una faja con Yute y rellene la inmensa abertura con cemento fresco. Abone su pata y removí la tierra. Al final Enriqueta me dijo  gracias….Junia te amo. Yo también te amo Enriqueta y todavía te necesito, no me dejes por favor.. Enriqueta me dijo si quieres tenerme por siempre, toma uno de mis frutos y siémbralo. Será mi hijo y cuando Yo muera podré permanecer a tu lado a través de mi descendencia. Sin vacilar tome no uno sino varias pepas de   mamón y le dije cuidare de tus hijos y los llevare a algún lugar donde viva que sea nuestro. También Enriqueta agregue, esparciré semillas por todos los terrenos que encuentre, al borde de autopistas y carreteras. Ella me dijo solo me conforme con que tu tengas uno de mis hijos. Le dije serás inmortal Enriqueta y de ti saldrán miles de frondosos arboles te lo prometo. Algunas veces me parece escuchar en la calle en la época de mamones un pregonero que dice "Mamones de Enriqueta, mamones de Enriqueta dulces grandes y sabrosos con sus morochos"…


Nuevamente paso el tiempo. Nos alejamos, pero cuando regresaba estaba pendiente de ellas y de sus hijos que habíamos sembrado en dos pequeñas bolsas negras de plástico.

 Con mi esposa compramos una finca y una de las primeras cosas que hicimos fue sembrar los dos hijos de Enriqueta en nuestro patio. Hoy son dos hermosos arbustos, uno que llamamos Enriquetica y otro Ramón. Enriquetica dio su primera carga y sus mamones son de una dulzura increíble. Por ser los arboles más frondosos a pesar de su tamaño en los alrededores, duermen paraulátas y canarios. Siempre le cuento a Enriqueta de sus hijos.

 Enriqueta,  aun vive y es casi centenaria, Yo tengo casi 60 años y me pregunto ¿ quien morirá primero?.  A veces cuando me paro a hablar con ella se queda dormida y no me responde. Me gustaría sinceramente abandonar este mundo antes que Enriqueta. No soportaría verla muerta, parada seca y fea sin hojas esperando que aparezca un hombre con sierra eléctrica y la haga pedazos. Ella me dijo el otro día Junia, cuando muera lleva un pedazo de mí a tu finca. Se lo prometí, pero espero no complacerla, por el contrario cuanto me gustaría ser enterrado al pie de Enriqueta mi fiel compañera……





Enriqueta y sus hijos existen. El patio, la casa, la finca también. Mis fantasías son solo mías y ahora a mi edad las puedo expresar porque realmente me importa un carajo el que dirán. Cuando niño me cohibía por miedo de lo que pensaran de mí.


Posdata: 

Con una semilla de mamón podemos Sembrar mundos sin fin en el Universo...






Nota:
Aquellos familiares, hermanos, compatriotas y personas que deseen atender mi llamado, pueden colaborar con sus generosas  donaciones en mi cuenta del Bank Of América, 898047890388 No., o a mi cuenta PayPal, utilizando el e-mail felixjelinek2@gmail.com, para  ayudarme a mantener el bienestar y la calidad de vida  que necesito  por mi avanzada edad y poder así continuar produciendo y aportando mis conocimientos y experiencia.  



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