HISTORIA REAL BONGO 
EL PERRO SALVADO DE LA MUERTE.
30-10-2000.
Félix A. Jelinek Maldonado.

Tenemos una finca en el pleno corazón del llano venezolano. Allí hemos trabajado  por más de 10 años, preparando nuestro retiro lejos de la contaminación, el ruido,  los vicios y enfermedades sociales propias de una ciudad grande como Caracas. En este momento nuestra hermosa y espaciosa casa de estilo colonial, está terminada. Estamos rodeados de frondosos árboles, sembrados por nosotros y de animales de varios tipos que nos hacen compañía tanto de día como de noche, al escuchar sus diferentes manifestaciones.
La historia del gran Bongo, comienza una calurosa tarde en el periodo de sequía que se inicia en nuestro país Venezuela entre noviembre y termina en mayo.  Son 6 meses de sol abrazador inclemente, donde los animales se recogen y los arboles apenas tienen su follaje, pero siempre están allí sufridos y de pie. La historia se inicia en 1992. Esa tarde no se movía una hoja, el sol quemaba despiadadamente la tierra arcillosa, resquebrajada, endurecida y muy seca. Podíamos observar su color rojizo desde las hamacas donde nos balanceábamos lentamente buscando el viento de la tarde. Esperábamos que el catire como le dicen en el llano, declinara y comenzara a recogerse en el horizonte, dando paso al fresco del ocaso, que en nuestro llano se hace sentir, cuando la temperatura desciende de 40 o más grados a unos 25 a 28 al llegar la anoche. Mi esposa con la cabeza un tanto levantada, mirando hacia la profundidad de la sabana sin límite, observo algo que se movía a lo lejos entre la maleza amarillenta y seca, que aún existía pese a los incendios que todo los años ocurren por la contaminación de latas y cigarrillos que algunos lanzan a su paso por las carreteras. Me dijo Junior, ¡por allá viene algo y parece ser un perro!. Levante la cabeza en medio del sopor y el intenso calor y no vi nada.  Ella sin apartar la vista, y observando el movimiento lento entre la paja pero firme en dirección a nosotros, exclamo" son dos perros, uno grande y uno pequeño. Esperamos su llegada y pronto estaban frente a nosotros. Uno era grande de color negro, con una mancha blanca en su pecho, unas pequeñas botas igualmente blancas en su patas y blandía una larga y delgada cola negra, que terminaba con un peñacho blanco en su punta. El otro era una simplemente una perrita negra mestiza, que resulto toda una  gran compañera y guardiana. El  parecía ser un cazador de raza Braco. Presentaba un cuadro aterrador. Estaba muy herido, sangraba por varias partes de su cuerpo;  a ambos  se le podían contar las costillas, mostraban sus encías blancas, señal de una fuerte anemia. Jadeaban mucho sin duda de su larga caminata a pleno sol. ¿De donde venían, como llegaron hasta allí?, solo ellos lo sabían… Nos levantamos de inmediato de las hamacas y el perro grande lanzo un profundo  y largo aullido propio de los perros cazadores, seguido de breves y cortos ladridos de su compañera. No solo anunciaban su llegada, sino que nos pedían auxilio  y agua. Algo que en el lenguaje humano, significa, "POR FAVOR AYUDENDONOS NOS ESTAMOS MURIENDO".
Tanto mi esposa como Yo, siempre hemos tenido animales de todo tipo, pero en especial perros y gatos,  de varias razas, que su mayoría han muerte de viejos en las manos de mi esposa. Mamá llego a tener 36 perros, recogidos algunos y otros que se los dejaban en la puerta de la casa cachorros. Recuerdo que mamá decía; Junior escucho un perrito gimiendo anda ver… y allí estaba alguno abandonado por alguien. Siempre hemos sido ecologistas y protectores de animales, de manera que aquel perro, negro flaco, herido, sediento, enfermo con su fiel y pequeña compañera, habían llegado al sitio preciso, en el momento oportuno y estaban ante las personas que podían atender su emergencia y situación desesperada, dispuestos a darle  la ayuda que pedían con sus ladridos. Se dejaron tomar en nuestras manos y al observar en detalles las heridas del cazador, nos dimos cuenta de lo profundo que eran  en su lomo, patas orejas y en su cola, que estaba  agusanada, podrida y parecía estar quebrada. Se podía ver que había librado una lucha feroz con algún vaquiro,  cunaguaros propios del llano o haber participado en peleas con otros perros. Nos llamó la atención que casi no tenían uñas, lo cual indicaba que habían caminado una larga distancia, que habían caminado varios días y que  seguramente escarbaban agujeros buscando alimento a o agua en ese viaje que termino en nuestra finca. Nos preguntamos ¿que llevo y como llegaron  a esos animales moribundos a nuestra presencia, en medio de esa inmensidad de llanura?
Lo primero que hicimos fue ponerle agua fresca y limpia, la cual empezaron  absorber desesperadamente. Nos dedicamos a curar las heridas del perro, cuyo sangramiento no paraba. Sus heridas profundas eran señal de peleas tal vez con animales salvajes que también podrían ser de osos hormigueros o meleros o d algún perro salvaje  extraviado o abandonado  por cazadores frecuentes en esa zona. Estaban cargados de garrapatas hembras y machos, que como racimos se podían ver en sus lomos, patas y orejas. Mientras atendíamos al macho cazador, su compañera nos miraba atentamente con sus ojos preguntones, ¿Nos dejaran con ustedes se salvara?  Luego de un rato, salpicados por la sangre al sacudirse por los efectos de la limpieza con agua oxigenada y alcohol, terminamos de darle comida. Ambos nos miraron moviendo sus colas. La del cazador no paraba de sangrar y salpicar todo. Probablemente nunca habían sido acariciados, así que les hablamos y lo hicimos con mucho cariño y compasión. Nos sentíamos bien de haber ayudado a esos perros indefensos y solitarios en ese llano. La cura preliminar no dio resultado en el macho cazador, por ello tome la decisión de llevarlo a Caracas, donde el veterinario de mamá Dr. Vertorelli en los Chorros. En ese momento decidimos con mi esposa, adoptarlos y al macho cazador le pusimos BONGO y a su compañera la NEGRITA. Esta última pareció entender lo que habíamos decidido,  se hecho a nuestro lado y se durmió profundamente. Mi esposa se quedó sola, mientras Yo salía rumbo a Caracas, distante unas 4 o 5 horas. Era un domingo y decidí tomar la carretera por la vía de Betania, creyendo que habría menos tráfico de retorno a Caracas. Cuando me aproximaba al punto de adoración de la Virgen de Betania,  encontré una larga cola, debido a una procesión en marcha. Bongo que había permanecido echado todo el trayecto en el asiento trasero, levanto la cabeza y de inmediato comenzó a sacudirla, sacándose la venda y salpicando con su sangre el interior de la camioneta. No podía hacer nada, solo tratar de cubrirlo y echarlo en el asiento. Pareció entender y finalmente llegamos a la clínica como a las 9pm. El veterinario fue llamado y al rato apareció siendo domingo, muy amable y dispuesto ayudar. Éramos sus clientes por años. 
Después de examinarlo exclamo: "este animal parece tener todas las enfermedades del llano, que él conocía muy bien por cierto. Está muy débil por la sangre perdida y tiene un cuadro anémico y de deshidratación severo. Esas garrapatas seguramente han sido parte de su vida y puede tener con toda seguridad Erliquia una enfermedad infecciosa fatal para los perros. Me dijo que aparentaba unos 5 años, pero que su cuadro era grave. Me pregunto ¿desea dormirlo? Se ve muy mal… Le conteste no, lo dejo y trate de salvarlo, para eso lo traje desde tan lejos. Bongo me miraba con una mirada perdida triste como de despedida. El Dr. Ordeno algo para hidratarlo y lo introducimos en una jaula en el área de hospitalización. Algunos hermosos y cuidados perros ladraban dándole la bienvenida, otros protestaban y aullaban. Bongo no entendía nada y se hecho en su jaula para descansar del largo viaje. Me despedí de Bongo esperando lo peor con discretas lágrimas en los ojos. Le dije mentalmente haremos todo lo que se pueda para salvarte, me miro y bajo su cabeza entre sus patas. Sentí espiritualmente como ser vivo que era y así lo dejaba, que me decía GRACIAS, POR TRATAR DE SALVARME, PERO PREFIERO MORIR EN MI LLANO QUE ME ABANDONES  EN ESTE LUGAR.  Con mis ojos llenos de lágrimas le dije: BONGO NO TE PREOCUPES VOLVERE POR TI. Salí llorando y Vertorelli me dijo; hare todo lo posible.
Todos los días llamaba por teléfono y las noticias eran su estado es estacionario, pero lucha por su vida.  Luchaba tal y como seguramente lo hizo antes de aparecer en la finca ese caluroso domingo. Antes de salir, me preguntaron ¿Usted quiere gastar dinero en ese animal tan enfermo?
Respondí hagan lo que tienen que hacer y SALVENLO.
Una tarde lo visite en su jaula. Atendió a su nuevo nombre, levanto la cabeza y se paró en sus patas con dificultad. Lanzo un aullido y se produjo un profundo silencio entre los otros perros. Bongo me saludaba. Al menear su cola, pude darme cuenta que era más pequeña. Se la habían cortado y estaba vendada. Le dije ¡BONGO LUCHA NO TE ENTREGUES! Saldrás de este lugar y regresaras a tu llano. Bongo acepto el reto, a los 10 días me llamaron y el veterinario me dijo puedes venir a buscar a Bongo. El monto de la factura era importante, pero tanto mi esposa como Yo la asumíamos con mucho gozo por haberlo salvado y respetado su vida. Al regresar a la casa en Caracas, Bongo presento nuevamente sangramiento por la cola y una de sus orejas. Vertorelli me dijo que tenía problemas de coagulación por la anemia, que lo llevara nuevamente.  Le fue amputada toda la cola y un pedazo de oreja.  Finalmente Bongo venció la muerte y se convirtió en un perro chucuto con una oreja de cazador y otra mocha. Cuando regresamos a la finca muchos días después, el reencuentro con la negrita su compañera, fue increíble. El aullaba y la negrita corría y ladraba repetidamente a su alrededor. Sin duda festejaba y lamia a Bongo, que continuaba aullando como el cazador que era.

Bongo y la negrita, tuvieron 6 hermosos cachorros. Se adaptaron a nuestra vida y fueron muy fieles compañeros. Los otros animales que teníamos, los aceptaron y éramos una gran familia. Mi esposa por mi trabajo y viajes, paso muchos días solas en la finca, solo con la compañía de nuestros fieles y leales perros, caballos, gallos, gallinas, gatos, loros, a los cuales se fueron agregando potrillos, una cerda increíble, Yayita la burrita rescatada recién nacida en el llano, pájaros, tortugas galápagos, una venadita recién nacida igualmente rescatada al lado de su madre tiroteada por cazadores, un oso Hormiguero etc etc.

Una tarde Bongo y la Negrita corrieron hacia la sabana y se alejaron de sus cachorros. Las horas pasaban y los cachorros aullaban pidiendo su teta con hambre. No aparecían los padres. Entro la noche y comenzamos a preocuparnos. Mi esposa preparo un biberón con leche y comenzamos a darles a los cachorros. Me asomaba al corredor y gritaba, NEGRITA NEGRITA BONGO BONGO….  No pasaba nada. Entrada la noche escuchamos que rasgaban la puerta de la casa, abrimos la puerta y allí estaba ala negrita, que entro jadeando y muy rápido buscando sus cachorros. Mi esposa le pregunto ¿NEGRITA DONDE ESTA BONGO? Sus ojos querían decirnos algo, pero el cansancio y la lucha por las tetitas de sus hijos, impedían que nos siguiera viendo y callo rendida sobre un costado. BONGO no había regresado y sentimos mucho temor. Al día siguiente listos para viajar a Caracas muy preocupados por su ausencia,  lo vimos correr entre el monte hacia nosotros que teníamos el motor del carro encendido. Arrastraba un pedazo de mecate grueso. Al llegar pude darme cuenta que había escapado de algún lugar mordiendo la soga. Bongo entro a la casa, saludo a la negrita y a sus hijos, lo acariciamos y regañamos. Cuando nos montábamos en la camioneta, BONGO entro y se hecho en el asiento trasero. Bongo viajo muchas veces con nosotros a Caracas y siempre iba con su cabeza con la oreja mocha y su hocico, asomado por la ventana. Le gustaba sentir la brisa y cerrar los ojos. Realmente era muy educado, limpio y un buen compañero de viaje.
Con el tiempo BONGO se convirtió en un hermoso perro, muy especial. Era una gran mascota. La negrita era muy alegre y también lleno nuestra vida. Ambos eran cariñosos, tiernos y muy amorosos con sus cachorros y nosotros. Una mañana Salí a caballo a recorrer un caño medio seco, que aún tenía algo de agua empozada. Bongo correteaba e iba adelante, indicándome el camino. Desapareció en el follaje. Pare la cabalgadura y comencé a buscarlo sin llamarlo. Mi sorpresa fue, que lo encontré sumergido en el agua, hasta la cabeza. Sin duda seguía su instinto de perro cazador de patos salvajes. Los perros esperan el disparo del cazador y salen tras la búsqueda del pato que cae a las aguas. Le grite.¿ BONGO NO SOY CAZADOR SOY ECOLOGISTA NO MATO PATOS PERO SI GARRAPATAS y bichos! Pareció escucharme, apure a la Yegua MIMOSA muy bella por cierto,  que le había regalado a mi esposa y comencé a  galopar de regreso a casa. Detrás venia corriendo con su lengua afuera para alcanzarme, mi fiel BONGO.

La fiel negrita murió al poco tiempo. La anemia, la falta de vacunas tempraneras y la crianza de sus 6 cachorros, acabaron con su vida. La lloramos mucho. A los 3 meses su traviesos y bellos cachorros BONGO, BENGO, BUNGA, BANGA,  BINGO Y BENGA  murieron de una misteriosa y mortal peste. A pesar de la ayuda veterinaria, no pudimos salvarlos. Solo sobrevivió una vez más el gran BONGO el cazador Salvado.
Pasaron 9 años y Bongo era todo un personaje. Viajaba a Caracas con nosotros con frecuencia y siempre se comportaba como un caballero. Estando en el apartamento, siempre nos pedía para bajarlo  a hacer sus necesidades en un terreno jardín. Nunca molestaba y tampoco se sentía.  Un día escuche un grito lastimero y baje volando y encontré a un vecino que le había pegado con un palo. Me le fui encima y me agredió en la cabeza con el mismo palo. Ese hombre, no conocía la historia del gran  BONGO y como había luchado por su vida.
Como todo BONGO ENVEJECIO. 9 años con nosotros +5 en su llano, sumaron unos 14 años aproximadamente de vida. Tenía dificultad para pararse en sus patas traseras. Perdió la audición. Sin embargo hacia sus recorridos matinales y regresaba cansado a echarse en la galería de la casa de la finca. Pasaba horas allí. Atendía al llamado que le hacíamos aplaudiendo y llamando BONGO BONGO… Un día BONGO no se paró más. Tuvimos que tomar la dolorosa decisión de dormirlo, lo cual fue entre lágrimas y una gran tristeza. Bongo moría en su llano, como lo había querido cuando lo lleve al veterinario moribundo.  No pude despedirme de BONGO, estaba de viaje. El GRAN BONGO compañero de muchos viajes, gran compañero y fiel amigo, fue enterrado al pie de un árbol a la entrada de la finca. Allí sus huesos nos hicieron compañía muchos años. De noche parecía escuchar a lo lejos sus aullidos y ladridos de su compañera la negrita, en medio del silencio de la sabana.

POSDATA.
 La finca fue abandonada por conflictos propios entre humanos, los animales murieron y se encuentra invadida por gente que nunca aporto nada y que desconocen la historia que encierra esa propiedad levantada con mucho trabajo y sacrificio durante años, solo acompañados de nuestras fieles mascotas.



Nota:
Aquellos familiares, hermanos, compatriotas y personas que deseen atender mi llamado, pueden colaborar con sus generosas  donaciones en mi cuenta del Bank Of América, 898047890388 No., o a mi cuenta PayPal, utilizando el e-mail felixjelinek2@gmail.com, para  ayudarme a mantener el bienestar y la calidad de vida  que necesito  por mi avanzada edad y poder así continuar produciendo y aportando mis conocimientos y experiencia.  


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