CAPITULO 3 y 4
NECESIDAD DE UNA FE.
En la medida que crecía en edad y estudiaba, comencé a darme cuenta, que la fe religiosa donde habían germinado mis primeras inquietudes espirituales, no me ofrecía respuestas, para muchas preguntas que iban surgiendo en mi mente. Fue así como mi Fe en la Iglesia Católica en la cual había sido bautizado, comenzó a enfriarse, sin que esto afectara para nada mi lealtad incondicional a Jesucristo. Seguía rezando, así me enseñaron a comunicarme con el, pero la forma de dirigirme a Dios "que también era Jesús", cosa que no comprendía en aquellos momentos, (Tres Dioses en uno solo), fue mermando y enfriando mi relación con El. Deje de rezar, al no encontrarle sentido a una comunicación monótona, repetitiva de lo mismo y sin sentido para la realidad y necesidad del momento que vivía.
Como consecuencia de este enfriamiento, entre en una profundo vacío. Me invadió de manera continua una soledad espiritual y religiosa. Empecé a compartir con amigos y compañeros, que tenían otros intereses, que le daban mucho valor a las cosas materiales y que fácilmente eran manejados por la propaganda y la sociedad de consumo, que nos motivaba a fumar, tomar, asumir la vida como una permanente diversión pasajera a la cual había que sacarle el mejor provecho. Realizábamos actividades de riesgo para nuestras vidas, propias de jóvenes tratando de ocupar el tiempo y quemar energía. Hoy a ello se le llama actividades de alto riesgo en busca de adrenalina. Tuve oportunidades de perder la vida, pero siempre fui protegido, lo cual confirme años después en mi bendición patriarcal.
Esta separación temporal, de dejar la práctica de nutrirme espiritualmente al menos con cierta regularidad, termino afectándome seriamente en lo personal y en mi relación con mi esposa, quien no tenía ninguna formación religiosa. Ella venia de una familia de anarquistas e izquierdistas, intelectuales y sus estudios ó intereses, además de la arquitectura efectuados en su país Argentina, habían estado mas orientados hacia el teatro y la danza. Comencé a estudiar y buscar la verdad en otras religiones y sus doctrinas. Leía y buscaba repuestas, pero estas no llenaban mis expectativas. Mi formación de encontrar la lógica en las cosas y razonar las ideas buscando la explicación científica, que me enseño mi padre, eran un freno para entender aspectos de diferentes doctrinas, que ante la falta de respuestas convertían sus explicaciones en misterios o generaban mas dudas en mi mente. Preguntas como ¿Quién es Dios?, ¿Cómo es?, ¿para que estamos aquí? ¿Que es el Paraíso? ¿Qué es el Infierno? ¿De donde venimos? ¿Hacia donde vamos?, ¿Que hay después de la muerte? ¿Cómo surgió la vida? Etc., y respuestas muy elementales y sin ningún sentido para mí como: Dios está en todas partes, es un ser único solitario, sin familia, que se encuentra en el viento, en las plantas, que no tiene forma. Que estamos aquí para ser salvos y si nos portamos mal seremos castigados por la eternidad. Que el paraíso esta en algún lugar desconocido en el cosmos, donde van todos los que se portan bien y que el Infierno es lo opuesto, un lugar de inmenso sufrimiento representado por llamaradas y fuego. Otros hablaban de la gran conciencia cósmica, de una inmensa energía, del ojo que todo lo ve, del gran arquitecto universal etc. Del Dios solitario sin esposa, sexo e hijos. etc. etc. Explicaciones, argumentos y razonamientos, que no llegaban a mi espíritu, que no lograban convencerme y que mostraban un desacuerdo e incoherencia con la naturaleza de la vida y todo lo que me rodeaba. Por el contrario buscando respuestas, surgieron nuevas dudas y las que tenía se hicieron más grandes y confusas. De tal manera, que mi tristeza, y desesperanza aumento. Mi espiritualidad se fue enfriando, alejándome cada vez más de la Iglesia Católica. No tenia interés en buscar respuestas en otras religiones, cuyos orígenes tenían una raíz Católica, por cuanto asumía, que si esta estaba errada, sus múltiples divisiones al paso de los años, se llevaron con ellas parte de su verdad, pero también parte de sus errores o interpretaciones efectuadas por hombres con gran autoridad y poder político en el pasado para modificar a su conveniencia, e intereses del momento, las enseñanzas de Jesucristo. Este es un mal hábito humano, que celosamente debe ser vigilado, para mantener el buen sentido de las cosas, que todos en el fondo esperamos, para que no sean tergiversadas por unos pocos, que asumen posiciones de Dioses terrenales una vez que obtienen el poder y la autoridad para actuar. Dios es un oficio sagrado, que solo se puede lograr bajo la permanente práctica, conocimiento, estudio y dominio de leyes espirituales y materiales, que no se pueden lograr en este plano, dimensión, tiempo ó eternidad en la cual vivimos hoy. Por lo tanto el trabajo y el esfuerzo son permanentes y bien realizados, nos llena de gozo y alegría.
Decidí continuar en la búsqueda de otras doctrinas o fuentes de información espiritual ó religiosa. Revisando la pequeña biblioteca de mamá en su casa, encontré varios libros que mi abuelo le había dejado al morir. Entre ellos algunos sobre la religión Hindú. Allí encontré algunos títulos como: Autobiografía de un Yogi, el maestro dijo de Paramhansa Yogananda, Hundalini Yoga, de Swami Sivananda, enseñanzas de Buda, el Coran, las enseñanzas de Sri Ramakrisna y muchos otros maestros. Pero fue Autobiografía de un Yogi, quien me permitió recobrar en ese momento, algo de espiritualidad que había perdido. Su relato y enseñanzas con práctica y meditación, me llenaron de una gran paz interior, que me ayudo a despejar parte de la oscuridad en la cual me encontraba sumido. Este libro lo leí en pocas noches, con gran interés y detenimiento y me ayudo mucho a tranquilizar mí espíritu. Pero a pesar del enorme interés que me había despertado y la ayuda que me había brindado el leerlo, seguía siendo fiel a mi único maestro que amaba, Jesucristo. No podía aceptar que el buen Jesús, mi ídolo desde muy niño, quien había dado su vida por nosotros y único ser que había resucitado, fuera considerado como un buen maestro más por otros maestros. Esto no podía ser, razone. Jesucristo había entregado su vida y muerto por nosotros, había resucitado, es decir vivía, únicamente que físicamente estaba en otro lugar y aceptaba de manera real y lógica, que estaba en otro planeta, donde existía otra sociedad. ¿Dónde mas podría estar? ¿Flotando, en el viento, sin hacer nada? Pensé: ¿En meditación profunda y eterna de manera inanimada sin ser útil a nadie? Ningún otro hombre por buen maestro que haya sido ó meritos que haya logrado, había resucitado, ningún otro hombre, había dejado enseñanzas llenas de paz, con tanto amor y vigencia universal y cuyos principios cada día tienen más vigencia e importancia. Por lo tanto regrese los libros llenos de bellas y profundas enseñanzas a la biblioteca y di las gracias al maestro Yogananda por todo lo bueno que había aprendido de él. El significado de sus nombres, otorgado por su maestro Yukterwar, significaba el maestro de la felicidad espiritual. Las enseñanzas de Yogananda, le habían dado sentido nuevamente a mi vida espiritual. Encontré justificación al análisis de ese sabio maestro, sobre Jesucristo, dado a que su cultura no era cristiana y sin duda, su conocimiento y base conceptual adquirida, estaba más orientada hacia las raíces religiosas y espirituales de la India.
Nuevamente me quede solo con mi fe en Jesucristo, pero seguía desorientado. Con muchas dudas, entre en un gran vacío espiritual, que se profundizaba ante la crisis de mi matrimonio. Pero ante la realidad de fracasar, perder a mi esposa e hija, continuaba en la búsqueda de la verdad, que me era difícil de encontrar.
3.1. Encuentro con la Iglesia de Jesucristo en la Plaza Altamira de Caracas.
Era un mediodía muy caluroso del mes de Julio de 1973, periodo de fuertes lluvias en Venezuela. Es frecuente en nuestro país, que antes de producirse un fuerte aguacero, la temperatura se incremente de manera significativa y algunos podamos sentir una fuerte presión en el ambiente. Ese era uno de esos días. Recién había cumplido 30 años. Me encontraba con un amigo y compañero de trabajo, de nombre Freddy Figuera en la conocida plaza de Altamira, hoy plaza Francia ó plaza de la libertad, como la han llamado los opositores al actual régimen de gobierno, la cual se encuentra al este de Caracas. Hacíamos tiempo luego de almorzar, para regresar a la oficina, que se encontraba a escasos metros del lugar donde nos encontrábamos, conversando parados en la acera oeste de la plaza.
Producto de mi estado emocional, e incertidumbre espiritual, conversaba con Freddy sobre la existencia o no de Dios, tratando de encontrar respuestas a mis dudas. Freddy era un buen hombre, culto e inteligente, contemporáneo con mi edad, con el cual se podía hablar de cosas interesantes. Recuerdo que Fredy me sorprendió cuando me dijo, "Felix Dios soy Yo", sino trabajo y llevo comida a mi casa, mis hijos y mi esposa no comerán… Me cuestiono preguntándome, refiriéndose ha los cerros que bordean la ciudad de Caracas, llenos de ranchos y viviendas de gran pobreza, ¿Félix tú crees que para esa gente marginada por la sociedad, existe Dios? ¿Es justo ver eso, como viven esos seres en la mayor miseria, llenos de necesidades y enfermedades, mientras existe riqueza, opulencia, modernismo a pocos metros de sus pobres viviendas? ¿Pueden ellos llamar a Dios Padre, y sentirse hijos de el, cuando se sienten olvidados y no tomados en cuenta? Me quede callado, ante su dura pero muy reflexiva pregunta con mucha lógica… pregunte entonces ¿y qué opinas tú de Jesucristo?... Cuando empezaba a explicarme su punto de vista, en ese momento de manera increíble, milagrosa e inesperada, observamos a dos jóvenes de traje y corbata que parecían norteamericanos, que se acercaban hacia nosotros. Tendrían entre 20 y 21 años de edad. Tenían unos pequeños bolsos o maletines en sus manos. Uno de ellos, de baja estatura, pero de contextura fuerte, se presentó como el Elder Avard Hard.
Refiriéndose a los dos, pregunto en un español muy deficiente ¿CONOCEN LA IGLESIA DE JESUCRISTO?, Inmediatamente sentí que algo me estremecía. Contestamos que no, pero pensé " estamos hablando de Dios y de Jesucristo y este joven me hace esta pregunta"… Saliendo de mi sorpresa y asombro, le repregunte ¿existe una Iglesia de Jesucristo? Y él joven agrego, -Si somos misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocidos como popularmente como mormones… Medite, que nombre tan largo y poco motivador para seguir viviendo... "Los últimos días" Seguidamente respondí, ¿Tienen que ver algo con los Cuáqueros de USA, esos que usan sombreros negros? ¡Pensé en el Presidente Richard Nixon, pues había leído, que él tenía que ver algo con esa gente!... Su respuesta fue no, somos misioneros y predicamos el evangelio restaurado de Jesucristo… La palabra restaurado me impacto. Casi inmediatamente Hard,
Misionero HARD años después con su familia
Pues el otro misionero de nombre Gary Cheever hablaba poco por su falta de conocimiento del idioma, me dijo ¿Sabia usted que Jesucristo estuvo en las Americas? Nuevamente esa pregunta me sorprendió, pues en mis estudios en tiempo libre, había leído mucho sobre el Dios blanco del que hablaban los antiguos habitantes de América. Unos lo conocían como Bochica, otros como Quetzacoal, Viracocha etc. Todas esas leyendas o relatos que coincidían con un hombre blanco, barbado, que les había enseñado cosas maravillosas en su corta estadía entre ellos. Siempre me habían intrigado, las increíbles ruinas de ciudades y civilizaciones, mayas, incas, aztecas, toltecas y quechuas, que tanta similitud no solo en su apariencia, sino en su construcción y orientación estelar, presentan con las pirámides egipcias. Nuevamente con mucha curiosidad, repregunte ¿Jesucristo acaso estuvo en América? El misionero Cheever saco un libro azul, de su maletín. Este era un poco grueso y me dijo: -en este libro usted encontrara ese relato-. Hard para conocer del idioma español agrego cosas de mucho interés para mí.
Caratula libro Mormón recibido.
Seguidamente le pregunte ¿qué valor tiene el libro? Extendiendo su mano con el libro, me dijo: -se lo regalo, con una sola condición que lo lea por favor-. Por supuesto le dije y le exprese las gracias. A todo esto, Freddy permanecía en silencio poco interesado en la conversación y mostraba síntomas de impaciencia. Dirigiéndose a mí, intervino diciéndome: -Félix te espero en la oficina- y se alejo con pasos apresurados, luego de despedirse de los misioneros. Quede solo con los dos misioneros, en la acera frente a la plaza. Seguidamente Hard, me hizo otra pregunta ¿Desea usted conocer más de nuestra Iglesia? Y le conteste que si. Ellos me dijeron que me darían unas charlas y que en ellas, Yo podía preguntarles todo lo que quisiera. Con mucha honestidad me dijeron: –Nosotros solo predicamos la palabra de Dios y usted decidirá si la acepta o no-. Este reto, me pareció muy correcto y se ajustaba perfectamente a mi manera de ver y aceptar las cosas, razonando para hacerme mi propio juicio. De manera que acordamos una cita para el siguiente día en la oficina a última hora de la tarde, luego del trabajo. Nos despedimos amigablemente y mientras caminaba de regreso a la oficina, pensaba "Que curioso todo esto" Sin duda se trataba de una experiencia nueva para mi. Subí por las escaleras rápidamente, pues se me había hecho tarde y llegue a la oficina, donde Freddy me esperaba con una sonrisa en sus labios. Mirándome con una mirada picara me dijo: -Félix que cotorra- (así decimos en Venezuela, cuando un vendedor fastidioso insiste en vendernos algo, que no deseamos ó necesitamos). Le dije: - Freddy me parece un asunto muy interesante, mañana regresan. ¿Porque no los escuchamos? El me contesto de manera rápida y cortante, no pierdo mi tiempo en esas tonterías y ventas de doctrinas religiosas… Freddy nunca escucho las charlas y mucho menos se bautizo en la Iglesia. Han pasado muchos años desde aquel importante momento en mi vida y no he sabido más de El, ni de su familia.
3.2. Las Charlas e investigación.
Pasado el encanto de ese inesperado, sorpresivo, pero inspirado encuentro, que sin lugar a dudas no era casual y al cual ahora con mayor conocimiento, le encuentro una respuesta espiritual, puedo entender y testificar, que Jesús mi amigo, mi maestro, mi compañero de tantas horas de lágrimas y soledad, y a través de la ayuda del real del Espíritu Santo, había dirigido a ese par de dignos jóvenes misioneros, al lugar donde me encontraba, para ayudarme, rescatarme y para decirme, llamándome por mi nombre espiritual que El conoce, "y no puedo revelar por ahora" estoy aquí, te sigo amando, nunca te he olvidado, conozco de tus necesidades y problemas, oye a mis mensajeros, a quienes he enviado por ti". Este sentimiento que tuve en ese momento, me fue confirmado años después en mi bendición Patriarcal.
Ese día comenzó una lucha interna dentro de mí. Se hicieron presentes en mi vida, dos fuerzas se contrarias, que enfrentaban. Una con mayor inquietud y deseos de saber, que identificaba como positiva y la otra que me señalaba el origen gringos de los misioneros, la influencia norteamericana tan criticada en nuestros países y vidas. La imagen de tantas iglesias y miembros que predicaban unas en contra de otras, llenas de contradicciones, que sin duda tenían características negativas. Seguidas a estas sensaciones, se hacían presentes la necesidad de regresar a casa, buscar el confort y descansar. Evitar el posible reclamo de mi esposa de llegar mas tarde etc. Pero la llegada de esos misioneros en aquel momento tan importante para mi vida y justo cuando hablábamos sobre Dios y Jesucristo, me llamaban la atención. Además no habían dado muestras de ser contenciosos y reflejaban humildad y mucha sinceridad en sus palabras. De manera que seguí las sensaciones y pensamientos que me indicaban, ¡espéralos, escuchalos!… Pasaron las horas y se acercaba la hora de la cita. Todos mis compañeros de trabajo, tomaban sus maletines y objetos personales y se marchaban a sus casas a descansar, y encontrarse con su familia. En la medida que algunos salían, se despedían con un hasta mañana Félix… Finalmente quede solo en la oficina, en medio de esas dos fuerzas listo para marcharme rápidamente, si los jóvenes misioneros eran impuntuales. Veía el reloj con insistencia esperando la hora de la cita y hasta deseaba su incumplimiento o excusa para no llegar e irme a casa.
Pensé. Si no aparecen a las 5: 30 PM en punto esos jóvenes, como habíamos convenido me marcharía. Estuve tentado realmente de marcharme antes de la hora acordada con alguna excusa, que no encontraba. Faltando unos cinco minutos para la hora y prácticamente con mis objetos personales recogidos y en la mano, sonó el timbre de la puerta de la oficina. La abrí y allí frente a mí, con una sonrisa en los labios, sus maletines y su incipiente dominio del español, estaban los dos pequeños y tímidos misioneros Hard y Cheever, que me tendían sus manos para saludarme, dándome las buenas tardes y las gracias por esperarles. Desarmado por su puntualidad y previsión y con sus transparentes sonrisas, los invité a pasar a una desolada oficina. Nunca me imagine, que aquella primera charla, daría inicio a una relación (Aventura) con la Iglesia, que duraría casi hasta el día de hoy. 31 años habían transcurrido desde aquel momento. Tampoco llegue a imaginarme, que iba a desarrollar amor y simpatía hacia esos dos misioneros gringos, cuyo país era tan cuestionado en esa época, por su apoyo a las dictaduras en Centro y Sur América y su actitud hostil, hacia el régimen cubano. El pequeño pero fuerte Hard, con mucha formalidad, solicitó mí permiso para comenzar la primera charla, con una oración. Me informó, que era necesario orar, para recibir inspiración en un trabajo que consideraba espiritual, donde ellos tan solo eran instrumentos y portadores del mensaje del evangelio. Me agrado escuchar su voz cuando dijo: "Amado Padre celestial, estamos tan agradecidos de estar con el hermano Félix y que el haya aceptado escuchar tu evangelio". Fue impactante y maravilloso escuchar esas palabras en medio de la soledad que me embargaba y al compararlas, con el hábito de rezar, que me había llevado a abandonar mi comunicación con Dios. Recuerdo que dieron gracias por otras cosas y me impresionó aun mas, cuando escuché pedirles: "bendícenos Padre, para que podamos ser tus mensajeros y poder ofrecerles respuestas verdaderas a sus dudas ó preguntas. Ellos habían sido avisados previamente por mí, que les haría muchas preguntas. Terminaba aquella primera oración, que tanto me impactaba, diciendo (y esto me hizo sentir un hermoso y profundo sentimiento dentro de mí) TE PEDIMOS ESTAS COSAS EN EL NOMBRE DE TU HIJO JESUCRISTO NUESTRO SALVADOR Y REDENTOR, AMEN. Guardé silencio y en este momento, al recordar aquel encuentro, mis ojos se llenan nuevamente de lágrimas. Durante aquella primera experiencia, también habían brotado tímidamente de mis ojos, pude esconderlas ó disimularlas de los misioneros, permaneciendo cabizbajo. Sentí con fuerza la presencia del espíritu y la ayuda de mí ídolo y compañero Jesús. En ese momento recibí la primera respuesta a mis muchas dudas, entendí que él era otra persona, y que nuestro Padre Celestial realmente era otro ser independiente y que Jesucristo era su hijo. Jesús era su intermediario con los hombres y mí hermano. Me pareció maravilloso el método de enseñanza y la secuencia que tenían las charlas, para poco a poco y paso a paso, ir conociendo la Iglesia, que decía representar el evangelio restaurado sobre la tierra.
Esa noche, lleno de gozo y de buenos sentimientos, le comenté a mí esposa de esa experiencia tan especial con aquellos dos jóvenes misioneros y la invité a que continuáramos escuchando las charlas en nuestra casa.
Su respuesta fue muy dura y de total rechazo, "a mí nadie, me va a lavar el cerebro", continuó… no creo en esas tonterías y espero que tu tampoco sigas perdiendo el tiempo en eso…. Aquella invitación que le había hecho para espiritualizar nuestra vida y encontrarles juntos sentido y trascendencia a nuestra familia, se había convertido en un nuevo tropiezo, dificultad e inestabilidad, en nuestra joven relación de pareja, con una niña de tres años. Sin querer ponía por mi propia iniciativa una gran piedra en el camino de nuestra vida matrimonial. La lucha entre las dos fuerzas que antes no existía, crecieron de repente y me encontraba aprisionado en medio de ellas.
3.3. El libro azul:
Comencé a leer el libro de mormón cuya presentación era en un azul celeste claro y tenía en su carátula la figura de lo que parecía una estatua dorada, con la figura de un hombre, que tocaba una trompeta. Luego supe, que representaba al ángel Moroni, último sobreviviente de una antigua civilización llamada Nefitas, que hábito las Américas entre los años 600 A.C y el 421 D.C. y finalmente se extinguió. Estaba mayormente interesado, en indagar el origen de las civilizaciones indígenas de América, especialmente a aquel capítulo que me habían indicado los misioneros, que leyera, que relataba la visita de Jesucristo a las Américas, (Libro de mormon. 3 Nefi. 11:1-17). Esto me intrigaba mucho y sentía curiosidad por conocer más de esta afirmación, que para mi era tan importante. Comenzaba así mi etapa de investigador de esta Iglesia desconocida, luego de mi primera charla en mí oficina. Nuevamente entré en un conflicto interior. Por un lado sentía que debía continuar y por otro lo contrario. "No sigas, lo que te enseñan es falso arecía escuchar". Marisa (mí esposa), tiene razón, pensaba". Pero en medio de estas dudas que me agobiaban y casi me vencían, aparecían puntualmente los buenos y extraordinarios misioneros Elderes Hard y Sheveer, como son conocidos y llamados, cuando son vistos por las calles caminando en la búsqueda de las ovejas del Señor. Hard y Cheever se veían muy comprometidos y seguros con su trabajo. Esto era muy importante para mí. No se trataba de simples jóvenes, sin preparación, informales, distraídos u obligados a trabajar. Me inspiraban gran confianza, seguridad y verdadera preocupación por enseñarme. Mostraban lo más importante para mí, un desinteresado y sincero deseo de enseñar, sin pretender obtener dinero, o venderme algo. La seguridad del Elder Hard, me impresionaba y me comprometía. Una de las cosas que mí padre me había enseñado, era la palabra compromiso y la puntualidad, la cual debía ser correspondida. Ellos eran muy puntuales y mostraban gran responsabilidad en lo que hacían. Yo no podía fallarle ni a ellos ni a mi padre, quien una vez al sentirse engañado por mí, al esconderle unas notas del colegio aplazadas , que no quería que el supiera, pero lo supo, me dijo: -Junia, la única persona que puede medir su honestidad es usted mismo, cuando se encuentra solo, y nadie lo ve.- Agrego todos los demás pueden ser engañados menos usted mismo.
Esta cualidad, la de ser puntual, es poco común en nuestro medio venezolano, pero se afianzó en mí, durante los años de internado en el Liceo Militar, donde el ser disciplinado, organizado, responsable y puntual, además de estudiar, eran requisitos básicos para poder salir y visitar a mi familia los fines de semana.
En esa nueva charla, Elder Hard, me invitó a que hiciera la primera oración. No pude hacerlo, sinceramente nunca lo había hecho de esa forma ante personas, sentía pena e inseguridad en lo que podía decir. Me disculpe diciéndole: -Elder, (nombre escrito en su placa de identificación con el cual se identifica un oficio en el Sacerdocio mayor y por el cual son llamados), por favor, hágalo Usted-. Ellos trataban de que Yo iniciara el dialogo espiritual con Dios, pero no podía. En esa oportunidad, sugirieron nos arrodilláramos y escuché como ese joven oraba por mí y mencionaba en sus palabras a mi familia. Nuevamente las lágrimas brotaron de mis ojos en silencio. No podía creerlo. Jóvenes extranjeros, conocidos como gringos y hasta acusados de ser agentes de la CIA, oraban por mí familia, en momentos tan difíciles para mí. Al terminar la charla, me preguntaron si había comenzado a leer el libro de Mormón, y les conteste que sí. Me dijeron que para recibir una respuesta de su veracidad, tenia que orarle al Padre celestial en el nombre de Jesucristo, tal y como ellos me estaban enseñando. Ellos agregaron, -este es un asunto entre nuestro Padre Celestial y usted hermano Félix, nosotros tan solo somos instrumentos de trabajo en la obra del Señor-. Haga un esfuerzo para orar, anotándome en el libro de mormon, que me habían regalado los pasos que debía seguir. 1. Dirigirse a nuestro Padre Celestial. 2. Darle gracias por todo lo que somos y tenemos para nuestro provecho y desarrollo. 3. Pedirle ayuda e inspiración para vencer nuestras necesidades, aprender más y mantenernos bajo su guía diaria. 4. Cerrar la oración en el nombre de Jesucristo. Cuatro pasos tan sencillos, lógicos y que compartía plenamente, solo que con 30 anos, dos jóvenes con 10 años menos, me enseñaban como debía hacerlo.
3.4. Reto misional y fin de las charlas.
Las charlas continuaron y con ellas surgían muchas preguntas de mi parte. Recibía respuestas claras, otras no lo eran, por su dificultad con el idioma, para expresar su conocimiento. Pero lo más importante, era el espíritu que transmitían, que podía sentir y percibir como bueno. En una de las charlas, me señalaron una escritura que se encontraba en la primera página del llamado libro de mormón. También podía leerse en la página No. 544, como Moroni 10:4 que dice así:... "y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el eterno Padre en el nombre de Cristo si no son verdaderas estas cosas; y sí pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo Fe en Cristo, el os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo". Comencé a poner en práctica, ese recto de preguntar, si lo que leía era o no correcto, pero la curiosidad me invadía y decidí saltar las páginas, buscando aquel capítulo que hablaba de la visita de Jesucristo a las Américas. Lo leí nuevamente con gran interés. Me pareció absolutamente lógico y daba respuesta a una de mis interrogantes. ¿"Acaso era justo que los indios americanos hayan tenido que esperar 1.492 años, para que el evangelio enseñado por Jesucristo en Judea, les llegara por barco, con soldados españoles en plan de conquista armada, que blandían espadas amenazadoras en una mano y en la otra traían la Biblia y la cruz? ¿Podían ser mensajeros de Dios, quienes masacraban a los pobladores si no aceptaban lo que ellos llamaban el evangelio, violaban, a las mujeres, las raptaban, esclavizaban y robaban sus pertenencias? Los buenos misioneros me enseñaron con seguridad y firmeza, que Jesucristo había sido un mensajero enviado por su Padre, con un mensaje Universal para todo el género humano y no para una sola parte de sus habitantes del planeta. Que luego que él había cumplido su misión en la tierra de Judea, que había sido crucificado y muerto en la cruz, se había traslado, una vez resucitado, a las Américas, para completar su misión de predicar igualmente el evangelio a sus pobladores. Hicieron mención como afirmación de lo que me enseñaban, a la escritura que se encuentra en Juan 10.16 en la Biblia que dice: "también tengo otras ovejas que no son de este redil, aquellas también debo traer, y oirán mi voz y habrá un rebaño y un pastor".
Sentí en lo más profundo de mí ser, que esa afirmación era verdad y me llenaba de gozo despejar, una de las dudas más grandes, que me habían estado acompañando por años. Al fin tenia una respuesta que me parecía correcta, lógica y justa. Las charlas empezaban paso a paso, a despejar la oscuridad e ignorancia espiritual que me rodeaba y el verdadero conocimiento, se habría paso en mi mente, como una luz que empezaba a iluminar y disipar las oscuras tinieblas, que me habían estado acompañando por años.
Creo recordar que eran seis o siete las charlas. Básicamente los misioneros daban respuestas de manera secuencial y ordenada a las tres preguntas que todo ser humano en algún momento de su vida se hace. 1. ¿De donde venimos? ¿Para que estamos aquí? 3. ¿Que pasa con nosotros luego de la muerte? Identificaban a Dios el Padre, a su hijo Jesucristo y al Espíritu Santo como tres personas diferentes, con actividades y responsabilidades diferentes, unidas en un solo propósito. Lograr la felicidad y vida eterna de la especie humana. Esto despejaba otra de mis grandes dudas. Me hablaron de un concilio preexistente, donde se nos presento un plan de progreso, que una gran mayoría acepto y otros no Preguntaba: ¿Que sucedía con los millones de personas que morían, ignorando a Dios y el evangelio de Jesucristo? En la tercera o cuarta charla, nuevamente fui invitado a orar de rodillas por uno de los misioneros, a lo cual accedí. Pude hacerlo delante de mis jóvenes misioneros, por primera vez, con algo de incomodidad y cierta pena. Se trataba de mi primera comunicación hablada, no en forma de rezo. Me quede en silencio pensando que decir. Significaba por primera vez poner al descubierto mis sentimientos ante otras personas. Ellos esperaron pacientemente y entendieron mi silencio. Luego mis palabras brotaron de manera muy personal y en voz muy baja. Recuerdo, que di las gracias a nuestro padre celestial, por haberme enviado esos jóvenes misioneros, en un momento de tanta tribulación y confusión en mi vida. Agradecí por su interés en ayudarme y por la maravillosa obra que hacían y solicite ayuda para que mi familia entendiera lo que hacia por ellos y por mi. Hard y Sheveer agradecieron la oración, que también había hecho por ellos y por su maravilloso trabajo. En la medida que se realizaban las charlas, surgían nuevas preguntas de mí parte. Era como si fuera descubriendo letreros de orientación y guía, en una carretera que transitaba por primera vez y necesitara pararme continuamente para preguntar y orientarme de nuevo. Recuerdo un momento de enorme confusión que surgió en mí mente, una noche, que leía el libro de mormón. Encontré una escritura (1Nefi 4:10-13) donde el espíritu del Señor, le ordena a Nefi, miembro de una familia que vivía en Jerusalén, durante el primer reinado de Sedequías, hijo de Lehi, que como su patriarca se le había inspirado a abandonar Jerusalén, que ejecutara a un pariente que se llamaba Laban. Este se negaba a entregar unas planchas de bronce, donde había un registro de los judíos, la genealogía de la familia y leyes por las cuales debían regirse una vez que abandonaran su tierra y viajaran a través del océano en busca de nuevas tierras donde establecerse con sus familias. Esto me impresionó tremendamente y genero mucha confusión en mi mente. Me preguntaba: ¿Como el espíritu de Dios, ponía en las manos de Nefi, la vida de un ser humano, además se trataba de un pariente? Lo leí varias veces y no logre entenderlo. Por primera vez desde que había iniciado el contacto con los misioneros, me sentí frustrado y hasta engañado. Cerré el libro y me dije: "esto no puede ser." Reflexione: "el espíritu que viene de Dios, no puede ordenar la muerte de nadie, si además somos todos sus hijos" Pensé, esto es una mentira, una inconsistencia, un cuento o una invención de ese tal José Smith… Además, era contrario a uno de los diez mandamientos, que si conocía. NO MATARAS. Además Nefi había actuado obedientemente, y le había quitado la vida, cortándole la cabeza con la propia espada de Laban. De manera que asumí una posición muy defensiva para mi próximo encuentro con los misioneros. Ellos como siempre se presentaron puntualmente. Sin mediar mayores palabras y luego de los saludos acostumbrados un tanto frío de mi parte, notaron inmediatamente un cambio en mi persona. Hard con ojos de preocupación, me pregunto. ¿Tiene hermano Jelinek algún problema? De inmediato le dije si. Tengo una pregunta muy importante y espero tener una respuesta satisfactoria… Preguntaron ¿Cuál es? ¿Puede Dios ordenar matar a alguien? Agregue, -anoche leí una parte del libro de mormon, donde este hecho sucede y me tiene consternado y confundido-. Los misioneros no esperaban esa pregunta tan directa. Ahora el reto era mío hacia ellos… Pensaron por un momento y tomando la palabra Hard, me dijo: Hermano Félix, no tenemos todas las respuestas a sus interesantes y difíciles preguntas, somos jóvenes estudiantes que también estamos aprendiendo como usted. Pero ambos agregaron. Por lo que sabemos, Dios tuvo que hacer eso, para preservar el futuro de una nación numerosa, que surgiría de Lehi el padre de Nefi, sus hijos y otros viajeros, que llegarían a las tierras de América. Continuaron, que era preferible que un hombre muriese, por oponerse a los designios correctos inspirados y omniscientes de Dios, que pereciese toda una nación, que podía quedarse sin historia al perder sus raíces u orígenes, con el paso del tiempo en tierras tan lejanas. Esta respuesta no me convenció totalmente. No estaba de acuerdo con esa explicación, de que el fin justifica los medios. Ante mi silencio y seguramente mi mirada un tanto dura y esquiva, agregaron con mucha seguridad: "hermano Félix, no se desanime, ore para saber si eso es verdad. Hágalo de manera especial por ese capítulo. Pídale a Dios que le dé una respuesta, para que pueda entender esa escritura, y despeje su duda". Nuevamente no discutían, no trataban de imponerme algo con razonamientos mundanos y absurdos, valiéndose de su condición para ese momento de maestros, ante quien demostraba una gran ignorancia. No trataban de apurarme, justificarse, reconocían sus limitaciones con mucha humildad y me remitían a mí relación directa con Dios como nuestro Padre. Hoy día reconozco lo grandes y poderosos que fueron esos dos misioneros, que fueron enviados con una rosa de amor en sus manos, por Jesucristo, mi salvador en esa etapa difícil de mi vida. Salvación tiene para mí el profundo significado que he aprendido a través del estudio de las escrituras. Salvación es enseñarnos la manera como salir de la exposición inocente al peligro a la cual muchos nos encontramos en el mundo terrenal, cuando no entendemos el porque y la necesidad de la muerte física y el como vencerla, para lograr la continuidad de la vida, hacia el progreso eterno. Esa posición de absoluta transparencia y de buscar una respuesta directamente con Dios, fue la clave para que de vuelta a casa, nuevamente abriera el libro y leyera ese capitulo con otra perspectiva. Para mi lo más importante fue, que nunca trataron de imponerme nada. Tenían respuestas dulces, amorosas con un componente de humildad increíble para mí, que vivía en un mundo, donde esa práctica casi no existía. Sus pocas palabras en español, tenían algo que me llegaba al corazón y por eso continúe hasta el final de sus charlas.
Llego el día de la última charla. Continuaba arrastrando esa duda, que me incomodaba mucho. Al terminar la charla en las cuales Hard y Sheveer se turnaban para darla, aunque ambos participaban indistintamente, los buenos misioneros me preguntaron, ¿si estaba listo para aceptar el bautismo y comenzar una nueva vida, previo un arrepentimiento sincero, aceptando a Cristo como nuestro Salvador y a su iglesia restaurada?
Les conteste que aun no estaba preparado y no sentía haber recibido respuesta alguna. Nuevamente me invitaron a la Iglesia a la cual todavía no había asistido. Los invite a que les dieran las charlas a mamá, persona con muchas inquietudes espirituales, muy leída y que tenia una mezcla de creencias, las cuales Yo no compartía. La opinión de mamá por sus múltiples estudios sobre religión y esoterismo era para mi muy importante. De inmediato tomaron nota y concertaron la cita, para iniciar las charlas con ella. Creo recordar que en este punto, ambos misioneros fueron trasladados a otro lugar y en su lugar llegaron otros.
Mientras tanto, continuaba leyendo el libro de mormón. Una noche desperté pensando en la instrucción que había recibido Nefi de matar a Laban y pude entender algo que los misioneros me habían explicado, tratando de dar respuesta a mi pregunta. Analice aquello, de que la muerte realmente no existe para Dios. Que este es un concepto terrenal necesario, para darle un nombre al cese de la vida o el término de esta frente a nuestro conocimiento, que esta asociado al tiempo de permanencia en la tierra. Pensé que si el SEÑOR nos da la vida, también podría retirarla para protegernos de daños irreparables en el futuro. Concepto difícil de entender para muchos, pero de fácil aceptación para quienes entendemos nuestra ignorancia o falta de conocimiento. Con la muerte se pone fin a un ciclo de nuestra existencia, para que pueda dar comienzo otro. Entendí que el cuerpo es tan solo un instrumento del espíritu, que anima la materia y toma su forma. Pero lo más importante era, que si Dios nos permitía la vida, el también podía tener control sobre ella, si lo consideraba necesario… Completé esta reflexión, con otra enseñanza de los misioneros. Dios nos ama y el haría todo lo que puede hacer, para salvarnos de nuestra inocencia y ayudarnos. Laban también era un hijo de Dios, pero era un hombre sumergido en la ignorancia y el vicio, y su actitud mezquina hacia Nefi, le dañaba primero a el como persona y segundo porque ocasionaría un daño irreparable a toda una nación, que surgiría en las Américas. Por lo tanto Pensé, que mas que ordenar matar a Laban, Dios lo apartaba del camino, por su propio bien y el de toda su muy numerosa familia, que le seguiría. Pensé ¿Podía un joven como José Smith, que estaba promoviendo la idea y si se quiere vendiendo de manera publica, la veracidad de ese libro, ser tan tonto, para colocar algo que echara por tierra su plan de ventas, sobre su teoría del origen del libro y las planchas de oro? Acepté las enseñanzas de los misioneros y mis propias reflexiones, no del todo convencido para ese momento y les manifesté que esperaría que mamá terminara de escuchar las charlas. Tenía curiosidad de escuchar su opinión y aunque no estaba del todo listo, o preparado para bautizarme, me sentía de nuevo espiritualmente cómodo y tranquilo.
3.5. Sorpresa Mamá acepta bautizarse.
La llame por teléfono y le pregunte ¿Mama, qué te parece esta iglesia? Ella penso y luego de una corta reflexión me dijo: -es muy interesante-. Pregunte de nuevo... ¿Tienes dudas, como te sientes? Agrego: -dudas siempre tendremos, no somos perfectos y tampoco podemos pretender saberlo todo, pero me siento bien-. Días después recibí una llamada telefónica, de un misionero que me dijo: Hermano Félix, su mamá desea bautizarse y luego continuó: deseo hacerle una pregunta. ¿Cómo se siente usted, hermano Jelinek? ¿Ha recibido alguna respuesta del libro de mormón? Me embargó una gran alegría la noticia de la aceptación de mama y le contesté que aún no tenía una respuesta, pero que me sentía bien y muy contento de que mamá aceptara bautizarse. Les solicite una semana más para seguir orando. Nuevamente acudí a la escritura, donde podía pedir para recibir confirmación de la veracidad del libro. Me encontraba de repente retando al Señor, preguntando ¿Señor, este libro es verdadero? ¿Estos misioneros dicen la verdad? Recordaba a los misioneros, cuando, me dijeron, que ese libro era el único sobre la faz de la tierra que tenia esa promesa, para verificar o no su contenido. Noche tras noche, antes de dormir, oré y pregunté a Dios el Padre en el nombre de Jesucristo, si eran verdaderas esas cosas y si debía bautizarme… La última vez que ore sobre esta pregunta, me quede en silencio largo tiempo tratando de concentrarme para alcanzar la meditación necesaria. Había leído de Paramahansa Yogananda, que la concentración se aplica, para asuntos terrenales ó temporales y que la meditación esta reservada para asuntos espirituales ó de Dios. Trate de encontrar ese estado de aislamiento sobre todo lo que me rodeaba y trataba de mantener el escenario de mi mente sin actores que me distrajeran para probar la escritura y recibir esa respuesta que necesitaba con urgencia. Permanecí en silencio en la oscuridad de mi cuarto, esperando sentir algo, que asociara como una respuesta. Tal y como se me había prometido por los misioneros, tratando de mantener mi mente solo concentrada en Dios nuestro Padre y en la promesa de la escritura, del pequeño libro azul, sentí que una agradable sensación que llenaba mi pecho. Era una sensación nueva y extraña. Parecía que mi pecho se inflaba de placer y de gozo, sentía ganas de llorar de felicidad, pero al mismo tiempo deseaba reírme. Mi corazón se acelero y en mi mente surgió claramente la decisión de bautizarme. Al mismo tiempo, recordaba las palabras de los misioneros de manera clara en mi mente, que lo que había estado leyendo y escuchado era cierto. Que debía seguir adelante, con paciencia y con la plena confianza, que el aprendizaje de las cosas de Dios, se reciben paso a paso. Pero fundamentalmente pensé, ¿Quién era Yo para poner en duda las buenas intenciones de los misioneros y su hermoso mensaje? Sentí la necesidad de ser paciente y esperar, situación muy difícil en mí, que Soy calificado por mi familia de hiperactivo, e impaciente. Acepte mi enorme limitación en las cosas espirituales y decidí continuar recibiendo conocimiento en las cosas de Dios. Pensé en ese momento en la decisión que había tomado mamá, la cual me ayudaba a tomar la mía, me impulsaba también a seguirla. Al día siguiente, los misioneros esperan con mucha curiosidad mi respuesta. Como entrenador de vendedores, sabia la importancia que tenía el mantener el seguimiento para lograr el éxito. Ellos aplicaban esa regla del éxito. Sin duda habían hecho un gran trabajo y querían saber si su cosecha daría los frutos que esperaban. Les di la buena noticia. Les exprese con alegría mi deseo sincero de ser bautizado con mamá. Los misioneros explotaron de alegría, rieron y me felicitaron. Su expresiva felicidad, igualmente me hizo feliz, por lo que ellos sentían. Dijeron -hermano Félix, le felicitamos ha tomado la decisión correcta. De inmediato, hicieron todos los preparativos necesarios para realizar la sagrada y muy importante ordenanza. Sin duda la espiritualidad y dignidad que siempre mantuvieron esos misioneros durante su trabajo, fueron factores muy importantes para que el espíritu del Señor, no me dejara escapar, luego que los había encaminado aquel día, en que me encontraron siguiendo sus impulsos espirituales. Debo agregar, que no tenía la costumbre de quedarme parado hablando en la calle. Como una costumbre, lo hacíamos en un café cercano a la oficina, donde por lo general los misioneros no ingresan a predicar a menos que alguien lo invite. Ese día algo paso y fue una verdadera excepción. No recuerdo la razón por la cual me quede con Freddy en la calle, en lugar de subir a la comodidad de la oficina y del aire acondicionado, como siempre lo hacíamos, luego de almorzar o tomarnos un café. Los misioneros llegaron en el momento y lugar oportuno, para decirnos, estamos aquí con nuestro mensaje para ustedes. Realmente se sin ninguna duda, que el mensaje era para mi, porque sencillamente estaba tras su búsqueda. Mi vida espiritual y familiar era un verdadero desastre. Necesitaba ayuda y ningún hombre estaba interesado en dármela a menos que le pagara costosos honorarios por ello, de los cuales no disponía. Jesucristo actuando como parte de la naturaleza y del universo que llena el inmenso espacio, lo hacia de manera libre, gratis, amorosamente, respetando mi libertad de decidir.
Los misioneros, fijaron el día, la hora y la fecha de nuestros bautismos, siempre tan puntuales. Nos fueron a buscar entrada la noche de un día lluvioso. Llegamos a una casa solitaria, ubicada en las Mercedes, urbanización al este de Caracas hoy día convertida en una muy importante zona comercial. Después de encender las luces, nos invitaron a pasar a una pequeña sala, donde había unas pocas sillas metálicas. Luego de una breve introducción a la ceremonia, nos invitaron a despojarnos de nuestras ropas en baños contiguos y ha colocarnos otras de color blanco. De la ceremonia poco sabíamos, solo que el bautismo era por inmersión como lo había recibido Jesús de manos de Juan El Bautista. Obedecíamos y confiábamos ciegamente en esos buenos misioneros. Me llamó la atención que no había nadie mas en la casa, salvo ellos a los que recuerdo muy claramente, mi madre, y otras dos personas que llegaron luego, que ayudaron en los arreglos. Luego nos hablaron, sobre la importancia de la ceremonia, el simbolismo del agua, la ropa blanca, el arrepentimiento y la decisión que tomábamos de aceptar un estilo de vida diferente. Entendí el simbolismo del agua como elemento puro, que origina y mantienen la vida de todo ser viviente y que además usamos como elemento vital y necesario para efectuar limpieza. La total inmersión de nuestros cuerpos, para afirmar nuestro deseo de abandonar de manera total nuestra vida fuera del evangelio de Jesucristo. Nos dirigimos a la parte de afuera de la casa, donde había un estanque de agua, en un lugar poco iluminado. Primero bautizaron a mi madre que tenia 56 años de edad. Recuerdo se quejo al salir del agua un tanto fría por la hora. (Caracas está a 1.000 mts., sobre el nivel del mar y por lo general tiene un clima muy fresco y muy agradable, sobre todo de noche.) Luego lo hicieron conmigo. Recuerdo aquellas maravillosas palabras que pronuncio el Elder Hard poco antes de sumergirme en el agua. "Hermano Félix Alois Jelinek Maldonado, habiendo sido comisionado por Jesucristo, y con la autoridad del Sacerdocio de Melquisedec que poseo, TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE DEL HIJO Y DEL ESPITITU SANTO, AMEN". Fui sumergido totalmente en el agua, el 23 de Junio de 1973, siete días después de mi cumpleaños. Luego continúo otra ceremonia muy especial, donde mediante la imposición de manos, fuimos apartados como miembros de la Iglesia y se nos confirió el Espíritu Santo, como nuestro compañero y ayuda constante, en nuestra nueva vida con Cristo. Sentí que ya no estaba solo, sentía amor y deseo de salir y compartir con todos esta maravillosa experiencia, que me devolvía a la vida espiritual que había perdido. Sentía la necesidad de decirles a mis amigos y familiares, "Jesucristo ha restaurado su Iglesia", lo se, escuchen a estos misioneros". Esa noche pude sentir que Jesucristo mi compañero de niño, me rescataba, seguía pendiente de mí y me llamaba a su obra. Entendí su lealtad hacia mi y la oportunidad que recibía de trabajar en la obra y compartir el evangelio con otros. Entendí que me convertiría en uno de sus obreros en la obra. Que no solo me rescataba de la oscuridad en la cual había permanecido de manera inocente, sino que me invitaba y llamaba, para ayudar en la construcción del reino de Dios en la tierra. Sentí la necesidad de trabajar y de compartir ese maravilloso sentimiento. Entendí con claridad que tenía una misión en esta vida y que ahora mí vida tenía un nuevo y profundo sentido. Me sentía muy feliz, porque mamá al fin había encontrado también lo que tanto había buscado, la verdad y una fuente espiritual donde alimentarse. En la iglesia pude entender tiempo después la razón por la cual recibimos el Espíritu Santo. Lo comparto ahora. Siendo que nuestra alma esta conformada por cuerpo y espíritu, es obvio que solo otro espíritu puede inspirar influir y hasta penetrar nuestro cuerpo con el tipo de materia que lo conforma. Otro cuerpo material sólido, no puede desplazarlo sin dañar la composición y estructura del primero al desplazarlo totalmente. Además recibimos el influjo del espíritu del Señor, es decir podemos ser penetrados, para recibir ayuda inspirada manteniendo nuestra libertad de actuar y de pensar.
3.6 Contención y conflicto familiar.
Llegue a casa, eufórico y lleno de alegría, luego de esa hermosa ordenanza y de dejar a mamá en su casa. Entre a casa feliz, pero preocupado por la actitud que asumiría mi esposa, quien se había negado a escuchar las charlas. La paz que me invadía y el amor que sentía, los perdí en pocos minutos, cuando le comunique a Marisa, que me había bautizado. Después de escucharme, de manera molesta, me recrimino, llamándome cerebro de pollo. Agrego, de manera molesta y airada, antes de dejarme solo en medio de la sala: "espero que termines con ese cuento, y no pretendas enseñarme ó que acepte doctrinas religiosas, pues todas son lo mismo, un gran negocio y una manera de esclavizar la mente de la gente y controlar su manera de pensar". Argumentos muy fuertes y dolorosos para mí, que venían de una mujer culta, preparada, a la cual respetaba. Me embargo una profunda tristeza y decidí retirarme a dormir.
Comencé a vivir de nuevo solo con mis inquietudes espirituales, un enorme conflicto. El amor a mi esposa e hija, el amor a Dios y ha nuestros semejantes. ¿Como podía armonizarlos, como practicarlos ó llevarlos adelante, sin que entraran en conflicto? El malestar familiar se incrementaba especialmente cuando llegaba el día Domingo y era invitado por los nuevos misioneros que nos fueron asignados, para ayudarnos durante nuestro periodo de transición. Hard y Cheveer fueron transferidos a otro lugar y esto aumento mi soledad y tristeza.
Luego de mi bautismo, los Elderes me confirieron el Sacerdocio menor o Aronico en el oficio de Presbítero, casi inmediatamente y en 1974, recibí el sacerdocio mayor conocido como de Melquiseded en el oficio de Elder, de manos del Hno. Alejandro Portal Campos. Melquisedec fue un notable sumo sacerdote, profeta y líder, que vivió después del diluvio y durante los tiempos de Abraham. Se le llamo rey de Salem, antigua Jerusalén. Se conocía como un Rey de paz y de justicia, sacerdote del altísimo.
La separación de los buenos misioneros, que tenían que seguir con su trabajo misional, fue muy difícil para mí. Sentí que perdía algo, sentí dudas de no tener su aliento y apoyo a mi lado, para poder continuar solo, sin apoyo de mi familia. Realmente sentí mucho temor de fracasar y de defraudar el maravilloso trabajo que habían hecho conmigo y con mamá. Ellos posiblemente conociendo este riesgo, pues conocían el conflicto con mi esposa, quien nunca los quiso recibir, se preocuparon porque el Presidente de la rama, me conociera y me pusiera a trabajar de inmediato en algo dentro de la pequeña rama 5. Rama es una pequeña y frágil parte que nace del tronco de un árbol. En la manera como crece y de desarrolla, algunas ramas permanecen en el árbol y otras pueden sembrarse como Estacas, para que surjan nuevos árboles. De allí los términos, ramas, barrios y estacas como esta organizada la iglesia mundialmente.
Comencé a asistir a la iglesia los domingos de manera intercalada, en un medio de un clima de contención y hostilidad permanente de parte de mi esposa hacia la iglesia. Asistía a una vieja pero muy espaciosa casa alquilada en la urbanización Campo Alegre en Caracas. Marisa mi esposa, se marchaba muy temprano de casa con nuestra pequeña hija Begui, enfadada sin decirme a donde se dirigía, cuando me observaba prepararme para asistir a la Iglesia. Se marchaba unas veces en silencio, otras veces murmurando fuertemente contra mí y contra la Iglesia, alegando que como era posible que compartiera con extraños el domingo que debía dedicárselo a nuestra hija. Se marchaba dejándome sumido en una gran tristeza y de profundas dudas sobre el como debía actuar. Luego sabía, que acudía a algún cine infantil, visitaba algún parque ó visitaba a una Señora muy amiga también Argentina, que era como su segunda madre, donde ella se había alojado al llegar a Venezuela, en 1966. Su nombre Amabelia Galo, persona de gran cultura, a quien le solicite en ese momento me ayudara en la ortográfica y redacción del manuscrito.
Algunas veces llegue a la capilla y antes de estacionar el vehículo, en la calle, pensaba si debía entrar, ó regresar a casa, buscar y estar con mi familia. Otras veces al terminar la reunión dominical, donde salíamos con nuestras baterías espirituales cargadas, deseosos de compartir con otros lo que aprendíamos, sobre todo en aquellas reuniones donde compartíamos nuestros testimonios de Dios y de su hijo Jesucristo, regresaba a casa y la encontraba vacía. Solo me esperaban nuestras fieles mascotas, quienes al sentirme llegar, meneaban sus colas, ladraban de alegría y saltaban a mi alrededor. Recuerdo a la Cachorra, la Negrita y Sousy, como fieles y leales compañeras. Pasaba el resto del día leyendo, esperando el regreso de Marisa que regresaba entrada la noche, atendía a nuestra hija y se acostaba a dormir sin hablarme. Así terminaron muchas semanas en mi nueva vida. ¡Que vida! La solución que había buscado, parecía ahora peor. Algo así como el viejo dicho que dice, "que peor ha sido el remedio que la enfermedad". Otras veces al llegar a la capilla, permanecía en el vehículo sentado frente al volante, dudando de bajarme ó regresar a casa. Algunas veces en medio de la duda, era observado desde la acera por el Presidente Manuel Vargas de la Rama, que para aquel entonces se llamaba la Rama V. El presidente se acercaba a la ventanilla de mi automóvil, me agradecía que hubiera llegado y me solicitaba que lo ayudara con el reparto de la Santa Cena. De esta manera se aseguraba que me quedara Luego fui su consejero y ese fue mi primer llamamiento en la Iglesia. Con el paso de los años esta pequeña rama, fue muy fructífera y dio origen a muchos líderes y barrios en Caracas. En Venezuela se utiliza erróneamente el término barrio, al referirse a zonas populosas o marginales en la ciudad. En su lugar se usa el termino urbanización para identificar el conjunto de viviendas en determinadas zonas, que por lo general son habitadas por gentes de mayor poder adquisitivo y pertenecen a las clases sociales AB y C, como las identifican los estudios socio económicos. En todo caso, urbanización se refiere a urbanismo. La aplicación de normas, leyes y técnicas para mejorar las condiciones de un sector, para que pueda ser habitado. Años después se construyó en ese lugar un centro de Estaca y una muy cómoda y grande capilla. Ese lugar hoy, es la sede de la Estaca Caracas y es el asiento de 3 barrios, incluyendo la pequeña rama V, que se convirtió con el tiempo y el intenso trabajo misional en el barrio Campo Alegre, de mucha historia para la iglesia en Venezuela. Años después fui llamado como Presidente de esa Estaca.
3.7. La pequeña rama V en Caracas-Venezuela.
La presidía un hombre muy bueno y especial de nombre Manuel Vargas. Era de profesión carpintero y estaba casado con una de las hijas del Elder Alejandro Portal, uno de los pioneros de la Iglesia en Venezuela. Sin duda permanecí en la Iglesia en esta etapa inicial tan difícil para mí, por él interés y el amor que me trasmitía ese presidente de la rama. Siempre estaba pendiente de sus miembros, pero en especial por los nuevos miembros e investigadores que los misioneros traían a la rama. Tenía la costumbre de esperar a los miembros en la puerta que daba hacia la calle de la casa alquilada, que funcionaba como capilla. La segunda ó tercera vez, no recuerdo muy bien, el Presidente Vargas, me solicito que hablara en la reunión sacramental de mí conversión y también me asignó discursara sobre la oración ante la congregación, que para ese momento no pasaba de unos 30 ó 40 miembros. Le dije: -Presidente, puedo hablar de lo que he sentido, o he vivido, pero no puedo hacerlo, de lo que no se nada.- La oración aunque los misioneros ya me habían enseñado como comunicarme con el Señor, era algo nuevo para mí y aunque tenía experiencia en hablarle a grupos de personas en mis actividades laborales, me sentía cohibido de hacerlo ante un grupo de personas desconocidas para mi. El buen Presidente Vargas me dijo: -No tiene que temer hermano Félix, Yo le ayudare en esta asignación.- Durante la semana me enseño un libro, donde había algunas escrituras y me explicó como ejemplo de comunicación, la razón del conocido por mí, Padre Nuestro. Me señalo que esto era un modelo a seguir para orarle a nuestro Padre Celestial, enseñado por Jesús a sus discípulos, pero que cada uno se expresaba de acuerdo a sus propias necesidades. (Mateo 6: 1-15). Por lo tanto, repetir las oraciones en forma de rezos, era como un hijo escribiéndole cartas a un padre distante todos los días, con el mismo contenido. Esta explicación realmente me convenció una vez más, que esa era la forma correcta y lógica y me ayudo a entender más claramente el mensaje, que se me pedía ofreciera a la congregación de miembros e investigadores. Leímos algunas otras escrituras y conversamos sobre su contenido y significado. El Presidente Vargas se aseguro muy bien, que había entendido y dándome un voto de confianza agrego: -es todo hermano Jelinek, solo serán diez minutos el próximo Domingo y recuerde que no estará solo, nuestro Padre Celestial y Jesucristo estarán muy pendientes de este su primer mensaje. Agrego: Recuerde que el Espíritu Santo es un instrumento para ayudarle. Lo importante no es la forma, o la manera de expresar las palabras, sino el contenido espiritual del mensaje, que debe surgir de su corazón, hacia los otros corazones-. Pocas pero muy sabias y certeras palabras, que hicieron desaparecer el temor que me invadía de hablar, sobre algo nuevo para mí. Doy las gracias al buen pastor y Presidente Vargas, en el lugar donde se encuentre, treinta años después de aquel maravilloso trabajo de hermandad que realizo conmigo. Hacia muy bien su trabajo y demostraba sinceridad y verdaderos deseos de ayudar. No tiene idea el entonces presidente Vargas, de lo difícil que fue para mí ese primer tiempo en la Iglesia, en la pequeña pero muy espiritual rama V de Caracas..
Al poco tiempo, el presidente Vargas me llamo a una entrevista privada y me dijo: -hermano Félix, el Señor desea que usted sea mi segundo consejero, en la rama. Me quede muy sorprendido. Mirándome. Agrego: - hermano Félix he orado sobre Usted y he sentido que debe ayudarme a desarrollar nuestra pequeña rama-. Ese fue mi primer llamamiento en la Iglesia, el cual acepte, lleno de gozo. El Señor seguía su trabajo conmigo y me ponía de inmediato a trabajar en su obra. Entendí que los llamamientos son oportunidades de servicio, que nos brinda el Señor, para dar cumplimiento a nuestros acuerdos preexistentes. Hoy se que aceptamos venir a este planeta organizado para la raza humana, para seguir un plan y en todo proyecto o plan, es necesario trabajar. Solo que lo hacemos de manera voluntaria y sin cobrar honorarios, pues "que honorarios pueden pagar nuestra vida, el mundo que habitamos, las familias que formamos y el hermoso pero mal tratado planeta que habitamos"… Fui presentado ante la congregación de la rama, y escuche por primera vez las siguientes palabras expresadas por aquel líder: ¡ha sido entrevistado y hallado digno para ser llamado como segundo consejero de la rama V de la misión Caracas Venezuela, el hermano Félix Alois Jelinek Maldonado. Aquellos hermanos que deseen apoyar este llamamiento, pueden hacerlo con la mano derecha, contrarios si los hay, pueden manifestarlo de la misma manera El presidente observo la congregación y ante todas las manos en alto, dio las gracias, quedando formalmente sostenido. Este hecho me sorprendió gratamente. Se había orado por mí al Señor y luego se solicitaba el apoyo de los miembros a los cuales les serviría. En ambas situaciones Yo tan solo era un simple miembro. Luego fui apartado en la oficina del Presidente en una pequeña ceremonia de profundo contenido espiritual y buenos deseos, donde fue asistido por su primer consejero, cuyo nombre no recuerdo. Siempre tenía especial intereses en escuchar las palabras inspiradoras de los líderes, cuando imponían las manos, sobre la cabeza de los miembros, pero en especial cuando Yo, era el receptor de la bendición. Cuando se oraba y ofrecían bendiciones en el nombre de Jesucristo, era un momento muy especial para mí, saber cuales eran sus deseos, que esperaba de nosotros sus hermanos. Era un momento de mucha fe y comunicación, con ese ser tan especial, bondadoso y bueno, que en esos momentos se sentía tan cerca de nosotros, dándonos ánimo, fortaleza, conocimiento y oportunidades de trabajo para hacer crecer su obra. Siempre pensaba cuando veía las bendiciones y las imposiciones de manos, si teníamos la dignidad para hablarle a un miembro en el sagrado nombre de Jesucristo…
Este primer y muy rápido llamamiento representaba un problema para mí. Me comprometía a tener que asistir a otras reuniones de trabajo, tanto espirituales como de carácter administrativo, que me ayudaban a crecer y conocer los asuntos de la Iglesia. Pero también al dedicar más tiempo a la Iglesia, aumentaba el conflicto con mi esposa. Teníamos para ese momento unos cinco años de casados, tiempo en el cual compartía con ella y nuestra pequeña hija todos los momentos fuera de mi horario de trabajo ó de algunos viajes al interior del país, cuando me acompañaban.
Muerte de Papá.
Papa.
Mi bautizo e ingreso oficial a la Iglesia se produjo el 23 de Junio de 1973 según los registros de la Iglesia. Para esa fecha, mi querido padre tenia setenta y tres años de edad. Recién en Marzo de ese mismo año había superado una difícil operación, donde le habían extraído del estomago un tumor muy grande. Pudo superar la operación, pese a sufrir paros cardiacos que ameritaron su reanimación, estando en el hospital naval y regresar a casa. Me daba temor contarle, que tanto mamá como Yo, nos habíamos bautizado en otra Iglesia. Tenía temor de recibir de sus labios alguna palabra de desacuerdo o de reproche. Decidí guardar silencio algunos días, pero comencé a observar que papá perdía rápidamente peso, que estando postrado en la cama permanentemente, escondía su rostro en la almohada, para evitar que viéramos las muecas de dolor, que le producía lo que ya era una metástasis, que le había invadido sus pulmones. No resistía ver en aquella condición a un hombre alto fornido de mucha fuerza, que en sus mejores momentos en los lejanos campamentos petroleros, hacia pulso con sus compañeros gringos, entre ellos algunos rudos tejanos, que con frecuencia vencía y luego se tomaban una cerveza entre chistes y nuevos retos. Me acerque a su lecho de enfermo y le dije: -Papá, me he bautizado en una Iglesia que lleva el nombre de Jesucristo y los misioneros están autorizados para dar bendiciones de salud-. Yo aun no tenía el sacerdocio mayor ó de Melquiseded, que me permitiera participar en esa ordenanza, que deseaba con mucha fe para papá. Simplemente era un miembro con el sacerdocio menor en el oficio de presbiterio. Le pregunte: ¿Papá deseas que los misioneros vengan a casa y te den una bendición de salud? Papá me miró fijamente con sus ojos azules cansados y apagados por la penosa enfermedad y sin decir palabras, afirmó con su cabeza, que sí lo deseaba. Sentí mucha alegría. No era costumbre de papa acceder tan rápido ante una petición que se le hiciera. El siempre mostraba una gran conformidad con todo, lo que formaba parte de su vida. Corrí a buscar a mi Presidente Vargas y al no encontrarlo, solicité la ayuda de dos misioneros asignados a la rama. Prefería que vinieran misioneros, porque ellos me trasmitían una gran seguridad y confianza en ese momento tan importante para mi padre. No recuerdo los nombres de ellos, pero muy pronto llegaron a casa dos jóvenes norteamericanos. Los lleve a la habitación donde papá permanecía en su lecho de enfermo. Ellos conversaron algunas palabras en ingles con él. Preguntaron por el nombre completo de papá y uno de ellos, lo ungió con aceite consagrado, sobre su cabeza. Luego invito a su compañero a colocar nuevamente sus manos sobre la cabeza, de papá, lo bendijeron y sellaron la unción en el nombre de Jesucristo. Fue una bendición muy sencilla, pero lo suficientemente espiritual, para que pudiese observar por primera y única vez, lagrimas en los ojos de aquel hombre extraordinario, duro, fuerte incansable, aislado por su sordera, sufrido por la guerra inútil que le toco vivir tan joven, pero de un inmenso corazón, al cual veía vencido ante esa terrible enfermedad. Esa fue la primera vez que estuve presente en una bendición de salud y me llené de gozo de que ello existiese en la iglesia. Una vez más, se afirmaba en mí el hecho, que ya conocía, que Jesús sanaba a los enfermos utilizando sus manos y la Fe de estos, durante su ministerio en la tierra. La Iglesia restaurada también lo hacia y eso me complacía mucho. Mi aprendizaje y testimonio día a día se fortalecían. Mi padre con sus lágrimas aun en los ojos, levanto ligeramente su cabeza de la almohada, les estrecho las manos y les dio las gracias por sus buenos deseos. Al poco tiempo, papá se quedo profundamente dormido y no volví a observar en el, muestras de dolor, aunque permanecía en la cama de manera permanente. Sentí durante la bendición, que papá moriría en pocos días y así sucedió. Papá murió en mi presencia, estando acompañado por mamá en la habitación del hospital militar en Caracas, el 18 de Septiembre de 1973, poco menos de tres meses después, que me había bautizado con mamá. Durante sus últimos minutos de vida, papá habló en alemán. Sentí que hablaba con sus padres. Mi último obsequio el día anterior a su muerte, fue llevarle un helado Efe de chocolate, que tanto le gustaba. Lamentablemente no pude entender lo que expresaba papá en esos últimos momentos. Por sus continuos viajes y ausencias, por motivo de su trabajo, ninguno de sus hijos aprendió el alemán. Siempre fue para nosotros un idioma difícil de aprender y más aun cuando el idioma dominante tanto en la casa como en todas nuestras actividades de niños era el español.
Sentí mucha paz y tranquilidad cuando papá expiró en mi presencia. Haber recibido el evangelio poco antes de su muerte, fue para mi de gran ayuda y una verdadera bendición. Ello me fortaleció a soportar su enfermedad y su muerte. De no haber sido así, hubiese sufrido mucho y mis problemas de soledad y vacío espiritual se hubiesen incrementado. Papá un hombre tan bueno y especial, luchador, que había sido un gran ejemplo para mí y para mi familia, que había soportado tantas angustias y necesidades en la guerra no merecía sufrir dolores tan intensos, aunque reconozco hoy día, que los sufrimientos forman parte de nuestro plan de progreso y que Jesucristo sufrió espiritualmente el peor de todos en el monte Getsemani y se sometió en la cruz al dolor físico al dejar que su cuerpo fuera crucificado. Di gracias a Dios por evitarle más dolor y haberlo llevado de nuevo a su lugar de procedencia espiritual. Entendí en ese momento gracias a la iglesia, que la muerte en esas circunstancias, era una bendición, y aunque también era motivo de dolor para los que nos quedábamos, lo era de alegría para decenas de miles quienes lo esperaban tras el velo que existe entre la vida y la muerte física.
Años después tuve el gran privilegio y gozo de ofrecer mi cuerpo, para que papá se bautizara en el mundo de los espíritus, si era su deseo. La Iglesia enseña, que allí también se predica el evangelio en el mundo de los espíritus que han muerto sin recibir el evangelio restaurado. Pablo enseño a los Corintios en su primera epístola, cuando suministro consejos, instruyo y reprendió sobre la importancia de la fe y del comportamiento cristiano. (Ver 1 corintios: 15.29). Jesucristo completo su misión en este planeta, predicando entre los muertos, el breve tiempo que transcurrió entre su muerte en la crucifixión y su resurrección en la tierra. Pude sentir y confirmar espiritualmente años después con mucha fuerza, durante la ceremonia en el templo de Jordán-Utah, que papá aceptaba el evangelio restaurado en el mundo de los espíritus. He tenido la oportunidad a través de lo años, de realizar muchos bautismos por mis antepasados muertos en los templos del Señor, y entregada la genealogía de la familia de Simón de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, el Libertador de Venezuela y cinco republicas. He disfrutado de maravillosas experiencias espirituales con algunos de ellos, en especial con un tío de mi esposa, de nombre Oscar Montana, que se suicidó en la Argentina, siendo un joven de apenas 18 años de edad, cuando sus padres le impedían competir en carreras de bicicletas, que eran su gran pasión.
CAPITULO 4.
LA IGLESIA VERDADERA.
Así me enseñaron los misioneros y lo escuchaba en las reuniones de testimonio el primer domingo de cada mes. Me sonaba arrogante y hasta pedante, cuando escuchaba desde el pulpito expresar esta afirmación, pese al haberme bautizado en la iglesia y sentirme cómodo en ella. Callaba, y a veces ofrecía mi testimonio casi obligado, practicando la fe. Pero acepté continuar investigando, para lograr obtener ese testimonio y afirmación, que algunos expresaban con tanto convencimiento, seguridad y firmeza. El verdadero testimonio expresado por otros, solo puede ser sentido una vez escuchado, si nuestras condiciones espirituales están afinadas y ello solo es posible mediante nuestra dignidad. Esta palabra se refiere al respeto, que tenemos sobre nosotros mismos y el nivel que infundimos sobre otros, que nos hace merecedores de ganar su confianza, cuando aceptamos vivir de acuerdo a preceptos, normas. En este caso vivir las leyes de Dios. Comencé a estudiar las escrituras casi todas las noches antes de acostarme. Ha preguntar, escudriñar, escuchar, a otros con mejor preparación. Intercambiaba opiniones y preparar discursos, que me eran asignados, lo cual me permitía ir conociendo cada día más doctrina. Leía sin entender, lo que decía el texto y el significado de las palabras, por eso se me enseño la necesidad de orar escudriñar, investigar o averiguar, para recibir conocimiento. Poco a poco, fui profundizando en el evangelio, encontrando gran sencillez, pero un profundo contenido para mejorar al ser humano. Fui adquiriendo conocimiento sobre cosas nuevas relacionadas con el espíritu, las leyes de Dios y sus buenos y maravillosos deseos. Aprendía con rapidez porque me interesaba y comenzaba a sentir que desarrollaba un conocimiento sincero y verdadero, que fortalecía mí testimonio de la veracidad de la Iglesia. Principalmente empecé a conocer de una manera muy clara y sencilla a mi maestro, a Jesucristo, que realmente vivía. Empecé a dar mi testimonio con fuerza y seguridad, ante los miembros los días de testimonio, los primeros domingos de cada mes. Algunos se me acercaban y me daban las gracias, lo cual Yo también hacia con algunos mensajes, que me llenaban de gozo y nuevos conocimientos al escucharlos. Esto me fortalecía, me hacia sentir útil y muy bien espiritualmente. Continuaba orando y le exponía a mí Padre Celestial, lo que sucedía en el seno de mi hogar. Pedía por mi esposa cada vez más alejada y fría en las cosas de Dios y del como nuestras relaciones y comunicación eran cada vez peores. Existía en mi vida una enorme tribulación, no podía entender la conducta de mi esposa, sobre algo que era útil, bueno y necesario para todo el género humano. Conocía de su buen corazón, pero no entendía su extrema dureza. Conocer cada vez más de las escrituras aumentaba mi desacuerdo hacia ella y un freno en el avance que deseaba para mi familia.
Para ese momento, no existía en Venezuela ninguna estaca, (lugar físico o geográfico con una congregación cercana a los 3.000 miembros o más, donde la Iglesia se ha consolidado). Venezuela tan solo era una misión, con muy pocos miembros. Para 1974 tan solo existían unos 3.000 miembros en Venezuela. Una misión con 100 misioneros de los cuales 10 eran venezolanos y apenas existía una capilla construida. Creo recordar en Maracaibo. El número de bautismos alcanzaba los 50 por mes y existían 27 ramas dispersas por todo el país.
Como consejero de la Presidencia del hermano Vargas, tenía reuniones de trabajo y asignaciones en la rama, y esto complicó aún más mí situación familiar, hasta el punto que comencé a pensar seriamente en separarme de mi esposa. El clima en mi hogar era de discordia y mucha contención en contra de la iglesia. El evangelio en lugar de ser una ayuda y traer salud espiritual, parecía que me distanciaba de mi hija y esposa, que permanecía sorda y cerrada a escuchar palabra alguna de Dios. Las dudas me asaltaban y me acompañaban día y noche, tanto al trabajo como en la casa, donde surgían más rápidamente por el clima de indiferencia que mostraba Marisa hacia el trabajo que desarrollaba en cualquier sentido. Reflexionaba. ¿Cómo podía divorciarme, luego de tener una pequeña hija y que esta compartiera su vida con un padrastro, cuando Yo era realmente su padre? Esto era una derrota para mí y significaba ser el primero en mí familia, que tomaba ese rumbo. Marisa era una mujer bella, atractiva, inteligente, preparada, muy dinámica y emprendedora. Con un buen recurso profesional por sus conocimientos de arquitectura y como profesora de arte, con lo cual no le faltaría nada a ambas, de quedar solas sin mi apoyo y soporte. Además no le sería difícil en muy poco tiempo, encontrar un nuevo compañero ó esposo, que se convertiría en el padrastro de nuestra pequeña hija… Esto me preocupaba enormemente, sobre todo en la relación afectiva que podía tener mi hija con un nuevo hombre en la casa. Esto lo consideraba como jugar a la lotería, en una sociedad donde los valores y los principios cada vez se deterioraban más y mas y las parejas se juntan más orientadas hacia la necesidad de satisfacer sus necesidades sexuales, y de soledad, que organizar y desarrollar sólidas familias, en un mundo que tanto necesita de ello. Habíamos programado el traer a nuestra hija al mundo y además continuaba interesado en mantener a mí esposa. A pesar de las diferencias y desavenencias, la valoraba y en el fondo de mi ser, rechazaba la idea de divorciarme. Así que me preguntaba ¿Qué debía hacer? En medio de esta severa y muy conflictiva crisis, solicite una entrevista con un líder de la Iglesia, al cual había escuchado y observado en su conducta familiar. Se trataba de un padre con su esposa y numerosos hijos. Pensé que ese hombre por su conocimiento del evangelio, su condición exitosa de estar casado y el haberle escuchado discursar de manera clara y sincera, podría tener una respuesta acertada para mi problema.
Sabio consejo. Salve su matrimonio.
Su nombre era Alejandro Portal Campos, suegro de mi Presidente de rama. El mismo que me había conferido el Sacerdocio de mayor o de Melquisedec en el oficio de Elder el 11 de Noviembre de 1973. Era un hombre agradable, buen orador, con mucho conocimiento de la doctrina, que tanto deseaba aprender. Su familia era muy activa y trabajadora a la par de el en la Iglesia. Ese buen hermano, me trasmitía mucha seguridad y honestidad en sus palabras y podía observar en él, que practicaba lo que predicaba. Así que acudí a la entrevista confiado. Luego de solicitar mediante oración la ayuda divina, le dije: -Elder Portal, "estoy a punto de separarme de mi esposa y realmente no lo deseo". Le conté todo lo que sucedía y el total rechazo que tenía mi esposa por la Iglesia. Leímos algunas escrituras, y conversamos lo suficiente para que el entendiera con claridad mi problema. Le exprese que las reuniones en la Iglesia eran mal vistas por mi esposa, que me acusaba de dedicarle más tiempo a la actividad religiosa, que a ella y a nuestra pequeña hija. Al final de la entrevista y luego de un intercambio de palabras, se quedo pensando y de manera directa y sin rodeos me dijo, -Hermano Félix", regrese a su casa y salve su matrimonio. Permanezca digno y mantenga sus oraciones con el Señor, para que el le ayude-. Luego agrego, la iglesia puede esperar, por usted y su familia. No deje de orar. Cuando pueda, venga a la Iglesia y cargue sus pilas espirituales. (Gracias Hermano Portal donde se encuentre, sus palabras y consejos fueron muy oportunos y sabios en aquel momento). Al final de la entrevista, sentí que perdía un gran peso, que llevaba sobre mis hombros. Estaba autorizado por un representante de Cristo, a separarme de la Iglesia. Esto me parecía un sueño. Alguien me entendía y compartía lo que venía pensando, pero que no me atrevía hacerlo, por cuanto pensaba que al hacerlo traicionaba a Jesucristo y le fallaba a los misioneros. Estos aunque estos muy lejos, seguían siendo un fuerte ejemplo para mí y siempre los tenía presente en mi corazón y pensamientos, como lo siguen estando hoy, 31 años después de haberlos conocido en una calle de Caracas. Regrese a casa y no comente nada, sobre esta entrevista. Solo comencé a dejar de ir a la iglesia y poco a poco me fui apartando de mis actividades, sobre todo aquellas relacionadas con el día domingo. Finalmente me aleje por completo y me dedique de lleno a mi trabajo y a mi familia. Nuestra actividad familiar se normalizo sin el evangelio, aunque seguía aferrado en mi corazón a Jesucristo, mi verdadero hermano, amigo y compañero.
Hable con el buen Presidente Vargas y le solicite mi relevo del llamamiento de consejero. El Presidente Vargas entendió mí difícil situación y acepto mi solicitud, mostrando pesar por ello. Me comunico que sería relevado, pero como el buen pastor preocupado por su oveja, que abandonaba el redil, me aconsejó que continuara orando y leyendo las escrituras, para que el testimonio que había logrado no se perdiera ó enfriara con el paso del tiempo. Me despedí con verdadero sentimiento de ese mi primer líder en la Iglesia a quien respete por su dedicación y empeño en la obra en esos momentos en que la iglesia daba sus primeros pasos en Venezuela.
La investigación de la doctrina continúa.
No acudiendo a la Iglesia, y siguiendo el consejo de mi presidente, decidí comprar poco a poco, todos los libros que había en español sobre doctrina mormona. También mantuve mi suscripción mensual en la revista Lihaona. Una publicación mensual de la iglesia, amena de fácil y rápida lectura, para aquellos que tenemos inquietudes espirituales y deseamos aprender cada día más de la ciencia espiritual. Indico ciencia, que a muchos les parecerá extraño ó sin sentido, porque a lo largo de mis años de estudio y de experiencia, no tengo duda, que todo lo material tiene un origen primeramente espiritual, y siendo esto cierto, no tengo duda alguna, que el espíritu también es materia y por lo tanto también está sometido a leyes, que por ahora no entendemos, pero que están allí esperando por nosotros. Además he encontrado muchas respuestas científicas a los llamados fenómenos o misterios, que lo fueron en su momento, por la falta de conocimiento, que nos ocurren, cuando escudriñamos y nos adentramos en la explicación espiritual de muchos eventos que suceden a nuestro alrededor, sobre todo, cuando estamos abocados al trabajo y al ejercicio espiritual. Podemos tener experiencias sensoriales y espirituales e identificarlas, solo si tenemos interés en buscarlas con el estudio serio. La revista Lihaona trata de aspectos variados, relacionados con el evangelio, la familia y otros aspectos de interés tanto para niños, jóvenes y adultos. De esta manera mantuve el vínculo o el cordón umbilical con la Iglesia sin asistir a ella. Uno a uno, fui leyendo y escudriñando los libros que compraba ó llegaban a mis manos. Sin darme cuenta estaba adquiriendo conocimiento nuevo, que me complacía y daba más sentido a mi vida. Fue así como mi testimonio en lugar de perderse, debilitarse o enfriarse al verme obligado a alejarme de la Iglesia, creció y pude mantener mi dignidad y compromiso personal con Jesucristo. Recuerdo un libro en especial, que fortaleció mi testimonio muy profundamente y alimento mi espíritu de manera muy significativa. Su nombre JESUS EL CRISTO. Escrito por James Talmage, en el recinto sagrado de los templos. Creo que lo hizo en Salt Lake City, traducido al español en 1972, por Eduardo Balderas. Fue este maravilloso libro escrito bajo condiciones muy especiales, que me enseño, quien había sido realmente Jesucristo. Su lectura aumento mi cercanía, admiración y amor hacia él. Fortaleció y profundizo considerablemente mi lealtad por Cristo. Realmente se trata de un libro muy inspirado, que recomiendo a cualquier persona, sea creyente ó no, para que tenga una verdadera joya de la figura y vida de Jesucristo durante su ministerio en la tierra. Tuve el privilegio de regalas varios libros de Jesús El Cristo a miembros de otras iglesias incluyendo algunos sacerdotes católicos. Pese a ello en medio de la ignorancia y la crítica que algunos hacen de la iglesia mormona, se nos acusa de no ser cristianos.
Cuando encontraba una escritura que me llenaba espiritualmente, la marcaba o subrayaba y sentía la necesidad de compartirla con mi esposa. Algunas veces, cuando el clima era propicio y las condiciones estaban dadas, lo hacia. Le preguntaba primero: ¿Marisa te interesa escuchar algo? Desde la comodidad de la cama ó de un sillón en la sala ella contestaba con un suave si ó no en ese momento. Leía si lo permitía y luego comentaba la escritura ó articulo de la revista, tratando siempre ser lo más claro posible para que me entendiera y pudiese llegarle a su corazón. Ella callaba, otras veces hacia algún ligero comentario, pero lo más importante era que escuchaba, no a mí, sino el mensaje que sabiamente el Señor consideraba oportuno y prudente que ella recibiera. Con puntualidad, recibía la revista Lihaona y compartía con ella algunos artículos, principalmente aquellos relacionados con la actividad de las mujeres y los niños en la iglesia. Luego dejaba la revista al alcance de ella y de mi pequeña Begui. Al no encontrar la revista donde la había dejado, podía darme cuenta que ella ó mi hija, la habían tomado entre sus manos y leído algún artículo. Comprendía entonces que todo tiene su tiempo y su hora debajo del cielo, tal y como lo señala la escritura en la Biblia Eclesiastés 3:1
Aunque no asistía a la Iglesia, mi corazón y espíritu permanecían dentro de ella, con la seguridad que vendría días mejores para nuestra familia. Añoraba el día que todos estuviéramos alguna vez unidos y sellados dentro de la iglesia, trabajando para la causa mas hermosa jamás pensada por hombre alguno, que no fuera por Jesucristo y nuestro Padre Celestial El gran y maravilloso trabajo de lograr una sociedad justa, igualitaria, equitativa, con plena libertad de conciencia, donde el único y mayor mandamiento es amar a Dios y amándolo primeramente a el, podremos amar a todo lo que existe en el Universo del cual somos parte importante.
Nota:
Continuación del
libro Verdades Ocultas en el nombre de Jesucristo, cuyo
manuscrito lo termine hace más de 20 años, que iré publicando hasta
completar con la conclusión final. Esta es la continuación de lo
publicado anteriormente con el título de mi "Bendición
Patriarcal".
Los que deseen voluntariamente apoyarme en la
publicación, otros libros, y artículos,
considerando mi edad estado salud, que amerita operaciones quirúrgicas que no
estoy en condiciones de cubrir, para continuar produciendo, aportando mis conocimientos
y experiencia, pueden colaborar con sus generosas donaciones en mi cuenta del
Bank Of América, No. 898047890388 o a mi cuenta PayPal, utilizando el e-mail felixjelinek2@gmail.com También a mi
nombre en Banesco cta cte. No 0134-1057-74-0001003092 Para más información
requerida, pueden utilizar mi correo o el whatsapp 0414 9116887
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