VELO ENTRE EL MUNDO ESPIRITUAL Y TERRESTRE?
Félix A Jelinek Maldonado
21-8-12
La vida es un proceso espiritual maravilloso, para que tenga un fin intrascendente con la muerte o la simple descomposición de la materia. Por lo tanto la muerte forma parte de ese ciclo sin fin que es la vida, porque sin esta, la muerte no existiría. Por lo tanto el cese de la vida, tan solo determina el fin de procesos para dar inicio a otros.
Estamos en este plano para aprender y desarrollarnos como ESPIRITUS, TOMANDO CUERPOS TERRENALES para fijar con la experiencia y la practica el conocimiento preexistente, mediante la unión de materias diferentes que conforman EL ALMA HUMANA. Para este sabio propósito de desarrollo aprendiendo leyes y principios eternos, es necesario disponer de la más plena libertad para ser nuestros propios agentes. Por lo tanto es necesario que exista un olvido programado por DIOS al nacer, para que nada influya en la edificación de nuestra individualidad, sino nuestra propia conciencia espiritual. De no ser así, seriamos seres predestinados y nuestro Padre Creador sería el responsable de todo los que nos pueda pasar, al entregarnos un albedrio condicionado al recuerdo de nuestro conocimiento preexistente, que condicionaría e influiría en nuestra libertad para actuar.
Las escrituras señalan que existe una separación entre el mundo de DIOS y el mundo del hombre natural. Así se representa en el lugar santo de los templos, que están en la tierra, mediante la presencia del llamado VELO, que simbólicamente separa el mundo de DIOS del nuestro.
Sin este velo separador o estado de olvido, la PREORDINACIÓN no sería posible; el hombre dejaría de ser su propio agente y su libertad estaría influenciada o condicionada por el recuerdo del conocimiento preexistente. En otras palabras no existirían los retos, las pruebas y las dificultades, porque tendríamos el conocimiento de lo que sucedería y nuestro esfuerzo o TOMA DE DECISIONES, descansarían ante la posibilidad de conocer de manera anticipada las consecuencias de nuestros actos. Por lo tanto, seriamos seres predestinados que actuaríamos solo por el conocimiento logrado por otros y no por la FE o nuestro propio esfuerzo.
Por ello el no recordar nuestra vida pasada, es una sabia decisión para evitar que de forma alguna seamos ser compelidos, mandados o programados. Sin duda un necesario y sabio riesgo para poder ser probados en todas las cosas, asumiendo el hombre su razonamiento y toda la responsabilidad de su propio desarrollo.
Nota:
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